Nicola Jokic es un jugador diferente. En un momento en el que los deportistas, independientemente de la disciplina, cuidan tanto su físico y se convierten en verdaderos atletas, él se sale de todos los cánones. Anárquico, ha revolucionado el baloncesto desde la atalaya de sus 211 centímetros con una visión del juego al alcance de muy pocos.
A sus 30 años, el jugador de los Denver Nuggets ha sido tres veces ganador del MVP de la temporada regular, aunque en varias entrevistas ha aclarado que el baloncesto no es su única prioridad. “Hay otras cosas que me gustan mucho más que el baloncesto. Es algo a lo que soy bueno, pero, por ejemplo, los caballos me hacen sentir mucho más feliz, aunque también triste”.
“Incluso cuando llegué aquí no pensaba en jugar. Solo vine a entrenar y a ser un jugador de la NBA de alguna manera, así que no lo soñé. Sé que algunos quieren ser los mejores o lo que sea. Yo no tengo ese problema. Sé que hay mejores jugadores que yo y los habrá en el futuro”, agregó en una entrevista en ‘Si.com’.
Peculiares hábitos alimenticios
Otra de las circunstancias que convierte a Jokic en un rara avis es su sinceridad a la hora de hablar de sus hábitos alimenticios. Cuando llegó a Estados Unidos era totalmente adicto a la Coca-Cola. “Me solía beber dos o tres litros al día y me tomé el último vaso antes de volar a Estados Unidos”, contó.
Lo que no ha dejado, pese a que evidentemente abusar de él puede tener aspectos contraproducentes en su físico, son los helados. “Diría que es mi comida favorita, pero después de diez días seguidos comiéndolo te aburres”, expresó haciendo un paralelismo con que le gusta el baloncesto, pero en su justa medida.
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