La facturación electrónica obligatoria es ya una realidad para las empresas. Sin embargo, a falta de tres meses para la puesta en marcha del nuevo sistema de facturación -que será obligatorio para los contribuyentes del Impuesto sobre Sociedades a partir de 1 de enero de 2026 y seis meses más tarde para el resto de los contribuyentes afectados por la obligación-, quedan aún muchos matices por definir que generan gran preocupación en sede empresarial.

Precisamente por ello, CEIM Confederación Empresarial de Madrid- CEOE y Garrido, sensibles a la importancia de la cuestión, y una vez más implicados en apoyar con conocimiento a las empresas, han organizado una jornada monográfica para abordar el status quo de la cuestión y, lo que es más importante, situar a los empresarios frente al entorno que va a caracterizar la contabilización a partir de 2026 y a las implicaciones que va a traer consigo.

La facturación electrónica es el exponente del nuevo concepto de sociedad al que nos dirigimos y al que también se dirige la empresa: una sociedad tecnificada y transparente, de la que el control tributario no queda al margen.

La información con trascendencia tributaria y el control sobre la misma llegarán a su máximo exponente gracias a esta nueva obligación que forma parte de un proceso que culminará con la factura electrónica, un segundo proceso normativo, que aún está pendiente de desarrollo reglamentario y que, en breve tiempo, obligará sin excepciones a toda la comunidad empresarial.

Todo ello forma parte, en definitiva, del proyecto europeo por modernizar las PYMEs, como tuvo la oportunidad de explicar nuestro socio del Área Fiscal, Antonio Revuelta, ponente de la jornada, frente al importante aforo de empresarios que se dio cita y que expresó su preocupación por el impacto que las nuevas obligaciones va a tener sobre ciertos colectivos empresariales.