“Este huele aún a Colombia”. Miguel Induráin sujeta en sus manos el maillot blanco de la selección española en origen, enmarronado con el barro y el agua de Duitama (Colombia) con el que tal día como hoy quedó subcampeón del mundo de ruta por detrás de Abraham Olano. Las medallas y los maillots con los que corrió el Mundial de crono y línea los conserva tal como quedaron. Sucios, sudados, con el dorsal y los imperdibles. Son historia. De aquello han pasado tres décadas e Induráin, de 61 años, guarda fresco el recuerdo de la ocasión en la que más cerca estuvo del maillot arcoíris.
Mira ese maillot y qué piensa.
Hace 30 años este maillot era el no va más, repelía el sudor, se podía imprimir encima. Verlo sucio me recuerda al día del Mundial.
Fue un día horrible.
Salió bueno, luego empezó a llover, el circuito se complicó mucho, la bajada estaba muy mal, porque la tierra se fue hacia la carretera. Veo el maillot y me recuerda al momento.
Después del de Sallanches y con el de este año está entre los Mundiales más duros, con 5115 metros de desnivel.
Subíamos a 2.700 metros, era un sube y baja de 265 kilómetros, muy duro. Y luego la altitud, en cuanto te pasabas un poco, te ahogabas. Y eso que estuve un mes concentrado en Colorado preparando ese Mundial.
Quizá ha sido una de las veces que en mejor forma ha estado.
Sí, ese año terminé muy bien el Tour. Nos preparamos a conciencia, estuvimos con Pruden, Santi Blanco, el Chava, Alfonso Galilea y Vicente Iza un mes en Colorado. Llegamos muy bien preparados, bien aclimatados a la altitud, pero nos faltaba el ritmo de competición de quienes venían de la Vuelta.
Días antes ganó el Mundial de contrarreloj a Olano.
Sí, pero nos faltaba el ritmo de competición. Entonces no se entrenaba con los datos de ahora, se trabajaba de otra manera.
¿Le gustaban los Campeonatos del Mundo?
Sí, pero eran carreras en las que no me terminaba de apañar bien. Siempre guardaba para el día siguiente, y al día siguiente no había Mundial. Yo era más de vueltas, no remataba bien en el Mundial.
¿Cuántas veces ha visto ese Mundial?
Entero, ninguna. He visto vídeos, alguna foto… pero no entero.
Pero usted lo tiene claro en la cabeza.
Sí, la selección tenía que controlar la carrera y la idea era atacar a falta de dos vueltas. Y entonces pinché. Me fui para atrás y cambié la bici en un follón tremendo. Todo el mundo estaba esperando a que yo atacase. Se reagrupó todo, cambié, empalmé bajando, pasé y me vinieron todos detrás. Y entonces saltó Olano, y se fue.
¿Hizo lo lógico Olano?
Sí, porque nuestra estrategia era desgastar a todos. La idea era atacar a falta de dos vueltas, romper todo, pasar por meta y la última vuelta. Los esfuerzos no podían ser largos. Y se hizo lo que había que hacer. Antes atacaron otros compañeros e hicimos que trabajaran otras selecciones. Cuando saltó Abraham en teoría tenían que haber ido las otras selecciones a por él, pero se quedaron conmigo. Vieron la jugada, si cogían a Olano les iba a saltar yo después. Y se quedaron parados.
Pero se movió Pantani.
Sí, subió el puerto muy rápido. Yo no podía tirar, yo le respetaba a Olano. Se movió Pascal Richard, algún colombiano y fui con ellos. Lo tuvimos muy cerca, pero en la bajada Abraham se nos fue.
Y él pinchó después.
Pinchó, pero nosotros no nos enteramos porque entonces se corría sin pinganillo. Lo veíamos lejos, pero no teníamos opción.
Aquello hubo gente que no lo entendió.
Sí, había gustos para todos. En teoría todos trabajaban para mí, Olano también. Y cuando ganó hubo gente que no lo entendió.
Usted sí.
Sí, yo respeté el planteamiento de la Federación. Él hizo en teoría lo que debía hacer que era prepararme el terreno a mí para desgastar a otros. Pero nadie salió a por él.
Cuando llegó a meta e hizo segundo lanzó el puño celebrándolo como si lo hubiera ganado usted.
Hacer un segundo puesto en un Mundial tan duro como ese y después de tanto tiempo de preparación como habíamos hecho era como para celebrarlo. Y habíamos conseguido el objetivo con el que se había planteado el Mundial, era el primer oro que ganaba España. Era muy importante.
¿Le penó perder una oportunidad tan buena?
Claro, pero como en otros Mundiales como Oslo, o Stuttgart. Hay momentos de carrera en los que tú no puedes solucionar todo. Para España fue el primer arcoíris. Me hubiera gustado ganarlo este año, pero no pudo ser. Si gané el de crono.
El arcoíris hubiera sido la guinda.
Es el maillot más mítico, el más distintivo y me pena no haberlo ganado. Lo intenté varias veces, pero era un objetivo que se me hacía muy largo, llegaba bien pero no en plenitud. Me da pena no haber podido correr con el arcoíris, se te veía muy bien. Era un maillot limpio.
Antes del Mundial hicimos una sesión de fotos con usted para el periódico con un maillot arcoíris que no quiso ponérselo.
No, si no era mío no me lo ponía. Si no lo has ganado, no te lo puedes poner. En el ciclismo es un maillot único, especial, hay que respetarlo.
Hubo quien a raíz de aquello quiso enemistarle a usted con Olano.
Hubo un ambiente raro porque en 1996 lo dejé, Abraham vino al equipo y la gente mezcló cosas. Dijeron que me habían echado para traerle a él… Tengo buena relación con Olano, hemos ido a muchos sitios juntos. Es más joven que yo, hemos corrido en equipos rivales, pero siempre ha habido buena relación. No tengo ni he tenido nunca ningún problema con él.
Se era de uno o de otro.
Yo creo que hasta entonces la gente era un poco de todos, y aquello hizo que fueras más de uno que de otro. Ahora la gente anima a todos, sí. Pero eres más de un corredor concreto, se elige.
Induráin alucina con los ataques de Tadej Pogacar
Miguel Induráin, como todos los aficionados del ciclismo, vio hace dos semanas la exhibición de Tadej Pogacar en el Campeonato del Mundo de Kigali, que tuvo su réplica hace una semana en el Europeo. Dos victorias que se cocinaron de una misma manera, con un ataque a prácticamente 100 kilómetros de meta.
“Atacar a 100 kilómetros me sorprende. Creo que Evenepoel tuvo un momento de debilidad, pero es increíble que Pogacar sea capaz de mantener un minuto durante tantos kilómetros sin que nadie pueda hacer nada”, analiza el pentacampeón del Tour de Francia. “Tiene una fuerza brutal, hay que ser capaz de mantener ese valor de potencia permanente durante 80 kilómetros sin que te rebajen ni un segundo”.
Para Induráin la clave está en las facultades, sí. Pero también en el conocimiento de los límites y saber manejarlos. “Los ciclistas de hoy tienen una línea roja en la que nadie coge a nadie, pero nadie revienta. Antes ibas a tope, y si no cogías al escapado en un Mundial reventabas o te retirabas”, apunta. “Pogacar tiene ese arranque que no hay forma de cogerle y de mantener esa intensidad muchos kilómetros”.
Abraham Olano: «En ese Mundial corrimos de diez»
Hace unos días El Diario Vasco hizo una entrevista de dos páginas a Abraham Olano con motivo del trigésimo aniversario de su victoria en Colombia, donde precisamente ha regresado hace unas semanas. Induráin declinó la invitación de los organizadores por lo largo del viaje.
Tres décadas después el ciclista de Anoeta reconocía que la resolución estratégica de aquel campeonato del mundo fue sobresaliente.
“Creo que estratégicamente el ataque fue de 10, luego hemos visto en algún otro Mundial cómo España ha perdido el título por no correr de forma correcta”, recordaba Olano. “Los de Banesto o los miguelistas no me veían entre comillas como uno del equipo, sino prácticamente como rival porque me habían visto así todo el año. Algunos creían que el Mundial era de Miguel y lo gané yo. Teníamos que intentar solucionar el problema antes de llegar al esprint. Mi actitud fue provocar a Italia y a Suiza para que tuvieran que llegar a Miguel hasta el puerto. Y eso fue así”.
Olano confiesó en la entrevista que en la meta “Miguel estaba contento, aunque en la meta no dijo nada. El Mundial salió bien, porque ganamos”.