El debate está servido: ¿una reacción desproporcionada o un error inadmisible en una revista que busca la excelencia científica en el ámbito de la historia y la arqueología?
Lo cierto es que en las últimas horas las redes sociales arden con la polémica que se ha montado en torno al último número, el 63, de la revista Arqueología e Historia, de la editorial Desperta Ferro, titulado Vascones.
El origen de la polémica se encuentra en la ilustración de portada, que representa a una familia vascona –ese pueblo prerromano que ocupaba parte de la actual Navarra de origen incierto pese al intento del nacionalismo vasco de vincularlos con los actuales vascos– en una escena bucólica y evidentemente idealizada.
El cabeza de familia lleva al cuello un ornamento que se identifica claramente con la «mano de Irulegui», un artefacto hallado en Navarra en 2021 con una serie de inscripciones que se han identificado con un idioma protovascón, aunque también con la lengua íbera e, incluso, con el latín.
Una ilustración que, ya en sí, es anacrónica (entre otras cosas, los personajes se parecen sospechosamente a los actores Dani Rovira y Clara Lago, protagonistas de la película Ocho apellidos vascos), ya que no se sabe exactamente qué es la «mano de Irulegui», si era un ornamento, un objeto religioso o un artefacto de carácter militar.
Sin embargo, el problema radica en que la ilustradora se tomó la libertad de escribir la palabra «España» en el objeto, palabra que, evidentemente, no figura en el objeto original.
¿Se trata de una provocación al nacionalismo vasco, teniendo en cuenta de que los independentistas han hecho de este objeto un elemento casi sagrado por supuestamente confirmar el origen milenario del pueblo vasco?
¿O se trata de una libertad creativa más de las muchas libertades y anacronismos que se han tomado a la hora de componer tan idílica ilustración?
Sea como fuere, en un comunicado difundido en Twitter los responsables de Desperta Ferro aseguraron que se enteraron por la llamada telefónica de un lector, se han horrorizado ante la licencia creativa de la ilustradora y han ordenado el secuestro de todos los números de la publicación.
Lo cierto es que la publicación, lejos de alimentar el mito del nacionalismo vasco, lo desmonta en muchos sentidos.
Según el resumen del contenido difundido por la misma publicación, en la revista se subraya que «sabemos muy poco» del territorio y lengua de los vascones durante la Edad de Hierro, y se señala que es Roma la que «acaba de ‘construir’ este grupo que, antes, no parece haber conformado una unidad».
También se insiste en que es una incógnita qué lengua hablaban los vascones, y se vuelve a insistir en su fragmentación al apuntar que «los vascones parecen haber conformado más un mosaico de pueblos que una entidad unificada».