Aunque España no es especialmente conocida por sus rascacielos, muchas ciudades del país cuentan con construcciones que destacan sobre el resto del paisaje urbano. Castilla-La Mancha no se queda atrás, y también tiene su propio «gigante» residencial, un edificio que desde hace décadas se impone sobre las alturas del entorno urbano albaceteño.

Se trata de la Torre La Pajarita, un inmueble de 68 metros de altura y 20 plantas que, desde principios de los años 70, es el edificio residencial más alto de la comunidad autónoma.

Su construcción formó parte de un gran proyecto de expansión urbana en Albacete, impulsado por la promotora Jiménez Hermanos y diseñado por los arquitectos Manuel Carrilero y A. Pascual. El plan incluía la edificación de 452 viviendas distribuidas en varios bloques de entre 13 y 20 pisos. La torre, como es evidente, fue la más ambiciosa de todas.

El nombre del edificio guarda relación directa con la historia del barrio. Hasta finales de los años 60, en ese mismo solar se encontraba la fábrica de chocolates La Pajarita, una empresa fundada en 1898 que se convirtió en uno de los negocios más emblemáticos de la ciudad. Tras su cierre definitivo en 1969, el terreno cambió de uso y se transformó en un área residencial en pleno crecimiento.

No es la estructura más elevada de la ciudad

Curiosamente, aunque es el edificio habitado más alto de Castilla-La Mancha, no es la estructura más elevada de Albacete. Ese título lo ostenta la torre de los depósitos de agua del parque de la Fiesta del Árbol, que alcanza los 70 metros de altura. Eso sí, no se trata de un edificio residencial, sino de una infraestructura hidráulica.

Más de medio siglo después de su construcción, la Torre La Pajarita sigue siendo un punto de referencia visible desde numerosos rincones de la ciudad. Es, al mismo tiempo, un vestigio de la transformación urbana de Albacete y una muestra de cómo la historia industrial y la necesidad de vivienda se unieron para dar forma al paisaje actual.