Este año, concretamente el 6 de octubre, se cumplen 100 años de la muerte de Nacional II en Soria. El torero falleció tras una pelea en una corrida de toros que se celebraba en honor a San Saturio, celebrada el 4 de octubre, y a la que acudió como público. En defensa del diestro sobre el ruedo, Nacional II se enfrentó a garrotazos con varios espectadores sorianos y acabó llevándose un botellazo en la cabeza. El incidente, en un primer momento, no pareció más que una trifulca al uso, pero dio con los huesos de nuestro protagonista en el calabozo. Allí su estado de salud empeoraría, lo que provocó su fallecimiento a los dos días de la pelea. El suceso, la muerte del matador, su sepelio y el posterior juicio a su agresor conmocionaron a la sociedad soriana. El causante del botellazo mortal fue condenado a 6 años de cárcel, pena que fue conmutada, tras las protestas de muchos vecinos de la ciudad, al destierro a más de 25 kilómetros de Soria.
Nacional II
Nacional II, Juan Anlló Orrio, era un diestro natural de la zaragozana Alhama de Aragón y miembro de una familia de varios matadores (sus hermanos Ricardo ‘Nacional I’, Eduardo ‘Nacional III’ y Ramiro Anlló ‘Nacional IV’ compartían con él muleta y estoque). Él era uno de los toreros en boga en el panorama estatal y cuando falleció tenía 28 años. Había tomado la alternativa en Oviedo en septiembre 1921 y confirmado la misma en Las Ventas cuatro días después. Era un torero muy solicitado en los cosos españoles por su gran valor, su acierto en la suerte suprema y su arte, seguramente, algo temeraria.
Tal era su fama que había dado nombre a una suerte, el ‘puente trágico’. Realizaba una especie de verónica con las manos muy bajas y los codos pegados al cuerpo. Cuando el toro pasa ceñido al traje de luces del diestro este contraía el vientre inclinando el pecho hacia delante, formando así una especie de puente con su alargado cuerpo por le que pasará el astado.
Pero no fue una cornada sino un botellazo lo que acabaría prematuramente con su vida aquel trágico mes de octubre de 1925. El día de autos, 4 de octubre, Nacional II acudió a Soria para ver desde el tendido a su amigo, y quien había sido su segunda espada, Emilio Méndez. Al madrileño, las crónicas le definen como un gran banderillero, y como un torero valiente pero torpe. El periódico ‘La Voz de Soria’ definió aquella corrida como “verdaderamente infame”, criticando de igual manera a a los toros y a los matadores. Tal vez por eso, el ambiente estaba tenso y el, en este caso no tanto, respetable soriano comenzó a increpar a Mendez.
El incidente
Una parte del público incluso llegó a arrojar monedas de 10 céntimos al torero y Nacional II no pudo menos que subir a la gradería para encararlos y defender a su amigo. Garrocha en mano, reprendió a un grupo de espectadores y uno de ellos respondió inmediatamente con un botellazo en la cabeza. La agresión dejó a Nacional II maltrecho, dando por concluido el lance. En un primer momento, la cosa no parecía demasiado grave, pero los acontecimientos pronto se tornaron en trágicos.
El Hostal Comercio acogió el cuerpo sin vida de Juan Anlló, todavía con el vendaje producido por el fuerte golpe en la cabeza, antes de ser trasladado a Madrid para ser enterrado en la Almudena. Fotografía: TIBURCIO CRESPO PALOMAR AHPSo 824
La enfermería de la plaza dictaminó que el soriano padecía heridas graves y el diestro heridas leves. El juez que se encontraba en la plaza mandó al primero a casa de su padre y al segundo al calabozo, seguramente porque allí podría estar seguro y tranquilo.
Su estado desorientado y balbuceante fue achacado al golpe o al consumo de alcohol y no se le dio importancia en un primer momento. Con el paso de las horas, quedó evidenciado que aquello era más grave de lo que parecía y el torero fue liberado para que los médicos pudieran atenderle en el hospital o en el hotel donde se encontraba alojado. Allí fue intervenido de urgencias, con el cráneo fracturado y un coágulo de sangre en el cerebro, pero los médicos, varios sorianos, algunos llegados desde Aragón y hasta uno que mandó su familia desde Madrid, no lograron salvarle la vida.
El juicio
Su fama y la peculiar forma de su muerte pronto hicieron que la noticia corriese como la pólvora por toda España. Su cadáver fue velado en el hostal Comercio antes de ser llevado a Madrid. Acto seguido se instruyó un juicio contra el médico Antonio Cabrerizo Botija, el soriano que habría propinado el mortal botellazo al diestro. Presuntamente, porque la rumorología soriana siempre sostuvo que fue otro de sus amigos, de más alta ‘alcurnia’ que el doctor, quien propinó el botellazo. El caso es que Cabrerizo cargó, en este caso literalmente, con el muerto.
Portada del libro de Francisco Tijeretas Gómez con el último retrato del diestro.
Aquel juicio debió ser un sainete de incongruencias entre los testigos, fruto de las filias y fobias de cada uno y del ambiente festivo que enmarcaba el festejo que se tornó en trágico. Todo con la prensa nacional más sensacionalista a las puertas de la Audiencia y describiendo a los sorianos como unos seres bárbaros y sin escrúpulos. También, algunos toreros promovieron un boicot al coso soriano. La sentencia llegaría un año después, tras la declaración de más de 100 testigos y 1.000 folios de sumario, con una condena de cárcel de 6 años para el acusado.
Fueron muchos, hasta el Colegio de Médicos provincial, los sorianos que pidieron el indulto aprovechando una visita del general Primo de Rivera a la ciudad y, aunque este no fue concedido, sí se conmutó parte de la pena por el destierro a, al menos, 25 kilómetro de la ciudad de Soria para el agresor. Este prosiguió su actividad médica en varios pueblos de la provincia y en Sepúlveda hasta su jubilación, cuando regresó a Soria.
En la obra ‘Death in the Afternoon’ el estadounidense Ernest Hemingway escribió sobre el suceso: “Eso libró a la tauromaquia de uno de los matadores más valientes de esta década”.
Nuevo Mester
El grupo recuperó una canción popular de un romance que escucharon en Almajano: “En la capital de Soria, se encontraba Nacional, esperando que llegaran las corirdas del Pilar…”
El chinche
Unico fallecido en el ruedo soriano: Fue un Viernes de Toros de 1935 cuando el matador soriano Vicente Ruíz falleció a causa del golpe sin cornada del toro de San Miguel.