La app Sora es la gran apuesta de OpenAI para competir con gigantes como TikTok, Instagram Reels y YouTube Shorts en el mercado del video social. La gran diferencia es que todo el contenido en Sora se genera mediante inteligencia artificial. Lo que podría redefinir el consumo audiovisual en internet, al popularizar clips creados en cuestión de segundos en lugar de grabados en la vida real. Sora, lanzada por OpenAI, la compañía creadora de ChatGPT, permite generar videos completos, imagen, movimiento, sonido e incluso voces, a partir de una descripción escrita, una imagen estática o un fragmento de video previo.

Así es Sora de OpenAI

La app no se limita a la generación automática. Los usuarios pueden autorizar la inclusión de su propia voz o rostro en los videos mediante cameos digitales, y también remezclar creaciones de otros en un formato social con «me gusta», comentarios y opciones de compartir. La experiencia de uso recuerda al scroll vertical de TikTok, pero con la gran diferencia de que todo lo que se ve en el feed ha sido generado por una IA. De momento, Sora está dispobible en Estados Unidos y Canadá.

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Sora no es del todo nueva. OpenAI comenzó a probarla a finales de 2024 con usuarios de ChatGPT Plus y Pro, quienes ya podían generar videos de corta duración. Ahora, el lanzamiento se ha ampliado con una aplicación social propia, disponible en fase de invitación en Estados Unidos y Canadá para dispositivos iOS. Paralelamente, Microsoft ha integrado la tecnología en «Bing Video Creator». Esto indica que OpenAI quiere experimentar tanto con un modelo de suscripción premium como con una estrategia de masificación a través de Microsoft, su principal socio tecnológico e inversor.

¿La nueva gran red social?

La gran pregunta es si Sora podrá convertirse en una red social de masas y plantar cara a TikTok o YouTube Shorts. A primera vista, la propuesta de valor es clara: cualquier persona puede convertirse en creador de video sin necesidad de cámara, actores, decorados o edición. Un texto breve puede transformarse en un corto de 15 segundos con imágenes, música y voces, abriendo el camino a una explosión de creatividad, pero también al riesgo de inundar internet con contenidos repetitivos o de baja calidad.

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OpenAI parece apostar por un ecosistema en el que el usuario no solo consume, sino que también crea y remezcla videos constantemente. El modelo recuerda al de TikTok, donde la clave no es tanto la calidad técnica como la velocidad y la viralidad. Sin embargo, en este caso la producción está completamente automatizada.

Cómo podrías usar Sora 2 para hacer el video

  • Accede a Sora 2. Si la aplicación ya está abierta para ti o puedes aplicarte para acceso, únete. Si aún no está disponible en tu región, esperar o usar alternativas puede ser necesario.
  • Divide tu video en escenas pequeñas/segmentos cortos. Debido a las limitaciones temporales de duración, conviene generar escenas de pocos segundos cada una (por ejemplo, 5-10 s) que luego ensamblas.
  • Genera cada escena por separado con prompts. Usa descripciones textuales que indiquen lo que necesitas. Si usas cameo, puedes capturarte actuando o voz, para aparecer en alguna escena clave (por ejemplo, presentándote como narrador dentro del video).
  • Edita y une escenas. Con un editor de video externo (Premiere, Final Cut, DaVinci, etc.), unes las escenas con transiciones, música de fondo, voz en off, textos superpuestos, efectos adicionales.
  • Refuerza con voz en off y música. Graba la narración del guion para acompañar visualmente las escenas generadas por IA. Integra música de fondo o efectos sutiles para ambientar.
  • Ajustes finales y revisión. Ajusta la sincronía, transiciones, corregir errores visuales y monta el resultado final.

Críticas y riesgos

El lanzamiento de Sora ha despertado entusiasmo y preocupación a partes iguales. Grandes estudios como Disney ya han advertido contra el uso de fragmentos bajo derechos de autor sin permiso expreso, y varios expertos alertan sobre el peligro de los deepfakes: la posibilidad de que alguien intente manipular la imagen o la voz de una persona sin su consentimiento.

Para mitigar esos riesgos, OpenAI ha introducido filtros que bloquean la generación de videos con figuras públicas y exige un consentimiento explícito para que un usuario aparezca en sus propias creaciones. Además, la compañía asegura que está aplicando controles para impedir la difusión de material violento, sexual explícito o de odio.

Impacto en la economía del contenido digital

Más allá del consumo social, Sora podría transformar industrias enteras. En el cine y la publicidad, ya se está probando como herramienta de prototipado rápido. En los videojuegos, puede generar escenas en cuestión de minutos. Para creadores independientes, supone acceso a un tipo de producción que antes requería presupuestos elevados.

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Pero hay un aspecto más estratégico: con Sora, OpenAI no solo ofrece un modelo de IA, sino que controla la plataforma, la distribución y los datos. Si logra atraer a millones de usuarios, se convertirá en un jugador central en la economía del contenido digital, acumulando un poder semejante al de YouTube o TikTok en su día.

El lanzamiento de Sora nos recuerda al boom inicial de las imágenes generadas por inteligencia artificial. Cuando DALL·E o MidJourney irrumpieron, inundaron las redes con resultados sorprendentes que parecían anticipar un nuevo paradigma creativo, pero la saturación de contenidos similares acabó apagando el entusiasmo. Con los videos de Sora podría ocurrir algo parecido: un deslumbramiento inicial seguido de aburrimiento si los clips resultan repetitivos o poco útiles.

La gran diferencia es que el video, a diferencia de la imagen estática, tiene un componente emocional más fuerte, lo que podría dar a Sora una oportunidad de mantener la atención. ¿Seguiremos viendo videos grabados en la vida real o viviremos en un ecosistema audiovisual dominado por creaciones artificiales?

Catalina Elidafamo

Periodista dedicada a contar el impacto de la innovación en los mercados y la sociedad, explorando desde el potencial de la tokenización hasta los dilemas éticos de la IA.

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