Un siglo parece que ha pasado desde 2010, cuando fallecía en mayo uno de los pintores burgaleses más destacados de los últimos tiempos. Y otro siglo también desde que donara al Museo de Burgos más de 600 piezas confiando en que la pinacoteca le diera un espacio propio y permanente asociado a la ampliación. Aquello ocurrió un año antes de su muerte y, aunque es el artista con más obra expuesta en el museo, no es a lo que se aspiraba ni lo que se merece, pero es lo único que puede ser mientras el centro no sea más grande.
Aunque lo parezca, en realidad de todo eso no ha pasado tanto tiempo. Sin embargo se cumple un siglo de verdad -o está a punto de hacerlo- de su nacimiento, lo que ocurrirá el 9 de octubre. Ese día de 1925 nacía en Mazuelo de Muñó el pintor que pasó de la abstracción al realismo mágico. Su impecable trayectoria le hizo ser uno de los pintores burgaleses más importantes de la segunda mitad del siglo XX y el más reconocido a nivel internacional.
Su centenario lo recordó la Temporada Lírica el año pasado con la escenografía de El elixir del amor, de Donizetti, inspirada en el pintor. Y poco más se ha hecho en la ciudad. Ni se va a hacer, pese a que no haya tantos pintores en Burgos con su prestigio ni su capacidad creativa: Premio Nacional de Dibujo, Premio de las Artes de Castilla y León y Medalla de Oro de la Diputación, con obra en el Museo Reina Sofía, en las Cortes de Castilla y León, el Museo Abstracto de Cuenca, el CAB o las pinacotecas de arte moderno de Barcelona, Bilbao o Sevilla. Y tampoco un centenario de uno de los pintores más destacados del panorama burgalés es algo que ocurre todos los días.
Lo que pasa en esta ciudad es sangrante. Mucho Burgos 2031, pero nadie se acuerda de los grandes»Cristino Díez, artista
«Lo que pasa en esta ciudad es sangrante. Nadie se acuerda de Luis Sáez, ni de Modesto Ciruelos ni de los grandes del arte. Luego sí, queremos ser Capital Cultural Europea, pero las cosas de casa, las cotidianas, no las atiende nadie. Nos quieren hacer ver que tenemos opciones, cuando los temas actuales se los cargan», se lamenta Cristino Díez, gran defensor de la obra de Luis Sáez. «Es lamentable. Mira si no se podría haber hecho algo en el Fórum, con el espacio que hay».
También se lamenta su sobrino y artista Carlos Sáez, «admirador profundo de una obra que es descomunal», como la describe el director de la Academia Provincial de Dibujo, centro por el que por cierto pasó su tío. «Se tenían que hacer más cosas, y se le tendría que estudiar mejor», reconoce, al tiempo que adelanta un pequeño homenaje que le quiere hacer la coral que lleva su nombre, conectada con el instituto bautizado como el pintor.
En el Museo de Burgos. La única institución que de momento ha planeado algo es la pinacoteca de la calle Miranda, que prepara una exposición repasando su trayectoria. La muestra se inaugurará en torno a la fecha de su onomástica (9 de octubre) e incluirá cerca de cuarenta obras de todas sus épocas. En la sala de exposiciones temporales harán ese guiño a su aniversario mostrando piezas del legado del pintor que no se han exhibido y, por supuesto, otras reconocidas por el gran público.
Su obra es descomunal. Se tendrían que hacer más cosas y se le debería estudiar mejor»Carlos Sáez, artista y sobrino
No en vano en el Museo de Burgos se conserva gran parte del arte que custodiaba el autor, y que cedió con la condición de que se pudiera exponer. La ampliación que nunca llega ha relegado el proyecto a la espera de tiempos mejores o de celebraciones como esta.
Luis Sáez (1925-2010) comenzó como muralista, y a lo largo de su trayectoria fue tocando distintos estilos como el informalismo, el expresionismo y la abstracción, pasando por un estilo «figurativo que avanza hacia el realismo riguroso en la ejecución, pero surrealista en el concepto», sin olvidar que también era un gran colorista.