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Durante décadas, Venus ha sido un lienzo cubierto de niebla para la ciencia planetaria, un cuerpo celeste envuelto en misterio y sulfuro. Pero ahora, una sorprendente reinterpretación de datos recogidos hace más de 45 años reescribe radicalmente nuestra comprensión sobre lo que flota en sus nubes.
A través de una investigación liderada por Rakesh Mogul, profesor de Química y Bioquímica en la Universidad Politécnica Estatal de California, Pomona, se ha descubierto que los aerosoles de las nubes venusinas albergan cantidades sustanciales de agua y sulfatos de hierro.
Este hallazgo no solo desafía décadas de consenso científico, sino que también reaviva viejas preguntas sobre la posibilidad de condiciones habitables en un entorno que antes se creía completamente hostil.
60 % de agua
El análisis se basa en datos recogidos en 1978 por la sonda Pioneer Venus. Gracias a una minuciosa revisión del espectrómetro de masas de la sonda (archivado en microfilmes y casi olvidado por la comunidad científica) el equipo de Mogul ha identificado proporciones de masa sorprendentes: aproximadamente un 60 % de agua, y un 20 % de sulfato de hierro y ácido sulfúrico, respectivamente.

Esta composición no solo contradice la idea de que las nubes de Venus están dominadas por ácido sulfúrico concentrado, sino que también pone en duda la creencia generalizada de que su atmósfera es casi completamente seca.
El descubrimiento apunta a que la mayoría de esta agua no se encuentra en forma líquida ni gaseosa, sino integrada en compuestos hidratados como el sulfato férrico hidratado y el sulfato de magnesio hidratado. Estos compuestos suponen la existencia de una química atmosférica mucho más rica y compleja de lo que se pensaba hasta ahora, una química que podría ser clave para entender la dinámica de la atmósfera de Venus, así como su historia geológica y climática.
La historia del descubrimiento
La historia de este descubrimiento es en sí misma fascinante. En 2021, durante una conversación informal entre Mogul y Sanjay Limaye, científico senior especializado en Venus en la Universidad de Wisconsin-Madison, surgió la idea de revisar los datos originales del espectrómetro de masas de la Pioneer Venus Large Probe.
Con la colaboración del investigador de la NASA Michael J. Way y del geólogo planetario Mikhail Yu. Zolotov, el equipo logró recuperar estos archivos olvidados del repositorio de datos de la NASA, dándoles una segunda vida en el presente.
Gracias al uso de técnicas modernas de análisis de gases evolucionados, los investigadores pudieron reinterpretar no solo los datos de la Pioneer Venus, sino también resultados de las misiones soviéticas Venera y Vega. En todos los casos, los instrumentos habrían capturado (aunque sin intención) partículas de aerosoles que contenían compuestos ricos en agua, hierro y azufre.
Específicamente, al atravesar las capas nubosas del planeta, los aerosoles se descomponían térmicamente dentro de las sondas, liberando gases que fueron detectados como H₂O⁺, SO₂⁺, O₂⁺ y FeO⁺.
Estos resultados no solo cuestionan viejas interpretaciones, sino que plantean nuevas preguntas: ¿cómo se formaron estos compuestos? ¿Provienen de procesos internos o del impacto constante de polvo cósmico y meteoritos? Mogul señala que el hierro podría haber llegado a las nubes venusinas desde el espacio, y que estos compuestos representan una química atmosférica completamente nueva para Venus.
NASA / Paul Hudson
Las cuatro sondas Pioneer Venus enviaron datos durante su descenso a través de la atmósfera de Venus.
Implicaciones
Los hallazgos tienen implicaciones profundas. Desde la posibilidad de que exista una química más rica y variada en las nubes hasta la apertura de un nuevo capítulo en la búsqueda de vida en entornos extremos.
Venus, una vez descartado como un horno infernal y químicamente simple, comienza ahora a mostrarse como un mundo dinámico, con procesos aún no comprendidos del todo. El hecho de que estas revelaciones hayan surgido de datos recogidos hace casi medio siglo demuestra que aún queda mucho por descubrir, incluso en los archivos polvorientos de la era dorada de la exploración planetaria.
No es casualidad que Venus haya sido el primer planeta del Sistema Solar (después de la Luna) que recibió la visita de una sonda espacial. Hasta ahora, más de 25 misiones robóticas han explorado sus cielos, sin que ninguna lograse atravesar su denso velo para ofrecer respuestas definitivas. La totalidad del planeta permanece oculta bajo una cobertura nubosa continua, en contraste con la Tierra, donde solo el 70 % del cielo se ve cubierto por nubes en un momento dado. Esta capa perpetua de nubes, tan espesa como misteriosa, es ahora el escenario de un nuevo paradigma científico.
El estudio liderado por Mogul ha sido publicado en el Journal of Geophysical Research: Planets, y ya está siendo considerado como uno de los trabajos más prometedores para revitalizar el interés por la exploración de Venus. Con nuevas misiones planeadas por NASA y ESA para la próxima década, estos descubrimientos podrían influir decisivamente en el diseño de instrumentos científicos y objetivos prioritarios.