Lugares tan aparentemente distantes como Afganistán y Colombia son los escenarios de ‘El secreto de Frau Mauer’ (Atlantis Ediciones), la primera novela del murciano Daniel … Giddings (1982), que desde 2007 se ha dedicado a la labor humanitaria trabajando en quince países de Europa, África, Asia y América. Su experiencia como cooperante ha inspirado esta novela en la que un joven berlinés, tras el fallecimiento de su madre, emprende «un viaje iniciático en busca de la verdad sobre su padre, una figura esquiva y envuelta en misterio de la que nunca supo nada. […] Más allá de desentrañar el pasado, este viaje lo llevará a descubrir facetas desconocidas de su madre y, lo más importante, a encontrar nuevas piezas en el complejo rompecabezas de su propia existencia».

El debutante escritor explica a LA VERDAD que ha realizado misiones de «entre tres meses y un máximo de dos años, cuando estuve en Guatemala». Mientras que «en Afganistán estuve un año y no quise extenderlo», en Guatemala sucedió lo contrario «porque ya teníamos una niña y era un lugar más o menos cómodo para estar en familia», explica Giddings, que en los últimos años ha trabajado «con la Cruz Roja Internacional» y recuerda como «con ONGs más pequeñitas vives en las mismas condiciones que los locales, gente humilde».

Sus experiencias, que impresionan con tan solo escucharlas, van «desde trabajar con niños de la calle en Lima (Perú), donde aprendí un montón», a formar parte de «un proyecto para erradicar la mutilación genital femenina en Gambia, durante seis meses». «En Gambia teníamos dos horas de luz al día. Era bastante precario todo, un desafío», explica el autor, que indica que «aunque la novela transcurre sobre todo en Colombia y Afganistán, me he nutrido de todas esas batallitas y y vivencias que vas echando en la mochila».

PELIGRO

«Afganistán y Colombia compiten por ser el país con el mayor número de minas antipersona en su territorio, lamentablemente»

«Es curioso porque te pones a escribir y, aunque la trama transcurre en un sitio en concreto, de repente te viene una anécdota de un lugar donde estuviste ocho años atrás, en otro país totalmente diferente», dice para quien el mayor desafío literario ha sido «que la novela tenga sentido y que no contenga personajes innecesarios». Hijo de padre inglés y madre murciana, que se crió en Sevilla –«mis padres decidieron mudarse por la Expo del 92»– Giddings desea que esta novela «no deje indiferente al lector y que, por lo menos, le haga reflexionar».

«Nunca he escrito un diario sobre mis vivencias; realmente, escribía ‘mails’ largos a amigos, que es algo que me ayudaba también a digerir todo lo que estaba a mi alrededor. Para mí escribir el libro ha sido también una especie de terapia, para digerir todas esas vivencias. Además, sentía la necesidad también de compartir y pensar que esto podía serle útil a los lectores», asegura. «En el momento en que encontré la trama, lo pasé por el filtro de la ficción».

«En el libro me he centrado en los países que más me han marcado. Tras un año y pico en Colombia, estuve un año en Afganistán y luego regresé a Colombia. A otro lugar, pero con la misma organización. Viví tanto en estos dos lugares que al final, después de esos tres años y pico, decidí tomarme una pausa», explica. «Haciendo un viaje con mi mujer me vino la idea de que el protagonista fuera un chico joven. Nos íbamos a ir a Berlín a vivir una temporada, porque ella es alemana, y me vino la idea de un chico joven, berlinés, que está un poco perdido con su vida, que no sabe qué hacer, que se lleva la hostia de que su madre fallece repentinamente, y el principio y el final lo tenía superclaro». Su viaje «es un poco como ‘La Odisea’, un viaje iniciático de este chico que, como todo veinteañero de Europa, sabe muy poco del mundo, de su propia vida y de sus orígenes. Ese viaje le va a ir llevando a encontrar su camino», indica el autor, que encuentra en Afganistán y Colombia algunas similitudes: «Tienen más cosas en común de lo que nos creemos. Ambos son pueblos muy orgullosos. Por ejemplo, Afganistán, si no estoy equivocado, es el único país que logró echar a los soviéticos. Los soviéticos intentaron conquistar Afganistán y salieron con el rabo entre las piernas. También son dos países que compiten por el mayor número de minas antipersona en su territorio, lamentablemente. Los dos son el número uno en narcotráfico a nivel mundial, de coca en Colombia y de opio en Afganistán. Estos son los aspectos negativos, pero luego también son dos sociedades fascinantes y yo, personalmente, me enamoré de ellos, de la gente y de su cultura».

Chavales

Con la novela terminada, Giddings se percató además de que «otro punto a favor que tiene esta historia es que, sin darme cuenta, he intentado mostrar que hay un montón de gamas de grises. Tú entiendes que los talibanes son malos y el ejército estatal o las fuerzas internacionales son los buenos. Está bien, pero hay un montón de grises. Dentro de los talibanes están los mandamases que no viven allí, que están viviendo en Medio Oriente, y luego están los funcionarios, que son unos mandados. Ellos son los que mantienen el país a flote. Y luego está además la gran masa, que son la gente humilde».

MATICES

«Se entiende que los talibanes son malos y el ejército estatal o las fuerzas internacionales son los buenos. Sí, pero hay muchos grises»

Por otra parte, «en Colombia, por el trabajo que teníamos, teníamos que estar en contacto con la guerrilla, con las FARC en la selva o en la cárcel, porque visitábamos las cárceles. Tú hablabas con un guerrillero raso, un chaval de 20 o 18 años, y te decía lo mismo que un soldado del Estado, del gobierno, de la misma edad. Tenían el mismo origen, humilde, uno quizás más rural y el otro más urbano, pero origen humilde igualmente, y procedían de familias desestructuradas y con bajo nivel educativo. En Afganistán pasaba algo muy parecido, eran chavales. Con esto no justifico la violencia, pero sí puedo entender por qué han llegado allí. Son niños con cero educación, que carecen de pensamiento crítico y que tienen muy poco que perder, ese es el problema», concluye.