Esta semana, a tres meses de la muerte de Ozzy Osbourne, se han publicado un nuevo libro y un nuevo documental que responden a todo lo que quisimos saber del ‘Príncipe de la Oscuridad’ y no nos atrevimos a preguntar.
El documental, titulado ‘ … No escape from now’ y producido por la BBC, se ha estrenado en Paramount+ después de varios retrasos sin demasiadas explicaciones. Pero la espera ha merecido la pena.
Siguiendo a Osbourne y su familia desde 2021 hasta su despedida con el mega concierto ‘Back to the Beginning’, el filme arroja luz sobre varias curiosidades sin mayor importancia, pero también sobre cuestiones clave que han sido un absoluto misterio hasta ahora.
Por ejemplo, la opinión de Ozzy sobre Ronnie James Dio, el cantante que lo sustituyó en 1980 cuando fue despedido de Black Sabbath por haberse convertido en un adicto inoperante, y que murió de cáncer en 2010. Osbourne apenas habló de él públicamente si no era para mostrar su desprecio, y después de haber intentado agredirle casi todo el mundo pensaba que seguiría manteniendo ese odio. Pero hay un momento del documental que desvela que, al menos al final de su vida, era todo lo contrario.
Durante sus últimos años, en los que estuvo muy enfermo, la esposa de Ozzy, Sharon Osbourne, se lo encontró varias veces viendo entrevistas con Dio en YouTube. «Era como: «¿Por qué estás viendo a Ronnie?»», dice Sharon Osbourne en el documental. «Él respondía: «Siento pena por él. Me siento fatal». En realidad, nunca escuchó ninguno de los discos de Black Sabbath con Dio. Nunca conoció a Ronnie. La primera vez que lo vio fue cuando intentó apuñalarlo en el Rainbow… con un tenedor. Nunca lo conoció realmente y nunca conoció su música. Así que se siente muy mal. Por eso ve entrevistas de Ronnie James Dio y yo le digo: «¿Qué coño estás haciendo?»».
Sin embargo, y a pesar de que llegó a reunirse dos veces con ellos, sí guardó rencor a sus compañeros de Black Sabbath. «Nunca lo superará», dice su hija Kelly en referencia a su despido fulminante. «Nunca jamás. Le dolió más que cualquier cosa que se pueda expresar con palabras. Lo destruyó. Eran sus hermanos. Eran su familia extendida y todo lo que conocía».
Otra cosa que resulta emotiva, o mejor dicho muy triste, es llegar a conocer de verdad lo mal que lo pasó Ozzy con sus problemas de salud. Cuando el cantante fue hospitalizado por una infección en 2018, se cayó al ir al baño en mitad de la noche. Pero cuando chequearon el golpe, los médicos se equivocaron diciéndole que solo tenía leves contusiones y lo mandaron a casa. Al día siguiente no podía mover los brazos y lo llevaron a otro hospital donde le hicieron una resonancia magnética adecuada «y descubrieron que se había roto el maldito cuello, me parece una locura que lo dejaran salir del primer hospital», lamenta Kelly, que pronto vio cómo su padre «pasó de poder sentarse a, siento decirlo, pero no se me ocurre otra forma de describirlo, tener una postura como la del maldito Gollum».
Sus dolores de espalda se volvieron tan insoportables que Ozzy confiesa que llegó a pensar en suicidarse: «Es un dolor que, hagas lo que hagas, siempre está ahí. Y cuando tienes un cierto nivel de dolor, afecta a tu forma de pensar. No puedes disfrutar de nada». Más tarde, revela: «Ahora estoy tomando antidepresivos, ya que estaba a punto de suicidarme. Me pongo a pensar en ello y luego digo: «¿De qué coño estás hablando?». Conociéndome, acabaría medio muerto después de prenderme fuego y no moriría. Esa es mi suerte».
Su incapacidad para actuar en la gala del Salón de la Fama del Rock & Roll de 2024 en la que se aceptó a Black Sabbath como miembros, hizo que pensara en las cosas más bizarras para poder volver a los escenarios. «Anoche pasé un rato buscando en Internet esas piernas biónicas y cosas por el estilo», dice Ozzy en el documental. «Entonces me detuve y pensé: «¿Y si me caigo?». Pero luego pensé: «Sería genial, el auténtico Iron Man»», bromea refiriéndose a una de sus canciones más famosas.
Otro instante lacrimógeno es cuando Ozzy promete que después de su concierto de despedida, se dedicará a estar junto a su esposa. «Quiero pasar tiempo con Sharon. Nunca hemos sido libres. Después de este concierto, seremos libres». Ozzy falleció a las tres semanas de celebrarse.
El libro ‘Last Rites’ (publicado en España pero aún sin versión traducida) abarca mucho más tiempo de la vida y milagros de Ozzy, pasando por su dolor tras la muerte de su guitarrista Randy Rhoads en accidente de avión, su sentimiento agridulce por no haber podido grabar el último disco de Black Sabbath con el baterista original, Bill Ward, y su impactante disquisición acerca del origen de su adicción a las drogas, señalando a la dislexia que tanta vergüenza le hizo pasar de niño. «Tener que levantarme y leer en clase cuando no entendía las palabras me parecía un destino peor que la muerte», escribe Ozzy. «Eso me hizo tener una sensación de fatalidad inminente que me perseguía allá donde iba».