Los libros de historia recopilaran todos los eventos que han tenido lugar este fin de semana en Luxemburgo. El gran duque Enrique ha abdicado a favor de su hijo Guillermo en una solemne ceremonia en la que el que ha sido jefe de Estado durante 25 años no podía evitar emocionarse.
Después de emitir su último discurso, su primogénito ha tomado el relevo y ha subido al trono ante la expectación y euforia de la población. Una de las imágenes más destacadas de este hito era, precisamente, la promesa que ha realizado el nuevo duque: «Prometo permanecer siempre neutral en política».
Durante el fin de semana, hemos visto a Guillermo y su esposa, Estefanía iniciar esta nueva era con alegría y tranquilidad.A pesar del contratiempo que ha afectado a la programación ha alterado la felicidad de los nuevos duques. El broche final de estas celebraciones lo ponía la familia real con la misa en la Catedral de Notre-Dame de Luxemburgo.
Guillermo y Estefanía de Luxemburgo han subido al trono en una celebración de tres días.
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Con alfombra roja y adornos exquisitos, el templo se ha preparado para recibir a la ‘Corona’ luxemburguesa por todo lo alto. Guillermo y Estefanía han sido los primeros en llegar, ataviados con sus mejores galas. Estefanía ha elegido un impresionante vestido fucsia de forma fluida. Con un escote de pico y un fruncido en la cintura, la ya duquesa elegía un diseño llamativo y sofisticado para este evento. Un tocado en forma de sombrero de la misma tonalidad cerraba este outfit.
Los hijos de Guillermo y Estefanía de Luxemburgo no han acudido a esta última cita.
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A diferencia de en otras actividades, los Grandes Duques no han ido acompañados de sus dos hijos, Charles y François de 5 y 2 años respectivamente. Es probable que sus padres hayan entendido que los pequeños estarían inquietos y han querido evitar romper la solemnidad del acto. Durante este recorrido hasta el interior, el matrimonio ha intercambiado miradas cómplices y algún gesto de cariño.
Guillermo ha estado muy pendiente de su esposa Estefanía durante el último acto de su coronación.
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Los siguientes eran María Teresa y Enrique de Luxemburgo, que no podían esconder el orgullo y admiración por el papel de su primogénito. También se han visto a los príncipes Sebastián, Félix y Luis con sus respectivas familias.
Los gestos de orgullo y cariño
Dentro de la iglesia, el cardenal Jean-Claude Hollerich ha sido el encargado de realizar esta misa, conocida como Te Deum, que traducido es A ti, Dios. Un himno litúrgico conocido en la Iglesia Católica con el que los duques han querido comenzar este nuevo ciclo institucional. Al terminar la ceremonia, Estefanía y Guillermo se han girado para saludar a sus seres queridos y han compartido un tierno beso.
Durante la misa, Guillermo y Estefanía de Luxemburgo han compartido un tierno beso.
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Enrique y María Teresa de Luxemburgo, muy orgullosos de su primogénito.
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Al salir de la misa, los duques han saludado a los ciudadanos que se habían reunido allí para verles. Vítores y aplausos los han acompañado durante este momento, confirmando así la alegría de un pueblo. De nuevo, los antiguos duques se han mostrado muy felices de ver a sus descendientes iniciar esta nueva etapa.
La ausencia de la Casa Real española
Grandes autoridades y líderes han sido invitados a la coronación de Guillermo y Estefanía de Luxemburgo. De entre ellos destacan los reyes Felipe y Matilde de Bélgica y su heredera, la princesa Elisabeth o los monarcas Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda, acompañados también de su primogénita, la princesa Amalia.
Sin embargo, entre ellos no estaban los reyes Felipe y Letizia, ni su primogénita la princesa Leonor. Sería lógico pensar que esta ausencia se debe a una cuestión de agenda, pero nada más lejos de la realidad. Su ausencia se debe a una tradición luxemburguesa: solo se invita a este evento a aquellos países que hagan frontera con ellos. De esta manera, buena parte de las Casas Reales europeas quedan fuera de las invitaciones.