Miércoles, 8 de octubre 2025, 16:31
| Actualizado 17:14h.
El Museo Nacional del Prado ha reabierto hoy, 8 de octubre de 2025, su Galería Central tras una renovación cromática que marca una nueva etapa en la historia del espacio más representativo del edificio de Villanueva. El cambio más visible: las paredes lucen ahora un profundo tono azul, pensado para resaltar la arquitectura neoclásica y realzar el colorido de los grandes lienzos de Tiziano, Veronés, Tintoretto y Rubens.
La intervención, desarrollada entre septiembre y octubre, también ha incluido la incorporación de esculturas de los Leoni, con las figuras de Carlos V e Isabel de Portugal, y una revisión completa de la museografía, con nuevas cartelas, peanas y sistemas de iluminación. Todo ello, según ha explicado Reyes Carrasco, coordinadora general de Conservación del Museo, responde a una «evolución natural dentro del plan de actuación del Prado», que busca «renovar el modo en que los visitantes experimentan las obras y estimular su percepción».
El color elegido no es casual. Carrasco explica que el azul «ayuda a comprender mejor la pintura» y guarda relación con el entorno original de muchas de las obras, que en su tiempo decoraron palacios con paredes azules. Además, el tono tiene una fuerte carga simbólica en la historia del arte, vinculada al mundo de los sentidos y las emociones. El equipo de conservación realizó diversas pruebas con distintas gamas de azul y bajo diferentes condiciones de luz antes de decidir el tono definitivo, siempre respetando los criterios de conservación preventiva.
La pintura empleada, añade Carrasco, es sostenible, libre de tóxicos y fácilmente reversible, lo que permitirá futuros cambios sin dañar los muros ni las obras. «Al final, es una sala con muchos visitantes por lo que tiene que ser también una pintura fácil de limpiar», afirma.
Con esta intervención, el Prado suma un nuevo capítulo a la extensa historia de transformaciones de su Galería Central, abierta al público en 1821 y considerada la columna vertebral del museo. Desde entonces, el espacio ha sido escenario de múltiples reformas que reflejan la evolución estética y técnica de la institución: desde la reorganización de las colecciones en 1826, cuando se introdujo la pintura italiana en el eje expositivo, hasta la remodelación de 1899 que dio lugar a la Sala de la Reina dedicada a Velázquez. En el siglo XX, la reforma arquitectónica dirigida por Pedro Muguruza entre 1924 y 1926 aportó una nueva bóveda de hormigón armado y enfatizó la monumentalidad del eje central, mientras que en los años ochenta se acometieron obras de climatización para garantizar la conservación de las piezas. Ya en el siglo XXI, la intervención de 2011 recuperó ventanales y puertas históricas, y la exposición Reencuentro de 2020 reorganizó la colección tras la pandemia.
La nueva pared azul, inspirada en la tradición pictórica europea y en exposiciones recientes como ‘El Greco. Santo Domingo el Antiguo’, consolida al museo en su apuesta por una museografía viva, capaz de dialogar con el pasado sin renunciar a la innovación.
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