En junio de 2025 se estimó que una buena parte de los satélites Starlink de SpaceX estaban sufriendo las consecuencias de las tormentas solares, que menguaban poco a poco la red de Internet disponible en España y en todo el mundo.

Sin embargo, la realidad parece ser bastante peor. Según relata Jonathan McDowell, astrofísico del Smithsonian a EarthSky, estarían cayendo entre uno y dos satélites a la Tierra cada día.

Un fenómeno que en palabras de McDowell no solo podría agravarse, sino que tendría consecuencias inesperadas para la órbita terrestre baja (LEO) del planeta, como la destrucción de la capa de ozono o la alteración inevitable de la atmósfera.

Cada día caen varios Starlink a la Tierra

En la entrevista, McDowell pone el foco en varios aspectos clave del despliegue satelital que tanto SpaceX como otras firmas están haciendo. Por ejemplo, exponen cómo hay más de 8.000 satélites en órbita en este momento.

A eso debemos sumarle otros tantos proyectos similares, como el proyecto Kuiper de Amazon o el famoso ‘Starlink chino’, que rivalizará directamente contra la versión de Musk. Es decir, que la cifra de satélites va a aumentar enormemente.

Representación visual artística de la constelación de satélites orbitando sobre el LOFAR.

Representación visual artística de la constelación de satélites orbitando sobre el LOFAR.

Daniëlle Futselaar

Omicrono

Es aquí donde entra en juego Starlink. Según McDowell, la baja vida útil de los satélites de Starlink unido a la actividad solar provocarán hasta 5 reentradas de satélites diarias.

En palabras del experto, se habla de un ciclo de reemplazo de unos cinco años, «lo que se traduce en cinco reentradas diarias. No está claro si China reducirá la órbita de los suyos o simplemente nos acelerará hacia el síndrome de Kessler».

Una antena Starlink.

Entra en juego también la actividad solar, la propia ‘vejez’ de los satélites y sobre todo, problemas técnicos en lanzamientos y en los propios dispositivos. En general, hay varios factores que incentivan la cada vez más creciente caída de estos dispositivos a la Tierra.

Actualmente nos encontramos en un período de alta actividad solar, que causan un conjunto de tormentas solares que calientan la atmósfera superior de la Tierra. Este calor causa la expansión de dicha atmósfera y por ende, un aumento en la resistencia atmosférica.

Explica el experto que esta actividad acorta drásticamente la vida útil de dichos satélites, que vuelan en un aire más denso de lo habitual en la órbita baja. Este aire genera una resistencia aerodinámica extra, que ralentiza los satélites y les hace perder altitud.

Si bien es cierto que es técnicamente posible reimpulsar estos satélites para volver a situarlos en su órbita correcta, esta densidad podría llevarlos a desintegrarse antes de tiempo, mucho antes del que habían previsto las compañías aeroespaciales.

Captura del vídeo compartido por el astronauta Donald R. Pettit

Respecto a los efectos que estas reentradas tienen sobre la estratosfera, desde EarthSky citan una investigación de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) que descubrió partículas de metales raros provenientes de satélites y cohetes propulsores.

Las partículas en cuestión podrían afectar a la capa de ozono e incluso alterar la atmósfera del planeta en último término, además de absorber y reflejar los rayos del sol, explican desde el portal.

Constelación de satélites.

Constelación de satélites.

McDowell además pone el foco sobre el llamado Síndrome de Kessler, un fenómeno causado por la cada vez mayor densidad de objetos en la órbita baja terrestre. El auge de las constelaciones satelitales nos podría llevar a esa situación.

Cuando la densidad es suficientemente alta, los objetos chocan entre sí, causando que los desechos espaciales resultantes aumenten la probabilidad de nuevas colisiones sucesivas, generando una cascada de colisiones.