El 15 de septiembre de 2008 ocurrió uno de los mayores eventos de la historia del siglo XXI: la quiebra de Lehman Brothers, el gran banco de inversión estadounidense que acabó ahogado por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Aquel día marcó el inicio de la gran crisis financiera mundial, cuyas ramificaciones perduran todavía. Pero lo que no supuso ese momento fue el cierre de Lehman Brothers: por mucho que la firma hubiera quebrado, sus cuentas tenían cantidades ingentes de dinero, préstamos, activos financieros y operaciones que liquidar. La firma ha pasado 17 años en el ‘limbo’ entre la Tierra y el más allá, pero hoy, finalmente, ha pasado a mejor vida, no sin antes repartir unos beneficios sorprendentes entre sus acreedores e inversores: más de 5.000 millones de libras.

Para ser concretos, la parte más jugosa del cadáver del antiguo gigante financiero fue comprado en pocos días por sus rivales: Barclays se llevó su negocio en EEUU, Nomura se llevó el asiático y Neuberger Berman se hizo con la parte de gestión de inversiones. Solo quedaron dos grandes divisiones, encargadas de vender los activos más tóxicos y complicados y recuperar todo el dinero posible para pagar a los acreedores de la firma. La estadounidense fue liquidada oficialmente en 2022, tras años de litigios y saldar casi un 50% de las deudas que había dejado, más del doble de lo que se estimaba inicialmente.

Pero el cierre de la matriz no supuso el fin de la histórica firma de inversión. En Reino Unido le sobrevivió la filial europea, Lehman Brothers International Europe, más conocida en Londres como ‘Libby’. El 23 de septiembre de 2008, después de ver que nadie iba a comprar su negocio, la Justicia británica designó a Pwc como administradores de la compañía. Y los nuevos gestores tomaron una decisión clave: en vez de vender todos sus activos valiosos al mejor postor, iban a liquidar la compañía de una forma lenta y ordenada. Tony Lomas, el socio de Pwc designado para gestionar los primeros pasos de ‘Libby’ en el ‘más allá’ empresarial, hizo hincapié en que «la filial europea [de Lehman] es aún solvente».

Su primer cálculo resultó ser correcto. La firma tenía una gran cantidad de ‘hipotecas basura’ y activos tóxicos sin apenas valor, como muchos otros bancos de Europa y EEUU en aquellos años, pero también tenía una gran cantidad de negocios que iban muy bien, y que permitirían compensar las pérdidas del ala quebrada si les dejaban seguir trabajando durante el tiempo suficiente. Al final, han sido 17 años. Y difícilmente se imaginaban lo valiosos que podían llegar a ser esos activos.

Devolución con intereses

En su último informe, publicado en abril, la firma había recuperado 27.710 millones de libras, a lo que se suman otros 16.000 millones de activos que la empresa tenía en sus cuentas en el momento de la quiebra. La compañía ha logrado saldar todas sus deudas, pagando a sus acreedores con un interés del 8%. Hasta tal punto llegó su éxito que, en 2020, los tribunales cambiaron el objetivo de los administradores de «obtener más dinero que el que se podría recuperar con una venta de sus activos» a «rescatar la empresa como negocio». En otras palabras: ‘Libby’ iba tan bien que podía volver a ponerse en marcha.

Pero Lehman Brothers había muerto y no había forma de hacerla levantarse y andar, por mucho que sus músculos estuvieran en condiciones de correr una maratón. El juez que supervisaba la administración, Robert Hildyard, amplió el plazo de funcionamiento hasta 2025, pero con una fecha de cierre fija: finales de noviembre. Y un mes antes, Pwc ha decidido marcharse en todo lo alto. ‘Libby’ ha dejado de existir, pero con una «liquidación solvente»: la firma echa el candado habiendo saldado todas sus deudas y repartiendo los beneficios restantes entre sus accionistas.

El propio juez Hildyard no se lo podía creer. En su sentencia en la que ordena la disolución de la histórica firma, ha descrito el resultado como «notablemente exitoso». «Este caso es tan inusual que es improbable que se repita», asegura. «Es un momento crucial». Pwc se ha llevado más de 1.000 millones de libras en los 17 años que lleva gestionando la firma, pero pocos pueden negar que se hayan ganado su sueldo a pulso.

Pero, al final, los más beneficiados de este éxito no han sido otros que los fondos ‘oportunistas’ o ‘buitres’, como Elliott Management, AB Carval Investors o Davidson Kempner. Esas firmas compraron grandes cantidades de deuda de los acreedores de ‘Libby’ por cantidades meramente simbólicas, aprovechando que nadie daba un duro por la compañía en medio del gran derrumbe financiero mundial. Una vez despejado el polvo de aquel derrumbe, se han llevado dinero por valor del 100% de la deuda que compraron al 10% o al 20%, más los intereses. En algunos casos, los expertos calculan que algunos pueden haber multiplicado por 40 el dinero que pagaron por aquellas deudas. Lehman Brothers por fin descansa en paz, y su último acto fue aquello que tanto le gustaba hacer en vida: enriquecer a los que se atrevieron a lanzar las apuestas más arriesgadas.

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