Hay joyas que terminan sucumbiendo al paso del tiempo. El Old Course de St. Andrews, rediseñado en su estructura moderna en 1863, aunque escenario de golf desde 1410, ya no aguanta la tecnología actual cuando no hay viento. En un día nublado, y algún chubasco aislado, sin apenas brisa, el campo donde se inventó este deporte fue saqueado por los golfistas. «Hay que aprovechar, que estos días anuncian mal tiempo», reveló Alejandro del Rey, séptimo con 65 golpes, igual que David Puig, el catalán que en Kingsbarns, firmó la misma tarjeta con un postrero eagle. (Resultados)

Fue un día especial para el golfista de 27 años, que completó su formación en Arizona State como Jon Rahm, y que este año se ha estrenado en el DP World Tour, el European Tour de siempre, con una victoria en Ras Al Kaimah a comienzos de año. «Luego ha sido un año reguleras», lamenta el golfista que compartió partido en el Dunhill Links, el torneo que mezcla a profesionales y amateurs famosos, con Matthew Goode, actor de The Crown y Downton Abbey. En esa misma salida también jugó el cantante Ronan Keating, en una jornada muy artística. «Hemos hablado un poco de todo», decía tras firmar ocho birdies y un bogey.

Alejandro del Rey y su día de película en St Andrews

Por encima incluso de todos esos aciertos fue el par del 17, el par 4 más díficil del mundo, donde embocó un putt de seis metros. «Fue importante, porque había hecho un bogey en el hoyo anterior y sirvió para acabar bien la vuelta», añadió el golfista que persigue entrar a toda cosa en la Race to Dubai. 

Ese  hoyo, el de la carretera, el único que soporta la tecnología sin ayuda de la climatología, el único que tuvo sensiblemente más bogeys que birdies en St. Andrews, rebajó la valía de la tarjeta de Matthew Jordan, el inglés que aspiraba a igualar el récord del campo que tienen sus compatriotas Ross Fisher y Tyrrel Hatton con 61 golpes. Iba para esos guarismos, pero tripateó desde cerca justo en el instante en el que el tenista Andy Murray -qué bien juega- se ganaba una ovación en el tramo siguiente, el majestuoso hoyo 18 delante de la casa club. El escocés ya es hándicap 2 y quiere jugar algún día las previas del Open Británico. Hizo algún approach soberbio.

El bogey de Jordan, que había enlazado dos eagles consecutivos (en el 5 y en el 6) le condujo a terminar con 63 golpes, igualado al estadounidense Ryan Brehm y el holandés Darius Van Driel, ambos en Kingsbarns, que fue el campo más fácil de todos, jugándose una media de cuatro golpes bajo par. Van Driel, de hecho, enlazó allí una secuencia de siete birdies consecutivos.

Cabrera Bello está de vuelta

Rafa Cabrera Bello, por la mañana, había terminado con un 66 muy significativo. Está el canario de 41 años en un regreso continuado. Llegó a ser el número 16 mundial y el año pasado acabó más allá del puesto 600 en el ránking. Ahora es el 313, después de haber sido tercero en el Abierto de Irlanda. «No hay una razón concreta. El swing se fue un poquito, no di con la solución ni la raíz del problema. Pero ahora confío más en mi swing porque he visto la mejoría en el campo de prácticas y ahora es mucho más divertido jugar». Esa diversión tiene la próxima semana un torneo especial para él, el Open de España que ganó en 2021. «Y más acabando el torneo el 12 de octubre», apunta.

Rafa Cabrera brilla en el Dunhill Links

La prueba de la bondad del día, sin brisa, fue que 140 jugadores bajaron del par en la suma de los tres campos. Por su final, cuatro hoyos de gran dificultad, Carnoustie fue el que más castigó. Diecinueve de los 28 que no lo lograron lo hicieron en el escenario más temido de todos cuantos rotan en el Open Británico. A partir del viernes, que habrá aguacero y viento, el Dunhill Links ya no será tan amable.