Domingo, 5 de octubre 2025, 05:00
La prevención salva vidas. Según explica Sara Batanero, técnico de prevención y promoción en salud de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Salamanca, hasta un 60% de los casos podrían prevenirse con hábitos de vida saludable y una adecuada participación en los programas de detección precoz. Con este objetivo, la organización ha situado la prevención como pilar estratégico de su trabajo a través de iniciativas comunitarias, educativas y políticas para crear entornos más saludables y reducir la incidencia de la enfermedad.
El tabaco, enemigo número uno
Entre los factores de riesgo, el tabaco ocupa un lugar prioritario. «Estamos hablando de un 30% de los cánceres relacionados con el consumo de tabaco», señala Batanero. Por ello, la AECC trabaja en varias líneas: educación, incidencia política y creación de espacios libres de humo.
Uno de los grandes objetivos es alcanzar en 2030 la primera generación libre de tabaco, algo que exige no solo informar, sino también regular. «No podemos limitarnos a dar charlas. Es fundamental trabajar a nivel legislativo y comunitario», apunta . En Salamanca ya se ha logrado liberar de humo las marquesinas de los autobuses, y el reto ahora es extender la medida a más espacios al aire libre.
Acabar con la normalización del consumo resulta esencial para evitar contradicciones en el mensaje preventivo, sobre todo ante los más jóvenes. En este sentido, la AECC impulsa el Proyecto Cero, que fomenta que sean los propios adolescentes quienes lideren campañas e iniciativas contra el tabaquismo.
Además, la asociación considera fundamental el apoyo a la deshabituación tabáquica, especialmente en pacientes oncológicos. «Queremos que dejar de fumar se convierta en el cuarto pilar del tratamiento del cáncer», subraya Batanero, y recuerda que esta medida no solo previene nuevos diagnósticos, sino que mejora la supervivencia y calidad de vida de quienes ya padecen la enfermedad.

Sara Batanero, técnico de prevención y promoción en salud de la Asociación Contra el Cáncer en Salamanca.

Cribados
La detección precoz es otra de las grandes armas contra el cáncer. En Castilla y León, los programas de cribado de mama y colon han logrado una buena implantación, y se han ampliado además las franjas de edad respecto a otras comunidades. Sin embargo, la participación no siempre es la deseada.
«El cribado de cáncer de colon necesita al menos un 68% de participación para ser efectivo, y aquí estamos en torno al 50%», explica la técnica. Para revertir la situación, la AECC desarrolla acciones en barrios, asociaciones vecinales y otros espacios comunitarios, ofrece charlas e incluso testimonios de pacientes. El objetivo es que el mensaje cale en la población de riesgo y se traduzca en más pruebas realizadas.
En cuanto al cáncer de pulmón, aún no existe un cribado estandarizado, pero Salamanca participa en el proyecto piloto Cassandra, que estudia la viabilidad en fumadores. También se promueven iniciativas en el cribado de cérvix para aumentar la participación de las mujeres.
Por otra parte, la obesidad y el sedentarismo son responsables de aproximadamente un 18% de los cánceres, una cifra que preocupa a la AECC, sobre todo por el aumento de la obesidad infantil. Para combatirlo, la asociación impulsa rutas y actividades saludables en Salamanca y en otras localidades.
Más allá de la prevención, la actividad física también tiene un valor terapéutico en pacientes oncológicos. «El ejercicio terapéutico puede reducir la mortalidad hasta en un 80%», explica Batanero. Por ello, se trabaja en coordinación con oncólogos y profesionales de la salud para ofrecer programas adaptados.
La alimentación juega un papel inseparable de la obesidad. El abandono progresivo de la dieta mediterránea preocupa a la asociación, que recuerda que una mala nutrición no solo incrementa el riesgo de cáncer, sino también de otras enfermedades como la diabetes.
Protección solar
La exposición solar sin protección es otro de los frentes prioritarios. Aunque a menudo se asocia solo con el verano o la playa, la AECC insiste en la importancia de protegerse durante todo el año y en actividades cotidianas como el deporte al aire libre o el trabajo en el campo.
En Salamanca, la asociación colabora con colegios, clubes deportivos y empresas para fomentar el uso de cremas solares, ropa adecuada y de horarios. Niños y adolescentes, deportistas y trabajadores al aire libre —especialmente los del sector agropecuario y del transporte— son los colectivos más vigilados.
Se trabaja en campañas constantes y en colaboración con dermatólogos para mejorar la concienciación y el diagnóstico precoz.
De este modo, la AECC en Salamanca busca no solo educar individualmente, sino también transformar los entornos y las comunidades. «Si un niño vive rodeado de gente que fuma, el mensaje de que no lo haga pierde fuerza», señala la técnica.
De ahí que la asociación apueste por el trabajo en red con ayuntamientos, centros educativos, asociaciones juveniles, empresas y colectivos vecinales. La prevención, insisten, debe implicar a todos los actores sociales.
Además de la prevención y los cribados, la AECC recuerda la importancia de estar atentos a los síntomas de alarma: bultos, heridas que no cicatrizan, lunares que cambian de forma o tamaño, hemorragias anormales, tos persistente, cambios en hábitos intestinales o urinarios y pérdidas de peso injustificadas.
Reconocer estos signos puede marcar la diferencia entre un diagnóstico temprano y uno tardío.
La Asociación Española Contra el Cáncer quiere transmitir a la ciudadanía el mensaje de que cuidarse es la mejor prevención. Hábitos como dejar de fumar, alimentarse de manera equilibrada, protegerse del sol y realizar ejercicio físico pueden evitar muchos casos de cáncer cada año. «No siempre somos conscientes de lo que está en nuestras manos», concluye Batanero. «A veces pensamos que el cáncer es cuestión de azar o herencia, pero el estilo de vida tiene un peso mucho mayor».

Verónica Hernández está afrontando la enfermedad con una actitud muy positiva.

«Aprendes a relativizar. Lo importante es que estoy aquí»
La detección precoz es, según los especialistas, la mejor herramienta frente al cáncer de mama, el tumor más frecuente entre las mujeres. La historia de Verónica Hernández, de 44 años habla de la relevancia de no ignorar las señales que envía el cuerpo y de apoyarse en la familia, en los médicos y en la Asociación Española Contra el Cáncer en Salamanca durante el proceso de la enfermedad.
Su caso comenzó con un dolor persistente en el pecho derecho que ella misma atribuía a los cambios hormonales de la menstruación. «Notaba molestias desde enero de 2024, pero siempre coincidían con la regla. Por eso no le di importancia», recuerda. Sin embargo, con el paso de los meses, el dolor se volvió continuo. En septiembre, ante la persistencia de las molestias, decidió pedir cita con su médico de cabecera. Él la tranquilizó en un primer momento, porque el dolor no parecía provenir de un bulto evidente, pero aun así la derivó a la Unidad de Patología Mamaria. Fue allí donde comenzaron las pruebas diagnósticas: mamografía, ecografía y finalmente biopsia. «Cuando me pusieron un marcador en el pecho sin haber confirmado todavía qué era, me hundí. Sentí que me iba a morir al día siguiente», relata.
La incertidumbre, reconoce, fue el periodo más difícil: «Nunca lo he pasado tan mal. Quité el árbol de Navidad llorando, convencida de que no tendría más Navidades con mis hijas».
El 11 de febrero de 2025 llegó la operación. La doctora Teresa Ramos practicó una mastectomía en su mama derecha. Antes, la oncóloga Isabel Silva le dio las palabras que cambiaron su manera de afrontar la enfermedad: «Me dijo: ‘De esto no te mueres’. En ese momento me pregunté si vería crecer a mis hijas, si llegaría a ser mayor, y ella me respondió que sí. Aquello me hizo cambiar el chip por completo».
Tras la cirugía, llegaron las doce sesiones de quimioterapia y quince de radioterapia. «Lo peor fue la caída del pelo», reconoce. «Pensaba que lo tenía asumido, que no me importaría, pero hasta que llegó el momento no fui consciente». Decidió afrontarlo rodeada de su familia. Sus hijas, su sobrina y su madre fueron las encargadas de cortarle el pelo. Desde entonces, ha llevado pañuelo con naturalidad, y ha dejado la peluca solo para momentos puntuales, como la comunión de su hija.
La fortaleza de Verónica no ha sido solo física. Ella misma reconoce que la ayuda psicológica fue fundamental para mantener el ánimo: «Conté con el apoyo de Pilar, psicóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer en Salamanca, y también con la del hospital. Mi familia, mis amigos y mis compañeros de trabajo han sido imprescindibles. Gracias a ellos no me he sentido sola en ningún momento».
Ahora tiene que someterse a revisiones periódicas. «Me quitaron el pecho y me pusieron una prótesis en la misma operación. Puedo mover el brazo perfectamente. Sí, estoy cansada, me duelen los pies y he cogido peso, pero lo importante es que estoy aquí», afirma con una sonrisa.
En su testimonio insiste en la importancia de la prevención: «Si notas algo, por pequeño que sea, ve al médico. No lo dejes pasar. En mi caso, el tumor era grande y fue fundamental que mi médico me derivara enseguida».
La familia ha sido su pilar en este proceso: «Con ellos he llorado y con ellos he reído. Mi marido, mis padres, mi hermana… todos han estado conmigo. Y también los amigos, que han sabido estar en los momentos más duros».
Además del respaldo emocional, encontró en la Asociación Española Contra el Cáncer den Salamanca un espacio donde informarse y sentirse acompañada: «Buscaba referencias cercanas, alguien que me explicara más. Allí recibí apoyo psicológico y he participado en charlas».
También acude a un gimnasio especializado.
La enfermedad le ha cambiado la forma de ver la vida. «Te das cuenta de lo que merece la pena y de lo que no. De quién merece la pena y quién no. Te llevas sorpresas, buenas y malas, pero sobre todo aprendes a relativizar. Cosas que antes parecían problemas ahora son tonterías. Lo importante es estar aquí».
Con esa mentalidad afronta el futuro. Tras un verano marcado por los tratamientos, en septiembre pudo disfrutar de unas vacaciones en familia y en octubre regresará a su trabajo como formadora en cursos de hostelería, donde colabora con entidades sociales como Asprodes, Cáritas o Cruz Roja.
Ahora, se siente muy ilusionada con las próximas fiestas: «Estas Navidades pondré encantada el árbol. Hay que celebrarlo todo: una comida, una cena, un encuentro con amigos. La vida merece celebrarse siempre».
Con todo, se siente afortunada «porque, aunque tengo secuelas menores, puedo gestionarlas de forma positiva. Lo importante es que estoy aquí».
Reporta un error