Andrés Herrera ‘Pájaro’ (Sevilla, 1963), conoció a Silvio Rodríguez Melgarejo, ‘Silvio’ cuando tenía 16 años y su admiración por el músico se hizo realidad cuando éste al cabo de los años le pidió que fuera su guitarrista.
Ahora está inmerso en los ensayos … del homenaje a Silvio, «reunir a tantos amigos, al Canijo de Jerez, Kiko, Begines..., es fantástico y toda la gente que va a venir. Juntarnos todos y recordar a Silvio que hace 80 años que nació, a mi esto…, bueno en mi repertorio llevo canciones de Silvio que hemos versionado nosotros, pero tocar su repertorio es una maravilla. Estamos como estrenando zapatos nuevos«.
Reconoce que su vida estuvo marcada por Silvio, «yo creo que fue la persona que más me marcó. Yo tenía 16 años cuando lo escuché por primera vez en un programa de radio que llevaba una señora llamada Rosa María Pinto en Radio Sevilla, y no tenía ni idea de quien era Silvio, pero nada más escucharlo me fascinó y me aprendí todas sus canciones. Yo era un chaval que quería tocar la guitarra, y cuando tocaba soñaba pensando… ‘algún día seré el guitarrista de Silvio’, pero nunca podía imaginar que mi sueño sería realidad. El Universo me puso en el sitio adecuado».
El encuentro fue en un bar, casi como si fuera una premonición. «Fue muy gracioso. Yo estaba en un bar, y no tenía que trabajar ni nada. Mi hermana Mari Carmen y su marido tenían un bar en la calle Monte Carmelo en la época del Flash y toda esa movida rock y punk que había allí, y tenían que salir un momento y me dijeron: »niño, quédate aquí en la barra un rato«. Y yo dije, vale…, aunque dejarme a mi en la barra era un peligro… Y de pronto entraron unos señores, uno de ellos habló y de pronto lo ví: éste es Silvio, lo reconocí por la voz. Entonces cogí una guitarra que habían dejado unos flamencos y toqué…, me miró y me dijo: ‘chaval, algún día vas a ser mi guitarrista’. Y a los cuatro años ya era su guitarrista. Fue alucinante«.
Recuerda que trabajar con Silvio era muy fácil porque era un tipo muy divertido, «estábamos ensayando y el tío, cuando tocábamos las canciones que teníamos, de repente empezaba a cantar una canción de cualquier americano…, se la estaba inventando, y nosotros lo seguíamos. Cada ensayo era una película. A Silvio le salía todo esto de forma natural, espontáneamente. Silvio era un gran improvisador y Pive Amador iba tomando notas. Cuando Silvio cantaba algo Pive se daba cuenta de que ahí había sustancia y componía esa letra. Porque Silvio no cogía un papel ni un lápiz. El decía una frases o no, pero Pive lo conocía muy bien y la verdad salieron así la mar de canciones«.
Le pregunto si se lo imagina con 80 años o quizás creían que nunca iba a llegar a esa edad. «Ay, la verdad, todos en nuestro corazoncito sabíamos que Silvio…, porque evidentemente los que estábamos con él veíamos su vida. No comía, bebía mucho y era indomable, y aparte, como tenía ese encanto vital no parecía tan enfermo. Silvio no decía que era alcohólico, decía que era ‘alcoholista’, gran aficionado, decía. Pero fue una muerte anunciada. Estuvo a punto de irse unas cuantas de veces. Tenía 55 años y parecía que tenía 80«.
Haciendo un ejercicio de imaginación quiere pensar en Silvio vivo con 80 años, «con ese punto que tenía de la vida, era para grabarle lo que dijera desde que se levantaba hasta que se acostaba, porque tenía una facilidad y un juego de palabras, y unas contestaciones…, ahí están las entrevistas que le hacían, y no hay ninguna donde se escuche una tontería. Siempre hablaba con mucho sentido común, lo que pasa es que lo contaba a su manera picassiana. El era un poco Groucho, tenía ese toquecito y ese desparpajo trianero, porque se crió en Triana, y esa gracia, todo junto no se puede tener más arte«.
Tuvo un hijo de su matrimonio con una muchacha inglesa, pero nunca tuvo relación con él, «yo creo que ese fue uno de los factores que hizo que Silvio estuviera un poco a la deriva en su parte emocional. De hecho, quizás lo escuché hablar del hijo una vez o dos, pero nunca más. No se ponía nostálgico, era un puñalito que tenía clavado en su corazón. Pensaría, me lo encontraré algún díad, cómo será…, pero nada más. Silvio era muy buena persona«.
En el último disco ya no estuvo Pájaro con Silvio, «porque lo que necesitaba en aquella época era recogerse un poquito. El muchas veces intentó dejarlo, porque Silvio no comía, tenía síndrome de abstinencia e intentó dejarlo…, pero no. Silvio tenía que haberse recogido, pero la vida fue de otra manera, aunque de verdad que lo intentó mucho. Tenía abajo de su casa el bar de la esquina, le llamaba ABCbar, hasta lo metió en la letra de una de sus canciones. En los últimos años trabajar con él tuvo que ser complicado porque no podía estar ni de pie».
A pesar de todo sus recuerdos de Silvio son siempre dulces, nunca amargos, «lo ví recuerdo en el homenaje a Julio Matito y cuando lo ví salir al escenario, con ese plante, porque hay quien lo tiene y quien no lo tiene y Silvio lo tenía. A Silvio se le veía, era un bicho de algo grande y algo bueno, hasta en las fotos se percibe. Cuando cantaba era muy flamenco, muy bailaor. Tenía expresiones muy suyas, y lo que le salía, le salía. Era así y ya está. Yo lo veo como un Elvis Presley de otro planeta«.