Alcaldes, políticos, algún futbolista y el pueblo llano asistió a La Misericordia para degustar un buen plato de picos acompañados de jamón… todo ello acompañado por unos animaluchos de La Palmosilla sin casta alguna y con comportamiento de oveja. La novedad es que tanto los titulares como los sobreros eran de la misma ganadería, algo que con esta empresa ya es noticia. Los ocho salieron al ruedo y a punto se estuvo de llamar a los no convocados. Menudo trajín tenía encima Zúñiga. Fernando Adrián y Tomás Rufo pusieron el pan y Borja Jiménez el embutido, pero del barato.

Abría plaza el diestro madrileño Fernando Adrían. Su faena era tan previsible como descafeinada. Comenzó el último tercio de su primero de rodillas en los medios con trallazos a diestro y siniestro. Pese a que no iba sobrado de fuerzas, el toro acompañó una actuación sosa y superficial. Para rematar y encender al personal que estaba deseoso de empezar con buen sabor de boca la tarde, terminó con unas poco frecuentes manoletinas, valga la ironía. Los pañuelos al cielo y el toro en el suelo tras una estocada caída. La gente estaba eufórica y hasta un dirigente del PP sacó la linterna del teléfono porque no iba con pañuelo. Oreja de ínfimo peso.

La faena de su segundo toro fue prima hermana de la anterior. En los medios pasándoselo por la espalda, muletazos sin temple alguno y abusando del pico para citar. Volvió a rematar con unas manoletinas ¡Qué emoción! Oreja tras estocada defectuosa y que la fiesta continúe.

Si aún había pocos, Tomás Rufo rellenó el plato de picos para los más insaciables y conformistas. El diestro toledano, tan perfilero como siempre, no falló a su cita de torear despegado y sin cruzarse con su primer toro. Se cansó de pegar pases y ni aun así transmitió nada.

Mejor estuvo con el último con el que cerró la tarde. Supo reponerse tras un percance saludando al toro con una tanda de muletazos con la mano derecha que avivó algo el interés. Todo ello mientras su banderillero Fernando Sánchez, quien se desmonteró en dos ocasiones tras sus buenos pares, vociferaba desde el burladero dando indicaciones al jefe de filas.

Pese a que tampoco brilló en una tarde apagada, Borja Jiménez fue quien menos suerte tuvo con su lote. Se gustó con el capote y dio una tanda de muletazos con la mano derecha con cierto temple. Su primero de La Palmosilla se dejó toda la fuerza en el peto y su segundo debió de volver a corrales.

Con una plaza medio llena, el tendido fue testigo durante cerca de tres horas de que los animales provenientes de Tarifa no dieron ningún juego. El primero y el cuarto volvieron a corrales y el quinto debió de hacer lo mismo por su invalidez. Iban sobrados de carnes y únicamente se salvó el tercero que metió los riñones en el caballo. Limpieza de corrales de nuevo y de premio a volver al próximo año.

Nota del festejo:

Fernando Adrián (de celeste y plata): oreja y oreja.

Borja Jiménez (de tabaco y oro): ovación y vuelta al ruedo tras petición.

Tomás Rufo (de burdeos y oro); ovación y ovación

NOTA: El presidente del festejo, José Antonio Ezquerra, no debió de conceder una oreja a Fernando Adrián porque la petición era minoritaria.