«La caballerosidad, torería y hombría de bien del maestro le habían convertido en uno de los personajes más queridos y populares del país. Con Antonio Bienvenida se va toda una época del arte de torear«, se leía en la portada que ABC dedicó … en 1975 a »un gran señor de los ruedos«. Escribió entonces en estas páginas Vicente Zabala sobre él que »ha muerto el último torero con legión de partidarios. Esos que hoy lloran la desaparición del perfecto profesional, del torero de la naturalidad, del hombre de bien, del caballero intachable. Maestro, ¡qué pena!«.
En ese mismo obituario, Zabala mencionaba que Bienvenida estaba ilusionado con la puesta a punto de un nuevo miembro de la ilustre dinastía, su sobrino Miguel. Cincuenta años después, aquella estampa de torería fue recordada en un homenaje celebrado en Las Ventas este martes, en el que su sobrino fue uno de los protagonistas. «Antonio Bienvenida sigue llenando Las Ventas y dejando gente fuera. Su recuerdo, su evocación, su pálpito están permanentemente en este escenario», comenzó diciendo Federico Arnás, que recordó las impresionantes estadísticas del maestro: aquí hizo el paseíllo en ciento seis ocasiones, ciento un corridas de toros, cinco novilladas y un número importante de festivales. Fue además el torero que más veces se ha anunciado en solitario en la Monumental, en seis ocasiones.
El tercer protagonista fue Luis Francisco Esplá, cuyas historias y formas de contar el toreo calan entre quienes le escuchan. Su padre le hablaba de Bienvenida, ya que «era un admirador de los toreros de los años cincuenta. A partir de mi ahí, yo voy ordenando mi criterio en torno a toreros como don Antonio. Hasta el punto de que, en su despedida, hicimos un viaje», recuerda el maestro alicantino. «Mi padre me regaló la despedida de Antonio Bienvenida en Vista Alegre, y recuerdo todo el viaje».
Era la primera vez que Esplá veía toros en la capital, y «para mí era una odisea todo aquello, el salir de casa, el ir a ver toros a Madrid…». Reía Luis Francisco al recordar que en aquellos tiempos Las Ventas le parecía demasiado rígida, y «me había creado una visión idílica de Carabanchel. Poder ir a disfrutar de la despedida del maestro allí, para mí fue uno de los acontecimientos que recordaré toda mi vida». Además, de niños nos quedamos con detalles que a lo mejor no son muy relevantes, y eso le pasó a Esplá, con el famoso capote de Joselito: «Aquello me tenía fascinado».
Arnás contó la curiosa historia de esa joya de Gallito: se lo hizo negro, por el luto por su madre, para darle la alternativa a Carnicerito de Málaga. Era costumbre entonces regalar un capote al ahijado, así que se lo habría regalado de no haberse cruzado con Bailaor. Al final, le dio la alternativa Rafael el Gallo al malagueño, cumpliendo con la voluntad de José. El capote fue, pues, a manos de Carnicerito, cuya hija casó, años después con Rafael de Paula, al que su suegro promete el capote, -aunque no se lo llegó a dar-. Pasado un tiempo, Ordóñez organiza un festival en favor de Carnicerito, que torea Bienvenida, y en deferencia al gesto, le regala el capote. Justamente esa tarde de Carabanchel, toreaba Antonio con Paula, que vio el capote y lo reclamó: «Es mío», dijo el de Jerez. «Era, era», contestó el maestro. Actualmente, lo guarda Paloma, hija de don Antonio, que estaba presente entre el público.
Miguel Bienvenida recuerda bien a su tío. Murió cuando él contaba con trece años, pero tuvo el privilegio de verle mucho en tentaderos: «Si quieres ver a un torero en toda su dimensión», algo en lo que coincidía Esplá, ya que «los toreros en las plazas están cautivos de las presiones, y los miedos que atenazan muchas veces destruyen y destrozan faenas. En Madrid se estropean muchísimas faenas por miedo a presión absurda con la que vivimos la experiencia de Las Ventas los toreros». En el campo, «el tío Antonio era una cosa especial. Era una delicia, era una maravilla. En el campo es donde era más feliz y más disfrutaba».
Porque además, no era sólo eso: Miguel se volvía con él en coche, y «una de las maravillas de Antonio, era cuando se había terminado el tentadero, cómo desmenuzaba todo. Eso era impresionante». No se llega a ese nivel de maestría sin esos conocimientos ni valor. Continuador de ese concepto del toreo es Esplá: «Bueno, pongo voluntad», dijo ante las risas de los presentes-.
Explicó el alicantino que «ahora el toro es más bravo que nunca, pero también más previsible que nunca. Antes, cada encaste era distinto, se notaba en comportamiento, morfología… Era un puzzle que tú tenías que resolver a la vez que ibas pegando pases, casi intuitivamente. Pero esos toreros estaban preparados para solucionar todas estas cuestiones que planteaba el toro».
¿Era más José o Juan? Luis Francisco sabe la respuesta: «Cuando era menester, era Joselito, y cuando cambiaba el toro, era un torero de arte. Su mayor virtud fue ser el torero que debía en cada toro, sin traicionar su esencia», algo que no es sencillo. Sentía don Antonio especial debilidad por el paleto de Borox. «A los toreros nos suele fascinar un torero que suele ser antagónico a tu concepto del toreo. Mi padre (Ángel Luis Bienvenida) era de Manolete, y el tío Antonio de Domingo Ortega»: «Efectivamente», asentía Esplá. «¡Por eso yo soy de Morante!».
De Joselito a Morante, sin olvidar a Dominguín, sin olvidar a Guerrita, Marcial Lalanda, Pepe Luis Vázquez… Nombre insignes de la tauromaquia que salieron a relucir al contar la historia de un maestro cuya aportación a la tauromaquia continúa viva., y que disfrutaron los presentes, en un lleno de ‘no hay billetes’, en la sala con el nombre del hijo del Papa Negro. Estuvieron entre los presentes toreros como Uceda Leal, y Miguel Martín, que inauguró el acto.
Tras las anécdotas, cerró el coloquio Gonzalo Bienvenida agradeciendo los tres protagonistas, tres maestros: Esplá, «continuador del legado de mi abuelo», Miguel Bienvenida, «maestro de la vida, que nos has transmitido lo que la generación anterior te legó», y Federico Arnás, «maestro del periodismo».
«Qué pena que no haya durado más», «estaría aquí horas escuchándoles», salían diciendo los aficionados, que se quedaron un rato paladeando la chara, y continuaron aprendiendo de la trayectoria de Bienvenida en Madrid en una cuidada y bonita exposición que se podrá ver hasta que finalice la Feria de Otoño en los bajos de los tendidos 1 y 2.