Las eses de Kiko Galván en ese vídeo no se pueden entender
En el ciclismo profesional estamos acostumbrados a ver gestas en carrera, algún que otro exceso en redes y, de vez en cuando, situaciones que hacen torcer el gesto. Lo de Kiko Galván en la Arrabassada entra de lleno en este último grupo.
El ciclista del Kern Pharma ha sido grabado haciendo el cabra en una de las carreteras que baja del Tibidabo a la ciudad de Barcleona.
Nada menos que saltando el separador de carriles y metiéndose en el sentido contrario, en un tramo famoso por la cantidad de accidentes que acumula.
Una escena digna de un reel de Instagram, pero que dice muy poco de alguien que lleva el maillot de un equipo profesional.
La reacción de Kern Pharma no se hizo esperar, estuvieron rápidos, en un año en el que la no presencia en la Vuelta a España ha pesado en el ánimo del equipo y el patrocinador.
Primero, un comentario en redes pidiendo disculpas.
Después, un comunicado más elaborado, con la fórmula habitual: “indignación”, “no refleja los valores del equipo”, “asumimos nuestra responsabilidad” y el comodín: “medidas disciplinarias”.
Palabras que suenan a protocolo, más que a verdadera sorpresa.
Porque, seamos serios, estas cosas no se improvisan, se entrenan.
Y Galván sabía perfectamente qué estaba haciendo.
Con 27 años, contrato hasta 2026, Kiko Galván ha corrido una Vuelta y ha firmado puestos de honor.
Al margen de lo deportivo, con este vídeo, su credibilidad ha caído a mínimos, no hablamos de un chaval de juveniles probando límites: hablamos de un profesional que debería ser ejemplo -eso dice el manual-, dentro y fuera de la competición.
El problema es mayor de lo que parece.
El ciclismo vive permanentemente bajo la lupa de la seguridad vial.
Se denuncia —con razón— el acoso y la falta de respeto de los coches hacia los ciclistas.
Y luego aparece uno del pelotón profesional saltándose las normas con una alegría que asusta. ¿Qué mensaje queda para el resto?
Kiko Galván se ha buscado un marrón monumental.
Y lo peor: no por hacerlo en carrera, sino por una irresponsabilidad gratuita que, más que rebeldía, transmite torpeza.



