Una casa de pueblo de 1645 a los pies de las montañas es el lugar donde Lucien Pagès se reencuentra con su historia

Junto con la iglesia protestante, esta casa de pueblo de 1645 es una de las construcciones más antiguas de Vialas (Francia), una aldea de las Cévennes con menos de 300 habitantes que se multiplican con la llegada del buen tiempo. “Me recuerda a las películas Titanic y El resplandor al mismo tiempo”, bromea Lucien Pagès, cuya agencia de comunicación y relaciones públicas gestiona cuentas de grandes firmas de la alta costura (Jacquemus o Schiaparelli, entre otras).

La actividad frenética de su empresa, una colmena compuesta por 70 personas que ahora forma parte del colectivo creativo The Independents, contrasta con la calma de Chantoiseau, el antiguo hotel de 20 habitaciones perteneciente a su familia que vive suspendido en el tiempo desde su cierre en 2004. Las llaves con forma de seta siguen colgadas detrás de la recepción de madera maciza de castaño, la gran cocina también permanece en su sitio, en un silencio solo interrumpido en verano por el chapoteo de la piscina turquesa y el canto de las cigarras.

Mesa de madera con libro de dibujos

Detalle de la mesa del restaurante, con una campana de plata de Chantoiseau (la colección creada para el establecimiento), un álbum de recuerdos y el jarrón Citrouille, de Astier de Villatte.

© Jukka OvaskainenDonde empezó todo

En invierno, en la ladera sur del monte, el mistral sopla con fuerza. En la bodega, miles de revistas de moda que Pagès colecciona (junto con frascos de perfumes gigantes) han sustituido a los grandes vinos. Self Service, The Face, GARAGE, Love y muchas más descansan entre fotos familiares, litografías de Pierre Comba y Hervé Di Rosa y otros adornos desordenados, como el caballo de tiovivo bajo la enorme chimenea. “Muchos de los que viven aquí querían escapar de la ciudad y de la vida. Las montañas los protegen”, confiesa nuestro anfitrión, tan apegado a esta tierra con olor a castañas, miel y queso pélardon. Con bermudas vaqueras y una camisa vintage para hombre de Saint Laurent, Christiane, su madre, se ha mantenido fiel a sus pasiones: la recolección de hongos, con los que llena los tarros de Le Parfait para hacer estofados y tortillas contundentes, y la elaboración de mermeladas de fresa y albaricoques y sorbetes de verbena. “Si me gusta volver aquí no es por nostalgia, sino precisamente para reencontrarme con el origen de mi historia. Crecí entre estos muros de piedra hasta los 15 años. Un lugar perdido y, al mismo tiempo, con un acceso increíble al mundo gracias a mi padre, un hombre curioso y emprendedor, un chef creativo admirador de Rabelais [humanista francés del siglo XV] que abrió el primer bar de vinos de Moscú”.