Por culpa de su último libro me he liado con mi amiga de antiguo Alicia del Burgo, y no hemos parado de hablar, de darle a la sin hueso como me decía «el Barras», que ya debe de haber salido de la cárcel. Bueno, no ha parado de hablar ella, que anda como una moto, lozana y fresca en el verbo a pesar desus 80 años, un marcapasos y algún artilugio más que le echa una mano a su vida. Digamos que mantiene su alma como en estado aperitivo, para hacer boca, a pesar de su larga experiencia en eso que llaman casa interior. El libro que presenta en Vigo el martes se titula La paciente de los lunes y novela la relación entre una terapeuta y otra mujer madura que sufre miedo, desorientación, la búsqueda incansable de su yo mas íntimo, la pérdida del sentido de su vida, las ausencias o abandonos vividos, la incomprensión de algunos y la ingratitud de quienes creyó sus amigos. Todo un vaivén de emociones y un sinfín de adversidades.

Bueno, tampoco sufre nada nuevo la mujer madura de la novela de Alicia. El paso voraz y acelerado de la vida te trae en un plisplás de la infancia a la vejez y nadie sabe cómo ha sido. En ese recorrido muchos encuentran eso que ya cantó Tony Landa o Lolita Sevilla, las piedras del camino «A la orilla del camino me dejaste/a la orilla del camino me encontró./ Sigue solo tu camino de traiciones/Yo me quedo en el camino del amor». El paso de los años te da perspectiva, serenidad, pero también puede traer estas sensaciones en conflicto, que son de orden psíquico, como traen los años un estado de decrepitud progresiva de orden físico que obliga a los mayores a pasar cada poco por una ITV sanitaria. Alicia tiene 80 pero yo, que recorro los 70, tengo amigos averiados por rodillas. caderas, corazones… yo, por fortuna, de eso nada; solo un okupa alojado en mi cuerpo con ansias coloniales.

Larga conversa la de Alicia del Burgo y mía. Bueno, larga la de ella porque no deja huecos para infiltrarse y sin embargo parece siempre interesante y rociada de humor para refrescar profundidades. Dice ella que la memoria no surge secuenciada sino fragmentada, y entre los fragmentos de la mía está mi pluma en los 80 a disposición de su plataforma de Madres en Acción, aquella organización pionera que montó en defensa de la mujer, como está aquella portada para la que acepté vestirme de guardia civil por defender a un sindicato clandestino que andaba entre capuchas en los cuarteles y ella respaldaba desde fuera. ¡Buf! Si sigo pensando me viene a la mente mucha memoria fragmentada conella por medio.

Una de las cosas que aprendió Alicia es que el verdadero éxito a sus 80 tacos es mantener esa ilusión por la vida que la nutre cada día. Por eso el martes presenta otro libro suyo pero ya tiene dos en proyecto, La memoria de arcilla uno de ellos. La ronda de la muerte es otra aldaba que toca en la puerta de los mayores, y es que no te apetece morir, oye, y más cuando te sientes tan viva. Así que ella pide una tregua porque, si bien tiene la sensación de no haber dejado páginas en blanco, tiene otras en espera que escribir con esa musicalidad que acompaña a sus palabras y esa lúcida mirada suya a los paisajes de interiores. ¡Alicia, cariño, que nos hemos hecho por fuerza mayores aunque se nos subleven los interiores!

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