Madrid

Este viernes se fallará el premio Nobel de la Paz y el Financial Times repasa las presiones que Donald Trump está infligiendo sobre el gobierno noruego y el comité independiente para que lo elijan.

«El presidente estadounidense ha sido descarado e implacable en su búsqueda de uno de los honores más prestigiosos del mundo, afirmando que sería un gran insulto no recibirlo», señala el diario en un extenso artículo donde varios expertos muestran su escepticismo con que esa campaña de sus frutos.

El premio se va a entregar horas después de que se apruebe la primera fase del plan de paz en Gaza propuesto por el presidente estadounidense. Las autoridades europeas creen que Trump se apresura a lograr un acuerdo entre Israel y Hamás antes del anuncio del premio el viernes para intentar influir en la decisión. Los expertos creen, sin embargo, que para premiar a alguien se han de tener en cuenta más factores y alegan también que el premio de este año «busca reconocer acciones en 2024, cuando fue elegido, pero aún no había asumido el cargo».

«Presionar al comité, insistir en que ‘Necesito el premio, soy el candidato digno’, no es un enfoque muy pacífico», considera Nina Græger, directora del Instituto de Investigación para la Paz de Oslo.

«Ha habido campañas antes, pero han sido más sutiles»

Halvard Leira, director de investigación del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales, recuerda que «ha habido campañas antes, pero han sido más sutiles». Habla de una iniciativa «bastante sofisticada» de Corea del Sur para premiar a su entonces presidente Kim Dae-jung en el año 2000.

Trump no oculta su objetivo. Desde hace tiempo, sus declaraciones están llenas de hipérboles sobre su valía: «He frenado siete guerras», dijo en la ONU. «Nunca me darán un Premio Nobel de la Paz. Es una lástima, lo merezco», señaló en febrero, recién inaugurado el mandato.

El artículo señala que «pocos en Oslo creen que el comité, cuyos cinco miembros incluyen un defensor de los derechos humanos, un experto en política exterior y tres exministros, le otorgue el premio a Trump este año». Sin embargo, apunta a que no sería raro que el el ganador sea una persona o un grupo de derechos humanos «que no se considere demasiado antagonista de Estados Unidos o Israel».

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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, es uno de los líderes mundiales que han solicitado al comité del Nobel que elija a Trump para el premio de la paz. Un grupo que representa a las familias de los rehenes israelíes que aún se encuentran retenidos por Hamás en Gaza también ha escrito al comité con sede en Oslo, argumentando que Trump había «hecho posible lo que muchos consideraban imposible».

Trump no olvida que en 2009 fue Obama quien ganó el Nobel. De hecho, ha hecho referencia en alguna ocasión: «Si me llamaran Obama, me habrían dado el Premio Nobel en 10 segundos”», se quejó el año pasado.

Al menos cinco legisladores republicanos han enviado cartas formales al comité noruego apoyando también la nominación de Trump. «Lo único que me irrita es que no fui el primero en hacerlo», declaró al Financial Times Brian Mast, congresista republicano por Florida que preside el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes.

La obsesión de Trump con el Nobel también se está utilizando para atraer su atención hacia otros asuntos de política exterior. El presidente taiwanés, Lai Ching-te, declaró esta semana en un programa de radio conservador estadounidense que Trump debería «sin duda ser galardonado con el Premio Nobel de la Paz» si convencía a China de «abandonar cualquier agresión militar contra Taiwán».

El diario habla de «cierta inquietud en Oslo ante las posibles represalias de Trump» con aranceles u otras medidas si no resulta ganador el viernes. Eso podría influir en el comité para elegir a alguien que pueda «apaciguar a Trump», por ejemplo, premiando a un grupo humanitario como Emergency Response Rooms en Sudán, afirmó Leira, que por otro lado cree que algunos miembros del comité no reaccionarían bien a las presiones.

Un diplomático europeo también destaca el hecho de que Trump cambiara recientemente el nombre del Ministerio de Defensa a Departamento de Guerra. «Que él ganara el premio de la paz enviaría una señal extraña», afirma el diplomático, que añade: «Pero todos vivimos en el mundo de Trump ahora. Este debate sobre el Nobel no hace más que ponerlo de manifiesto».