Los partidos del Madrid empiezan a jugarse una hora antes, desde que se conoce la alineación de Xabi Alonso. Los puntos calientes sobre los que debe legislar el técnico crecen a cada paso: la ubicación de Fede Valverde, el encaje de Jude Bellingham, los minutos de Vinicius… Y las decisiones del vasco contra el Villarreal tuvieron miga. El uruguayo empezó como lateral derecho tras la gran tormenta de los últimos días a cuenta de sus palabras en Kazajistán (“no he nacido para jugar de lateral”) y su pasotismo en el calentamiento en Almaty, donde no salió. Y el inglés arrancó desde la barrera por segundo partido consecutivo después de la titularidad en el derbi, una apuesta que se produjo pese al escaso rodaje del mediapunta. Cuando a Xabi se le preguntó en sala de prensa si ahora lo volvería a sacar de inicio, el tolosarra contestó sin contestar: “Es una pregunta bien tirada, pero la respuesta que tenga no tiene ningún efecto. Ahora no vale mucho la pena responderla”, dijo con una sonrisa.
El beneficiado fue Dani Ceballos, que sumó su segundo encuentro consecutivo de partida como organizador. En general, el once madridista pareció el más equilibrado teniendo en cuenta los perfiles del grupo, con una manija en la medular (el andaluz) en lugar de dos centrocampistas más físicos. La cuestión es que la alineación tuvo todo el aire circunstancial. Primero, porque la recolocación de Valverde en el lateral derecho se debió a las lesiones de Carvajal y Trent Alexander-Arnold; y segundo, porque la suplencia de Bellingham, salvo un golpe de pecho imprevisto de Xabi, es también temporal. A la vuelta del parón, al que Jude no acude con su selección, el británico habrá sumado horas de trabajo en Valdebebas para volver a irrumpir en un tramo del calendario en el que surgen en el horizonte Juventus, Barcelona y Liverpool.
El engrase del ex del Dortmund se presenta como el siguiente gran desafío para Alonso, un peaje para el que no cabe mucha más dilación si se atiende a su estatus en la plantilla. Su lugar lo ocupa Arda Güler. La conexión del turco con Mbappé ha dado sus frutos, pero por el retrovisor irrumpe la figura estirada de Bellingham. Su inclusión en el once del Metropolitano hace una semana ya obligó al otomano a escorarse a la izquierda, en lugar del sacrificado Mastantuono. Un sudoku con varias piezas implicadas que apremia en el cuaderno del nuevo entrenador blanco. Ayer, cuando salió Bellingham, se fue Güler.
Jude, clave con su robo en el tercer gol, no asomó en el terreno de juego hasta el minuto 64, una hora en la que pudo contemplar desde fuera cómo Valverde se estiró más que nunca arrancando como lateral, donde menos le gusta. En todo caso, más allá de la polvareda levantada a raíz de sus imágenes en Kazajistán, donde se le vio de brazos caídos en el calentamiento, lo más frustrante para el charrúa es que había perdido “la pisada”, como él admitió. Paradójicamente, la ubicación de ayer le permitió desplegarse por la banda, pisar el ataque y recuperar un vuelo que había perdido desde el inicio de la Liga.
Esta vez el brasileño se retiró feliz a los vestuarios y tras completar el duelo. Soltó tensión con dos goles, y acabó como el jugador que más veces disparó (cinco), más ocasiones creó (seis) y más regates completó (seis). Una velada de desahogo para él frente a la inquietud que causó la sustitución en el 85 de Mbappé, aquejado de un ligero esguince en el tobillo derecho, según la primera exploración del club.