Apenas dos años le bastaron a Grzegorz Krychowiak (Gryfice, 1990) en ganarse el corazón del sevillismo. Su entrega y oficial en aquel Sevilla de Unai Emery colocaban el equilibrio como hoy le toca a Batista Mendy en el de Matías Almeyda. Un … despliegue físico que permitía el lucimiento de jugadores como Éver Banega o José Antonio Reyes, los dos estilistas de aquel equipo campeón que construyó el entrenador vasco. «Están los jugadores con talento, pero también los que tienen carácter», confiesa el polaco en una conversación telefónica que se desarrolló antes del partido ante el Barcelona y para el que ya ofreció unas claves para buscar la victoria que se cumplieron a rajatabla.

Tras una amplia trayectoria que lo llevó a probar en fútbol exóticos, con ese mismo espíritu aventurero con el que salió de casa siendo un niño, Krychowiak se encuentra ultimando el lanzamiento de un documental sobre su carrera. «No es una película típica de un futbolista», cuenta el polaco, que vivió el lado positivo del fútbol pero también esa cara amarga que cuesta entender para los neófitos en este deporte.

—¿Cómo surgió esa idea?

—Quería repasar los momentos más importantes de mi carrera, pero de una manera diferente. No es una película típica de un futbolista. Durante mi carrera, cuando he hablado con los periodistas lo he hecho como un político, pero ahí se podrán ver las emociones que acompañan a cada futbolista durante los momentos buenos pero también los difíciles. Yo no quería hacer una película que fuera todo bonito. Cuando estuve en el PSG fue un momento difícil; luego, en el Sevilla, disfruté del fútbol al 100%. Son cosas diferentes. También para la familia y para los que están a tu alrededor, ellos ven las cosas que se dicen en la tele, para ellos es más difícil que para ti.

—La otra cara del deporte.

—Es fácil decir que ganas mucho dinero y que entonces tienes que estar bien siempre. Pero en la vida de todos los futbolistas, a veces estás bien y otras, mal. Lo más importante es la cabeza, la confianza, eso lo cambia todo. Puedes ser el mismo jugador, pero cómo puedes explicar que algunos días estás a tope y perfecto, y en otros, con menos confianza, parece que no sabes jugar. Es difícil entrar en la cabeza de los jugadores y comprender eso es lo más complicado. Los aficionados viven el fútbol con muchas emociones y no entienden por qué no se gana. Cuando un jugador pierde está mal.

—Tu vida en el fútbol comienza desde muy joven cuando dejaste Polonia para ir a Francia.

—Sí, salí de mi casa con 11 años y con 15 llegué a Burdeos. Cuando estás viviendo en una pequeña ciudad, tienes que mover y cambiar para progresar. En mi vida cada vez que he cambiado de ciudad o de país también ha sido una oportunidad para descubrir nuevas cosas, hablar con gente distinta, conocer otra cultura. También ocurrió eso cuando firmé por el Sevilla. Fue otra oportunidad para progresar como jugador, pero también como persona para descubrir una cultura distinta y aprender un idioma. Cuando somos futbolistas tenemos esa oportunidad.

—Para un niño no debe ser sencillo ese cambio tan radical.

—No, no fue fácil. Hace 20 años la mentalidad de la gente era diferente. Hoy no te puedes imaginar dejar a tu niño de 10, 11 o 12 años salir de tu casa de esa forma. Es imposible. Cuando se presentó la oportunidad no lo pensé, quería ir directamente. Mi padre me dijo: ‘ve, ve y disfruta’. Y entonces nunca pensé en negativo, ni que era difícil o lejos, que no hablaba el idioma o no conozco a la gente.

—Tu carácter en el campo era ir siempre hacia delante. ¿Pudo tener esa influencia?

—Es verdad. Cuando haces cosas que no son sencillas, luego, cuando aparecen los momentos difíciles, son más fáciles de llevar para ti. Conoces este tipo de presión o de dificultad. Seguro que salir de mi casa tan joven me ayudó a lo largo de toda mi carrera.

—¿En qué momento te diste cuenta de que podías ser profesional?

—Durante toda mi carrera he estado disfrutando del fútbol. Nunca he pensado en el fútbol como algo profesional, eso vino después automáticamente. Cuando firmé por el Burdeos, allí en Francia, vi esa oportunidad. Todo estaba perfecto para aprender, la calidad de los campos y todo. Cuando vienes de una pequeña ciudad como la mía sabes que no puedes perder esa ocasión. Tienes que dar el 100% para llegar donde quieres.

—Llegaste a debutar muy joven en la Ligue 1.

—Cuando llegué al Burdeos, era la segunda vez que el club estaba en un alto nivel. La primera fue con Zinedine Zidane y la segunda con Gourcuff y Chamakh. Entonces, jugaba la Champions y yo sabía perfectamente que siendo joven es difícil jugar a ese nivel. Eso me llevó a otros sitios en Francia. Jugué en tercera, luego segunda y finalmente en primera. Con cada categoría subía el nivel del fútbol. Ésa es la mejor manera para aprender, porque cuando eres joven lo más importante es jugar.

—En el Sevilla caíste de pie en un equipo que se hizo campeón. ¿Esperabas algo así cuando firmaste?

—No, no esperaba nada. Y tampoco sabía que la final de la primera UEFA era en mi casa, en Varsovia. Esa primera temporada en el Sevilla fue perfecta. La confianza ese año cuando estaba en el campo era del 100%. Era lo que hablábamos antes, no importaba quién venía a Sevilla, sabía que íbamos a luchar por conseguir los tres puntos. Daba igual la calidad del rival. Contra el Real Madrid o el Barcelona. Ese año es un ejemplo de que cuando la confianza es alta se pueden conseguir cosas impresionantes.

—¿Tu mejor recuerdo es esa final?

—Sí, sí, sí (le cambia la voz). Desde ese día, no he vuelto a sentir las emociones de la misma manera. Incluso en la segunda UEFA no estaba tan emocionado como en la primera. Es difícil describir con palabras. Es un momento que sólo puedes vivir gracias al fútbol. Fue algo increíble.

—¿Qué te dio el Sevilla?

—Un jugador como yo, no sé si se dice así, no está hecho para el fútbol español. Yo no estaba hecho para el Sevilla. Cuando llegué vi tanta calidad… Era impresionante. Yo era uno de los peores en cuanto a calidad futbolística. Cuando ves jugar a Banega, José Antonio Reyes… Ves tanta calidad que sabes que tienes que ofrecer algo diferente. Y esa diferencia es el carácter, la lucha. Cosas que estos jugadores no tienen tanto. Y eso puede llegar a ser tan bonito como la calidad. Eso no lo puedes aprender, o lo tienes o no lo tienes.

—¿Ésa fue la clave de tu conexión con el sevillismo?

—Sí, creo que sí. Puedes perder, puedes ganar, pero si lo dejas todo en el campo, la gente… Espera un momento, que pierdo la palabra. ¿Apreciar? Sí, apreciar. La gente aprecia eso. Sabes que vas a luchar al 100%, que vas a dar todo por ellos, por ese escudo del Sevilla. La gente compra las entradas para ir al campo, y hay jugadores como Messi con un talento increíble, pero hay jugadores con carácter que también te pueden dar esas emociones.

—Del Sevilla al PSG. De jugarlo todo, al banquillo. ¿Qué ocurrió?

—No seré el primero ni el último jugador al que le pasa algo así. Para disfrutar de los días buenos también tienes que vivir los malos. Ser parte del fútbol es una experiencia única y para mí fue la primera vez en toda mi carrera en la que no estuve jugando. No tenía tanta confianza, pero aprendes también. Me hubiera gustado jugar siempre y hacerlo bien en el PSG, pero no hacerlo forma parte del fútbol. Cuando acabas tu carrera tienes que aceptarlo, tienes que estar contento con lo que has hecho y las copas que has ganado. Y lo más importante es que por dentro tienes que estar feliz.

—Allí el entrenador también era Unai Emery. ¿Has hablado con él de ese asunto?

—No, desde entonces no he vuelto a hablar con él. Alguien me dijo que me quiso de inicio, pero que luego cambió de opinión. Siempre he dicho que si hubiera sido el más fuerte en el PSG, hubiera jugado. Si no lo hice, eso significa que había algunos jugadores mejores que yo. Y ya está. Es el fútbol, la verdad está en el campo. Tienes que luchar, tienes que trabajar para jugar desde el inicio.

—¿Le guardas rencor?

—No, no, no. Sí me gustaría hablar con él, como una experiencia para saber algo más de aquello, pero no importa. Si estás en tu mejor momento, vas a jugar. Todo depende de ti, no que al entrenador no le gustas. El fútbol es bonito porque todo depende de ti. Si no juegas es tu culpa. Si lo haces es porque trabajaste bien.

Krychowiak, con la selección polaca

Krychowiak, con la selección polaca

ABC

Una trayectoria como internacional

Krychowiak y un Mundial con Polonia

Dos Eurocopas y otros dos Mundiales disputó Krychowiak con la selección de Polonia. «Jugar un Mundial con tu país es algo especial. Puedes ganar muchas cosas con un club, pero las cosas que vas a ganar con tu país las vas a recordar toda tu vida. Eso está por encima de todo», asegura Krychowiak, que acumuló 100 partidos como internacional. «Cuando los cumplí me sentí orgulloso y me dije que ya podía terminar mi carrera con la selección», afirma.

—De allí pasaste a la Premier. ¿Te gustó ese fútbol para tus cualidades?

—Sí, es verdad. Todos los jugadores siempre quieren jugar y disfrutar del fútbol inglés. La vida es un poco diferente, pero el fútbol es bonito. Disfruté mucho jugando allí, pero me gusta más el fútbol español que el inglés.

—Aquí se juega mejor la pelota.

—Sí, se juega diferente. Pero jugar con la pelota y con ganar con esa forma de juego es muy difícil. Pero si encuentras los jugadores y haces un equipo con esos jugadores de calidad se pueden lograr cosas impresionantes. Solamente el fútbol español puede hacer estas cosas.

—De la Premier a Rusia y hasta cinco años entre Lokomotiv y Krasnodar.

—Sí, y jugué un fútbol bonito. Cambié de posición, era más ofensivo. Hice muchos goles, jugué la Champions… Fue un buen momento en mi carrera y tengo grandes recuerdos.

—De allí a Grecia, Arabia Saudí y Chipre. De nuevo conociendo culturas distintas…

—En Grecia sólo estuve dos meses y en Arabia dos años. Es un fútbol diferente. Los jugadores tienen mucha calidad pero falta un poco de exigencia. Lo que está haciendo es bonito para el fútbol allí. Fue una buena experiencia también.

—¿Con qué jugadores has disfrutado más en tu carrera?

—Siempre me ha gustado jugar con los futbolistas de mucha calidad. Yo era diferente pero estaba preparado para luchar y trabajar para otros. Con jugadores como Banega o Verratti, que son magos del balón, se disfruta muchísimo jugar con ellos.

—¿Te marcó algún entrenador?

—De cada persona aprendes algo, en los momentos difíciles y en los buenos. Pero no es sólo aprender del fútbol cuando ganas. Aprendes más cuando pierdes. Ver las caras de los entrenadores en los momentos complicados fue una buena experiencia, y he tenido la oportunidad de trabajar con grandes técnicos.