No es este otoño propicio para la lírica urtasuniana, esa que se desgañita en salmos ideológicos de redención animal. El Congreso de los Diputados acaba de devolver al chiquero de los mansos una Iniciativa Legislativa Popular que pretendía encadenar la tauromaquia, condenarla a la … censura. No, no son otoños propicios para Urtasun. El próximo domingo Las Ventas colgará el cartel de ‘No hay billetes’ por partida doble: cincuenta mil almas colmarán los tendidos, mañana y tarde, atraídas por el magnetismo de Morante, organizador de un festival pro monumento a Antoñete, una de las grandes izquierdas (en todos los sentidos) del toreo.

Imperó el sentido común en esta victoria, un triunfo que lleva la rúbrica silenciosa de la Fundación del Toro de Lidia, que prefiere no sacar pecho, como el toro que no necesita bramar para imponer respeto. «Es el triunfo de la diversidad cultural, el triunfo de la convivencia y los valores democráticos, el triunfo de la lógica, el triunfo de la libertad, el triunfo del respeto y el sentido común», me comentaba por teléfono su presidente, Victorino Martín, artífice junto con su equipo de esta callada batalla. No quiso ahondar en las faenas de la Fundación, en ese batirse el cobre, y optó por la prudencia. Pero el quite de la FTL, las reuniones y más reuniones, ha sido de categoría para que la libertad se corone.

En la memoria de Victorino, Guillermo Fernández Vara, al que le unía una extraordinaria relación y con quien se forjó el Libro Blanco, guardado ahora en un baúl. El nombre del expresidente de la Junta de Extremadura apareció en el discurso socialista. Y esta victoria es también un homenaje a un político que era un gran taurino, sabedor que su tierra es tierra de bravura y torería. Y de ello presumía.

Sumar, promotora de esta ILP con Urtasun en las filas animalistas, seguirá con su cantinela, la de los derechos de los animales (sin deberes) por encima de los derechos de los hombres (con deberes). Formidable su ridículo con este asalto totalitario a la libertad cultural, a la diversidad de expresiones culturales, a esa manera de sembrar cizaña y cosechar discordia. A ese odio hacia el mundo rural, que es el de las gentes del toro. Menos mal que el PSOE, con tantos votantes taurinos que se esfumaban, puso cordura y no permitió con su abstención (votar en contra hubiese sido de puerta grande) que la tropelía siguiera adelante.

Respeto a las minorías, sí, aunque pronto habremos de desterrar esa etiqueta tras el aluvión de nuevos aficionados que acude como una marea incontenible, tras los tendidos que se desbordan como nunca, tras el récord de abonados en la primera Monumental del mundo, donde se mide el pulso de la cultura taurina. Asómense a las plazas: no hay quien pare su latido.