08/10/2025


Actualizado a las 13:47h.

El guion previsto para la sesión de control se ha cumplido, con algún matiz. No había duda de que el PP hablaría casi en exclusiva de corrupción, repitiendo una y otra vez los nombres del escudo cuarteado del sanchismo: el hermano, Begoña, Ábalos y Cerdán. … Y después la lista de reyes godos del pudor: las putas, las sobrinas, el Peugeot. Y es lógico, si el altosanchismo fue una primavera con Maxim y un astronauta, el bajosanchismo es un sobre del PSOE manchado de grasa de chistorra. Entre medias, siete años y medio en los que Sánchez ha pasado de parecer un jugador de waterpolo a Nosferatu; y España de una democracia plena a un simulacro en el que la última palabra la tiene Cándido, capitán general de todos los ejércitos sanchistas. Está Cándido indignado porque al TC se le llama «cáncer de la democracia». Bueno, yo no sé si la democracia tiene cáncer o candidiasis, pero la cosa pinta fea, entre chorizos y chistorras. Y es lógico que el PP insista por ese pitón. Lo que no tiene demasiado sentido es que fíe toda la estrategia a ese toro, que en España está ya muy toreado y que, por sí mismo, no produce giros electorales sino tan solo un clima de frustración que alimenta a los partidos antisistema. Esta baza de la corrupción debería ir acompañando a un proyecto reformista, de marcado carácter institucional y de compromiso histórico con España. Pero, en el caso de existir, tal proyecto no fue mencionado.

Digo que habría que poner algún matiz al guion previsto porque lo lógico era pensar que cada vez que el PP acusara de corrupción al PSOE, estos responderían con la retahíla de siempre: Gürtel, Púnica, Lezo, Kitchen, Bárcenas. Pero no. Cuando Feijóo acusó de corrupción a Sánchez -con la bancada popular puesta inexplicablemente en pie-, el presidente respondió con largas cambiadas. A saber: que el informe de la UCO confirma que las acusaciones del PP son falsas; los fallos en los cribados de cáncer de mama en Andalucía, que aprovechó para reafirmar su compromiso por la sanidad pública frente a la apuesta por la sanidad privada de Madrid y del PP; les afeó que fueran a votar contra el embargo a Israel, colocándose en el lado de la paz; les recordó que el PSOE va a blindar el derecho de las mujeres al aborto frente a las posiciones del PP, al que colocan ya en el antifeminismo, para recuperar el voto perdido. Es decir, el PP habla solo de corrupción y el PSOE insiste en su propia agenda polarizadora: Gaza, aborto y sanidad pública. A lo que debemos sumar la guerra contra la universidad privada y, en breve, a Franco.

Que esto no fue una ocurrencia sino una estrategia lo muestra el hecho de que idéntica senda siguieron el resto de ministros. Una mención para Bolaños que, de nuevo, mostró una agresividad inusitada y a Albares, que camina un metro por encima del suelo, bajo el palio que él mismo porta, con un extraño aire de actor que interpreta a un agente de la Gestapo y con el sentido de la realidad y del ridículo en mínimos.

Albares camina un metro por encima del suelo, bajo el palio que él mismo porta

Durante su turno, Feijóo anunció que citaría a Sánchez a una comisión en el Senado — y a la que Feijóo, por lo tanto, no comparecerá— que quizá acabe operando como una especie de cuestión de confianza presentada por la oposición. Una iniciativa a la que los diputados del PP respondieron aplaudiendo como si Adenauer acabara de explicar el milagro alemán. Sánchez respondió con una carcajada. Y como única réplica espetó un sonoro «Ánimo, Alberto», que no solo sirvió como muestra de desprecio sino para traer al centro de la habitación a Bárcenas. Y un estado de ánimo.

Mención también para Gamarra, que se mostró especialmente contenta porque el PSOE ya comienza a ser tercera fuerza en algunas regiones. Se refiere a Murcia, donde, según los sondeos internos que maneja Génova, Vox habría ‘sorpassado’ al PSOE, al igual que en algunas provincias andaluzas. Por algún motivo les parece buena noticia que, gracias a que Vox se hace con los votos del PP, los de Abascal superen al PSOE. Es decir, en el PP festejan que se les estén yendo los votantes hacia Vox. Pues, en efecto: mucho ánimo, Alberto. Falta va a hacer.

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