Crítica de La tregua, el drama de Miguel Ángel Vivas en el que cuenta con Miguel Herrán, Arón Piper, Javier Pereira, Fernando Valdivieso o José Pastor. Estreno el 10 de octubre.

Miguel Herrán y Arón Piper dando vida a dos hombres encerrados en un gulag ruso en los años 40. Sobre el papel puede parecer descabellado, pero hay que decir que arriesgar, a veces, tiene premio. En La tregua, el reparto es uno de los puntos fuertes y, sobre todo Herrán, tiene mucho que enseñarle a Piper, que podría estar reencauzando su carrera hacia registros mucho más interesantes.

Están muy bien acompañados por una extenso reparto en el que destacan también Javier Pereira, Fernando Valdivieso o José Pastor, todos ellos muy identificados con sus personajes y poniendo su físico a su servicio.

Después de Asedio y Cicatriz, Miguel Ángel Vivas ingresa en el drama carcelario con una historia excesiva en duración y dura en el tono, pero en la cual pone en pie algunas secuencias en verdad emocionantes, una vez que conectas con los personajes.

Las dos Españas en un gulag

La tregua nos desplaza a los tiempos de la Segunda Guerra Mundial para narrar la historia de un grupo de presos españoles. La gélida estepa de Kazajistán albergó en su día Spassk99, un gulag soviético donde la URSS hacinaba a los que consideraba «enemigos del pueblo».

Entre ellos se encontraban miembros de los dos bandos de españoles: soldados republicanos formados por la propia URSS, que fueron condenados al querer salir de Rusia cuando acabó la guerra en España y voluntarios de la División Azul, capturados tras luchar junto a los nazis en Leningrado.

 

A pesar de ser enemigos naturales con sus propios códigos ideológicos y señas de identidad, se van a ver obligados a dejar a un lado sus diferencias y abrazar lo que les une para buscar algo de luz a su situación, ya sea explotando sus talentos naturales para el dibujo o la música para sobrevivir en un clima de hostilidad como para tratar de huir, recuperando su libertad.

A nivel técnico hay poco que reprocharle a la película, que adopta una fotografía oscura acorde con la narración y no escatima en medios para mostrar la escala de la tragedia colectiva. Todos los apartados son solventes y están a la altura de las circunstancias.

Cuenta con un ambicioso diseño de producción que abunda en las condiciones en las que viven los presos y establece numerosos paralelismos con los campos de concentración nazis: son despojados de todo, desparasitados, mal abrigados y están obligados a trabajar pasando hambre y frío, con escasas posibilidades de salir adelante a medio plazo. 

Pero lo interesante de La tregua no es tanto lo que les pasa a los personajes de manera individual en su diatriba sino que sean capaces de darse cuenta de que ganan más juntos que por separado. Es todo un manifiesto de lo que debería ser la política y por tanto una manera de colocar un espejo frente a nuestra sociedad, tan polarizada hoy como la de mediados del siglo pasado.

La tregua - Galería de imágenes

La reflexión es más que oportuna, pertinente y necesaria, por más que también tenga un punto de dolorosa y se ve favorecida por el vistoso envoltorio pero a la trama le cuesta lo suyo centrarse y crecer. Es tal el afán de alcanzar una verosimilitud óptima que el primer tercio de la historia se alarga demasiado con muchos diálogos y trabajo de construcción de atmósfera.

Hablamos de una película descompensada en lo que se refiere al ritmo con un arranque muy lento y tedioso que tarda mucho tiempo en presentar a su extensa galería de personajes y sus conflictos ideológicos. Lo hace, eso sí, de formas variadas, a través incluso de una banda sonora que recoge sus himnos y de sus muchas peleas por cuestiones del día a día.

A eso hay que unir el hecho de que los problemas de vocalización de algunos actores hagan francamente difícil comprender ciertos diálogos, que hay que interpretar de forma libre a veces.

¿Lo bueno? Que llegar hasta el final, merece mucho la pena porque La tregua consigue abrirse paso a través de las dificultades para ser una cinta muy emocionante, aún habiendo desperdiciado la oportunidad de sorprender a la audiencia. Es fácil predecir lo que va a pasar y, sin embargo, funciona así que el guión tiene sus pros y sus contras pero deja buen sabor de boca.

VALORACIÓN: A la nueva película de Miguel Ángel Vivas le cuesta bastante arrancar y se ve perjudicada por su duración. Cuando sale de su ensimismamiento en su tercer acto empieza a ser más interesante, aunque no le queden ya recursos para sorprender.LO MEJOR: La película tiene muy buenas intenciones y los mensajes que enhebra son bonitos, abriéndose paso en un entorno muy hostil.LO PEOR: ¡La dicción de algunos actores! Es una película muy larga y predecible en la que no hay factor sorpresa. Pasa justo lo que te imaginas.