El número de locales vacíos en Burgos ha descendido bruscamente en los últimos cuatro años, como acreditan los datos recopilados por el sistema Giscom de la Federación de Empresarios de Comercio (FEC). Entre 2021 y 2025, zonas como el Centro, Gamonal Norte, Sur-Bulevar, San Pedro de la Fuente-Fuentecillas o el Ensanche muestran un retroceso de persianas bajadas. Es un fenómeno que, a primera vista, podría interpretarse como un síntoma de recuperación económica, pero la realidad, como tantas veces, es más compleja.

Detrás de esta disminución no siempre hay nuevos comercios, sino transformaciones de locales en negocios vinculados a la hostelería y a los servicios personales, o incluso en viviendas. La foto que dejan estos datos es, en definitiva, la de una ciudad que tiene menos locales en barbecho, pero que no necesariamente está recuperando su comercio tradicional.

El Giscom, un sistema de Información Geográfica Comercial para monitorizar esta realidad, reconoce que no es posible precisar con exactitud qué ha ocurrido con los locales que ya no figuran como vacíos. «Vemos que hay menos locales vacíos, pero no sabemos si es porque se han reconvertido en viviendas, garajes o en otra actividad económica distinta», explican desde el equipo técnico.

La zapatería de la esquina de las calles Laín Calvo y Avellanos se ha transformado en un negocio de venta de dónuts. La zapatería de la esquina de las calles Laín Calvo y Avellanos se ha transformado en un negocio de venta de dónuts. – Foto: Luis López Araico

El reconocimiento es importante: los números muestran una tendencia positiva, pero los motivos siguen siendo inciertos. De hecho, el propio Sistema apunta a la posibilidad de que parte de la reducción se deba a cambios de uso, un factor que preocupa a comerciantes y asociaciones, porque resta espacio al tejido económico tradicional.

En la plaza del Cid se abrirá una franquicia de comida rápida. Eso es lo que está proliferando»Patricia Gil, presidenta de la Asociación de Comerciantes Centro Burgos

La realidad que describe Centro Burgos refleja bien esta paradoja. Menos locales vacíos, sí, pero no gracias a nuevas tiendas. Patricia Gil, presidenta de la Asociación de Comerciantes Centro Burgos, lo resume de forma clara: «Se están abriendo clínicas dentales, hostelería, establecimientos de comida rápida…». Indica que no se dan nuevas aperturas comerciales como tal y añade, además, que «en la plaza del Cid abrirá una franquicia de comida rápida. Eso es lo que está proliferando».

El cierre de grandes cadenas, como la que ocupaba en el Cid el establecimiento que ahora pondrá en marcha un fast food, evidencia la pérdida de peso del comercio de moda y de referencia en las calles más emblemáticas. En su lugar, emergen negocios vinculados al ocio y al consumo rápido, con el riesgo de homogeneizar la oferta y reducir el atractivo diferencial del centro histórico.

Gil advierte, además, que los altos precios de los locales son una barrera infranqueable para los emprendedores, ya que «es difícil que alguien que quiere montar un negocio pueda acceder a una buena ubicación, que es lo que al final prima en el comercio». Ante esta situación, desde la asociación se reclama al Ayuntamiento la puesta en marcha de un banco de locales municipales en el Casco Histórico que puedan alquilarse a precios razonables para favorecer la instalación de nuevos comercios. También se alerta sobre la transformación de bajos en viviendas, en particular de uso turístico, que podría vaciar aún más al comercio local.

En Gamonal, la estadística señala un descenso de locales vacíos en la zona norte, pero la percepción de los profesionales no coincide con esa lectura. El presidente de la Asociación Zona G, Miguel Ángel Iniesta, sostiene que el barrio se mantiene estable: «No hemos notado una disminución ni un aumento, está más o menos estancado. Lo que pasa es que los locales que se quedan vacíos llaman mucho la atención, sobre todo si están sucios o poco cuidados, y eso genera rechazo para nuevos emprendedores».

El consumidor también debe pensar en un futuro sin comercio, en cuando no puedas ir de compras»

Iniesta advierte que los locales cerrados se perpetúan en el tiempo y transmiten un efecto desalentador, tanto para inversores como para vecinos. Por eso, la asociación ha decidido actuar en este frente con una iniciativa propia: ofrecer a los propietarios la posibilidad de adecentar escaparates vacíos, limpiarlos y colocarlos como espacios publicitarios de otros comercios de la zona con el objetivo de mejorar la imagen del barrio y facilitar su alquiler o venta.

Los problemas que frenan al comercio en Gamonal son de sobra conocidos: el precio de los alquileres más grandes, la falta de aparcamiento -que restringe la clientela al propio barrio- y las dificultades logísticas. Esto ha limitado la llegada de grandes cadenas, que ven en Gamonal un escenario poco atractivo. No obstante, Iniesta sí percibe un fenómeno interesante: el retorno del comercio tradicional, sobre todo de fruterías o pequeñas tiendas de ropa, muchas veces impulsado por emprendedores extranjeros que apuestan por el barrio en mayor medida que la población local.

El contraste entre Centro y Gamonal resume el dilema del comercio en Burgos. En el Casco Histórico, el dinamismo de aperturas no significa necesariamente vitalidad del comercio tradicional, sino un cambio de modelo hacia servicios y hostelería. En Gamonal, en cambio, el problema no es tanto la reconversión como la sensación de estancamiento: los vacíos permanecen y la renovación avanza muy lentamente. Ambas zonas coinciden en algo: los emprendedores encuentran serias dificultades para abrir nuevos negocios. El alto coste de los locales, la incertidumbre sobre la rentabilidad del comercio físico en la era digital y la falta de incentivos públicos son los grandes obstáculos señalados por los comerciantes.

Un futuro en disputa. La estadística oficial aporta un dato positivo. Burgos tiene menos locales vacíos que hace cuatro años. Pero el análisis cualitativo lo matiza: el comercio tradicional no ha recuperado terreno, y en algunos casos incluso lo está perdiendo. El futuro del sector pasa por decisiones políticas y sociales de calado.

Un ejemplo de decisión trascendente es el apoyo institucional al emprendimiento, con medidas de financiación y acceso a locales. Otro, el control sobre la reconversión de bajos en viviendas, en especial de uso turístico, además de iniciar campañas de concienciación sobre la importancia de comprar en el comercio local. Como advierte Patricia Gil, «el consumidor también tiene que pensar en un futuro cuando no haya comercios, cuando no puedas probarte la ropa ni salir con amigas a comer y luego irte de tiendas».

El riesgo, coinciden las voces consultadas, es que Burgos gane dinamismo en sus calles, pero pierda la esencia de su comercio de proximidad, ese que da vida a los barrios y forma parte de la identidad de la ciudad.