El relevo para Binario Libros llegó de una manera lógica para una librería: a través de la palabra escrita en papel. En concreto en un … cartel en la puerta del establecimiento. «Es la librería del barrio de hace muchísimo tiempo, como 30 o 40 años, y un día paseando vimos: ‘Nos jubilamos’ y una pregunta que me pareció muy graciosa: ‘¿Te gustaría tener tu propia librería?’», recuerda Fernando Ros, el propietario del comercio desde el año pasado, cuando respondió, junto a su pareja Joana Larrea, con un ‘sí’ a la pregunta que figuraba en el escaparate.
Así empezó esta historia, con cierto aire romántico, pero al que tuvieron que acompañar de un sentido práctico. Para asegurarse de cumplir con todas las garantías acudieron al programa ‘Berriz Enpresa’ del Gobierno vasco y que se desarrolla a través de las Cámaras de Comercio de Euskadi. «Nosotros no teníamos ninguna experiencia, teníamos el romanticismo, pero no teníamos el conocimiento. Con lo cual, lo que sí que teníamos claro es que necesitábamos a alguien que sí que lo tuviera. Entonces, la decisión del traspaso no la tomamos hasta que encontramos a esa persona, Rosa, que tiene muchísimos años de experiencia y ha resultado la persona perfecta para llevar la atención al cliente», detalla Ros.
Una vez tomada la decisión llegó el momento de llevar a cabo el proceso. «Es un procedimiento interesante porque tienes que dejar de lado la parte romántica y analizar cómo entrábamos y qué opciones había. Al final, los números daban para sostenerse y nos lanzamos».
Una vez gestionado todo, decidieron hacer algún pequeño cambio en la librería, pero ‘con cabeza’. «Teníamos claro que un comercio con casi 40 años de experiencia, en el que al entrar ya notabas que tenía mucho tiempo, había cosas que no podíamos ni queríamos cambiar. No queríamos hacer algo moderno, ni algo ‘minimal’ como se lleva ahora. Se trataba de coger una librería de siempre, conservar incluso el olor, y darle algunas cosas que creíamos que podríamos aportar para que tuviera más dinamismo», explica Fernando. El toque personal que cada uno quiere imponer a su negocio, pero sin perder la esencia.
En cuanto a las dificultades que pueden surgir, los nuevos propietarios tienen claro que hay que llegar al público. «Somos conscientes de que hay que estar en redes sociales, pero queremos ofrecer a la gente algo diferenciador, experiencia de compra, sin necesidad de que les gusten las redes. Y, por otro lado, una de las cosas que tenemos prevista es desarrollar la venta on line».
¿Y cómo ve Fernando Ros el futuro? «Pues según la mañana. Lo que sí tengo claro es que hay que defender el pequeño comercio. Creo que ofrecen una imagen de cada ciudad que hay que proteger, es una identidad propia. Igual que se protege al Athletic como identidad, de alguna forma el pequeño comercio debería empezar a formar parte de esa identidad».
Con la colaboración del departamento de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno vasco.