Jon Rahm (30) es uno de los deportistas más brillantes de la historia del deporte español. Actualmente, el golfisca vasco afincado en Estados Unidos ocupa el puesto número 10 del ranking mundial. Rahm ha logrado convertir su talento en todo un hito, incluso teniendo que adaptarse a ciertas limitaciones físicas que marcaron sus inicios. Este jueves, el golfista regresó al Club de Campo Villa de Madrid para disputar su cuarto Open de España, torneo que se celebra hasta este próximo domingo 12 de octubre.

Ya en la primera ronda del campeonato, el deportista de Bilbao confesó: «No siento que haya jugado muy mal, el swing lo he sentido bastante bien y no he conseguido acertar con el viento, la verdad. Ha sido un día frustrante», lamentó. Sin embargo, su vuelta a casa superó sus expectativas: «Aquí la gente me quiere gane o pierda», dijo tras la calurosa bienvenida del público. «Me gustaría que hubiera más golf en España. Ojalá en el futuro se impulse más desde las instituciones y las empresas», reivindicó durante la presentación del Open de España.

El vasco vivió además un momento de lo más distendido al reencontrarse en el campo con Carlos Alcaraz, otro apasionado del golf. El tenista murciano se animó a disputar una divertida competición con Rahm, dejando alguna que otra anécdota para el recuerdo. «¡Vaya empotrada!», exclamó el campeón de Wimbledon tras incrustar la bola en un terraplén. Rahm, entre risas, recogió el guante: «¡Menudo hierro!».

Rahm es uno de los golfistas mejor pagados del planeta. Una auténtica fortuna que, según la revista Forbes, alcanzó en 2025 los 97 millones de dólares, más de la mitad procedentes de sus actuaciones sobre el green. A esa cifra hay que sumar los 25 millones adicionales que se embolsó tras coronarse campeón de la FedEx Cup. En el plano personal, el profesional del golf nació en el seno de una familia con raíces vascas y madrileñas.

Su padre, Edorta Rahm, es un empresario bilbaíno, mientras que su madre, Ángela Rodríguez, es matrona y natural de Madrid. El deportista comparte su vida con la bióloga estadounidense Kelley Cahill, con quien tiene tres hijos: Kepa, Eneko y Alaia. Además, Rahm nació con una malformación en el pie derecho, consecuencia de una rotura de huesos del tobillo antes de nacer. Sin embargo, esta condición lo llevó a desarrollar un swing perfectamente adaptado, que hoy es una de sus señas de identidad y una de las claves de su éxito.

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