El cantante y compositor Antonio Orozco, premio Ondas 2003 al mejor artista en directo y nominado a los Latin Grammy, habla abiertamente en su primer libro Inevitablemente yo, sobre lo que le llevó a parar todo para centrarse en él, en su salud física y mental. “Hay que aceptarse y aprender a vivir con tus defectos y actitudes”, explica el cantante que, a pesar de tenerlo todo, no era feliz. “Tenía todo y no entendía por qué no era feliz ni era capaz de ser feliz”. A él le ha servido “dar un paso atrás para seguir adelante”.
Como él mismo dice en su libro “estaba demasiado absorto en una inercia que me impedía detenerme y preguntarme con sinceridad si todo esto me hacía feliz”. No es una obra de autoayuda, señala el cantante, pero sí un libro que puede servir a mucha gente a encontrar su sitio.
Entre sus confesiones, el cantante recuerda el momento en el que su cuerpo le dijo que parase. “Mi cuerpo había tomado una decisión antes que yo, algo que no podría ignorar por mucho más tiempo. Llegué a casa y me metí en la cama con casi cuarenta grados de fiebre. Sabía que eso era más que un resfriado: era el cuerpo gritando lo que yo no quería escuchar. No me levanté en todo el día porque me dolía todo, como si hubiera corrido un maratón. No hacía nada más que estar tumbado”.
Y es que, la ansiedad también se refleja en el cuerpo:
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A nivel vascular: mayor presión sistólica y frecuencia cardiaca.
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A nivel muscular: tensión, presión en el pecho, entumecimiento de las extremidades, cansancio…
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A nivel respiratorio: suele haber hiperventilación o suspiros excesivos.
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Hábitos saludables y pérdida de peso
Esta señal le hizo tomar la decisión de parar y poner orden en su vida y de llevar una vida más saludable. “Reconozco que hasta entonces no había podido dar un concierto sin fatigarme. Me dolían las piernas y las articulaciones”, confiesa. Durante años, “fui acumulando kilos como quien acumula silencios. Ansiedad, frustración, culpa… Todo eso se convirtió en comida. En noches largas. En excusas. En ropa que dejas de ponerte. En rodillas inflamadas que duelen cuando subes unas escaleras. En el gesto automático de tratar de esconderte cuando te hacen fotos”.
“Mi cuerpo gritaba lo que yo no oía o, más bien, lo que no quería escuchar. Hasta que el cuerpo me dijo basta”. “Un día te das cuenta de que la ropa que te ponías ya no te la puedes poner. No solo eso, sino que terminas poniéndote la misma ropa todo el tiempo. Iba vestido siempre igual porque nada más me valía. Cuando llegas a ese punto, ni siquiera sabes cómo lo has hecho”.
Para mejorar físicamente Orozco se sometió a una rutina de ejercicio físico y a una dieta especial, que tenía más que ver con los horarios que con los alimentos. En concreto, realizó una dieta basada en el ayuno intermitente de 17 horas y media al día sin comer.
Ir a terapia
Otra de las cosas que ayudó a Orozco fue acudir a terapia. “Poder hablar con alguien sin que te juzgue, alguien que se mueve solo por el interés de entenderte y de poder ayudarte a poner en orden las ideas fue un descubrimiento inmenso. Debía poner el foco en ciertas emociones y episodios dolorosos e ir atrás en el tiempo para arreglar mi presente. Gracias a la terapia, he logrado ir desmontando mi colapso emocional, deconstruirme para volver a construirme después, poco a poco”.
Como explica a CuidatePlus Olga Albaladejo, psicóloga integrativa especializada en salud y bienestar, “ir a terapia es un acto de valentía, no de debilidad y significa dar un paso consciente hacia el autoconocimiento y el bienestar emocional”.
Según la especialista, “el éxito profesional, la fama o el reconocimiento público no vacunan contra el sufrimiento, es más, a menudo, estas circunstancias añaden capas de complejidad a la experiencia de vivir”.
Personas como Orozco “pueden necesitar terapia para navegar la paradoja de sentirse solos estando siempre rodeados, para gestionar la presión constante de las expectativas ajenas, o para reconectar con su identidad más allá del personaje público”, describe.
Y es que, el éxito trae consigo desafíos específicos como:
- La dificultad para confiar en relaciones auténticas
- La sobreexigencia
- El síndrome del impostor
- El vacío que aparece cuando, tras alcanzar todos los objetivos externos, uno se pregunta «¿y ahora qué?».
Como explica Orozco en su libro, “esta etapa de mi vida ha representado un momento crucial de autodescubrimiento. Es como mirarme en el espejo y reconocerme plenamente, aceptar cada parte de lo que soy, con mis virtudes y defectos, y convertir todo ello en música. Ha sido un proceso complicado, pero también profundamente liberador. En este camino he comprendido algo esencial: que ser vulnerable no es solo inevitable, sino necesario”.