¿Ha intervenido el escultor clandestino que el año pasado colocó lápidas con inscripciones en el exterior de la Seo y del Seminario de San Carlos de Zaragoza ahora en la basílica del Pilar de Zaragoza? Eso se plantean en este momento en la prensa local, tras hacerse viral la aparición de una abeja de unos 20 centímetros de longitud esculpida en piedra bajo una de las ventanas. Habría sido fotografiado ahora, aunque puede llevar allí meses o años sin que nadie lo haya advertido, dice el Heraldo de Aragón.

El diario aragonés dice que la abeja ha sido localizada en la fachada del Pilar menos vigilada y fotografiada de todas, la que da a la calle de Florencio Jardiel. «Es una vía corta, sin apenas más tránsito que el propio del Colegio Escolanía de Infantes». También dice que si bien todas las fachadas del Pilar están recorridas por un zócalo con molduras de piedra, y bajo la ventana central de la fachada de Florencio Jardiel, hace falta «un ojo atento» para descubrir la figura de la abeja de piedra. Además está «sola, no hay nada igual en todo el perímetro del templo». «Y descentrada, lo que sorprende en un edificio como el Pilar, donde todo es simetría».  

La abeja está encastrada en la moldura con cemento gris oscuro, mientras que en la última rehabilitación se usó mortero de cal claro, «de un color arena apagado». Si la abeja hubiera estado allí cuando se restauró esa fachada, sus junturas serían de mortero de cal, señalan. Por ello la prensa señala que todo apunta «a que el autor de la escultura no actuó con permiso del Cabildo».

Heraldo de Aragón ha comprobado además que en la imagen de Street View de Google tomada en septiembre de 2015, en el punto en el que se ve la abeja hay un hueco. Por tanto concluye que habría sido colocada allí «en algún momento de los últimos 10 años».