Hay un plano absolutamente alucinante en Extraño río, que destaca por encima del resto de imágenes de orfebrería que convoca Jaume Claret Muxart en su debut al largometraje. Este encuentra a Dídac, interpretado por Jan Monter también en su primer rol cinematográfico, tumbado al lado del río Danubio mientras se masturba. La trémula paz de su movimiento, la agitación que solo entrevemos en parte porque la cámara le encuadra de cintura para arriba, es acompañada poco a poco por la música de Maurice Ravel, Dafne y Chloé en crescendo. La cámara no llega a registrar la eyaculación como tal, porque cuando está a punto de estallar empieza el lento fundido hacia un nuevo plano. El orgasmo descompone a Dídac, a la vez que le reconfigura como otra cosa.
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