El estudio se apoya en datos de calidad y metodología adecuada dadas las limitaciones del contexto bélico. El hecho de que sea longitudinal durante más de 1,5 años y la inclusión de múltiples puntos de recogida de datos da solidez al estudio, pudiendo estimar que los datos reflejan tendencias reales de malnutrición en la población preescolar.
En comparación con trabajos previos sobre malnutrición infantil en Gaza, este estudio aporta información longitudinal y de calidad sobre los efectos de la guerra y las restricciones humanitarias en la prevalencia de desnutrición aguda. Destaca como novedad la capacidad de vincular aumentos y disminuciones de la malnutrición con eventos concretos (bloqueos, envíos de ayuda, ceses de fuego), mostrando diferencias según edad y ubicación geográfica, lo que permite una comprensión más detallada de la dinámica del hambre en contextos de conflicto.
Las limitaciones están bien definidas, como el hecho de un sesgo de selección al incluir solo a niños/as que acudieron a los centros incluidos en el estudio, pero aun así los resultados son muy relevantes para la práctica y para el análisis del impacto del conflicto en la malnutrición infantil. Esto subraya la necesidad de intervenciones rápidas y sostenidas de ayuda humanitaria, monitoreo continuo y priorización de grupos vulnerables, así como la coordinación internacional para garantizar la seguridad alimentaria y sanitaria en contextos de conflicto prolongado.