Y si acabamos teniendo libros con el sello “hecho por humanos”? La IA preocupa a toda la sociedad y, desde luego, al sector editorial. En Estados Unidos se usa ya de manera masiva la inteligencia artificial en el mundo de los libros para traducir, ilustrar, para producir audiolibros a quintales… y, sin duda, para escribir. En España, por ahora, no es así, aunque las editoriales ya se han protegido por si acaso, explica el editor de Tusquets Juan Cerezo, con cláusulas en los contratos contra los libros escritos con IA, igual que están protegidos por cláusulas contra el plagio. Cerezo ha sido uno de los participantes en el Coloquio de Editores Europeos de las Conversaciones Literarias de Formentor, que ha reunido a decenas de editores en Aranjuez.

“Nos hemos dado cuenta de que nos está llamando una sirena. Una sirena que dice ‘ven a mí, soy inteligente, soy artificial, soy guapísima, soy sexy, nunca me quejaré, crearé libros sin que necesites autores, no tendrás que soportar a los autores nunca más, los traduciré sin que necesites traductores, los editaré, los ilustraré, maquetaré, promocionaré sin costes de personas porque lo haré todo y lo haré en pocos segundos’. Y ahí estamos, como Ulises, vamos a sus brazos o nos atamos al mástil del barco para resistir”, resumió la periodista Berna González Harbour, que presentó ayer las conclusiones del encuentro.

La polémica por ‘El odio’, sobre el asesino José Bretón, muestra que el libro sigue siendo trascendente

Un encuentro en el que jugando con la división de Umberto Eco, hubo apocalípticos y desintegrados: los que temen a la IA y creen que la de editor debe ser una tarea artesanal, que el editor es aún una especie de custodio medieval del libro, como señaló Claudia Casanova, de Ático de los Libros, o los que reclamaron reconocer, como el joven editor Jochen Vivallo, de Los Tres Editores, que nuestras vidas son ya fragmentarias, que somos lectores y editores fragmentarios y que hay que ser optimistas sobre lo que viene: él comenzó leyendo Harry Potter y ahora es editor.

Entre ambos, los datos: la lectura en el tiempo libre, se constató, está descendiendo agudamente en numerosos países occidentales, aunque en España se da un pequeño milagro en sentido contrario en la última década. Se suma a ello un descenso de la capacidad de concentración y de comprensión de textos complejos en un mundo de atención fragmentada.

En ese contexto, los reunidos apostaron por la primacía irrenunciable del editor, por las sorpresas que pueden dar las nuevas generaciones y por estar atentos a los cambios de sensibilidad social, como ha demostrado la enorme polémica por El odio , de Luisgé Martín, sobre el asesino José Bretón, una polémica monumental que ha mostrado que el libro sigue siendo trascendente para la sociedad y puede cambiar hasta leyes. Ante el futuro, en el debate se barajaron etiquetas como “Libro libre de IA” o “Libro hecho por humanos”, igual que ya llevan sellos ecológicos. Y Gianluca Foglia, director editorial de Feltrinelli, apuntó en el mundo de la edición dos esperanzas de futuro: “Que haya un autor detrás, alguien que comparta una experiencia humana, y que haya imprevisibilidad, lo contrario de lo que quiere el mundo de la IA, que quiere saberlo y controlarlo todo”.