Ursula von der Leyen se ha convertido este jueves en la primera persona al frente de la Comisión Europea que sufre dos mociones de censura en un solo día y tres en menos de un año. La presidenta del organismo comunitario ha superado la triple embestida porque procedía casi en exclusiva de eurodiputados de extrema derecha o extrema izquierda y la mayoría de miembros del Parlamento Europeo no han secundado la censura. Pero lejos de salir reforzada, el prestigio de Von der Leyen continúa la caída iniciada con el arranque de su segundo mandato en diciembre de 2024. Una espiral que amenaza con arrastrar a la credibilidad de la Unión Europea ante los socios internacionales y ante la propia opinión pública europea, lo que resulta aún más peligroso para la supervivencia del club.
«Tras repetir como presidenta de la Comisión, Von der Leyen ha dilapidado en menos de un año la reputación forjada durante su primera legislatura»
Las segundas partes a veces no son buenas, pero rara vez son tan pésimas como el segundo mandato de Von der Leyen, que tras repetir como presidenta de la Comisión ha dilapidado en menos de un año la reputación forjada durante su primera legislatura (2019-2024). Como ha recordado la analista Sophie Russack, del centro de estudios CEPS, desde la primera moción de censura para derribar a la Comisión Europea en 1972 solo ha habido quince en total —todas fallidas—. Pues de quince, tres de ellas han sido contra Von der Leyen, con una diferencia de solo tres meses —la primera, el pasado mes de julio, y las otras dos esta semana—.
Russack advierte, además, que el tipo de mociones de censura que está capeando Von der Leyen puede resultar mucho más peligroso que las afrontadas por sus predecesores. En las de este año, señala la analista, sus promotores ya no buscan solo un rédito electoral en sus países de origen, sino que aspiran a «un impacto más amplio». En concreto, añade, las de la ultraderecha «también buscan socavar la confianza en la Comisión y cuestionar la legitimidad de las instituciones europeas«.
«Nuestros adversarios no solo están listos para explotar cualquier división, sino que están provocando activamente esas divisiones»Ursula von der Leyen – Presidenta de la Comisión Europea
Von der Leyen ha apuntado en la misma dirección este jueves en Estrasburgo durante su intervención en respuesta a las dos mociones de censura. La presidenta ha alertado a sus señorías que «nuestros adversarios no solo están listos para explotar cualquier división, sino que están provocando activamente esas divisiones», en alusión a la guerra híbrida que libra Rusia contra la Unión. «Es una trampa en la que no podemos caer», ha pedido la alemana.
Pero el desprestigio de Von der Leyen está poniendo en bandeja a los grupos ultras —muchos de ellos aliados de Donald Trump y/o Vladímir Putin—, una estrategia de ataques contra la supuesta inoperancia e ineficacia de la Unión, hasta el punto de que las voces más europeístas empiezan a temer que el deterioro de la imagen de la Comisión y de su presidenta acabe afectando al propio club comunitario.
La alemana ha sido incapaz de articular una respuesta europea y su pasividad o desorientación la está pasando factura. Su silencio cómplice ante las atrocidades de Israel en Gaza o su humillante sumisión ante las tropelías de Donald Trump han provocado las iras de una parte de la opinión pública, alarmada por la deriva autocrática de EE. UU. y espantada por los crímenes de guerra de atribuidos al Gobierno de Netanyahu.
En el otro extremo, las fuerzas populistas no perdonan a la alemana su apoyo a Ucrania ni el empuje europeísta de su primer mandato, cuando logró forjar contundentes posiciones europeas como respuesta a la pandemia o a la crisis energética. Unas respuestas que le granjearon a Von der Leyen comparaciones con Jacques Delors, considerado hasta ahora el mejor presidente en la historia de la Comisión.
«Después de un año en el renovado cargo, Von der Leyen aún no ha decidido con que mayoría parlamentaria sacar adelante su agenda de reformas»
La alemana, en cambio, entró en el segundo mandato con el pie cambiado, apostando por una geometría variable en el Parlamento Europeo en la que esperaba apoyarse tato en el flanco europeísta de la cámara —populares, socialistas, liberales y verdes— como en la creciente convergencia de conservadores y ultraconservadores. Dos barajas que Von der Leyen maneja con evidente dificultad, lo que está condenando a la Comisión Europea a una peligrosa parálisis en momentos de grandes y acelerados cambios a nivel mundial. «Tras un año en el cargo, aún no ha decidido con qué mayoría parlamentaria sacar adelante su agenda de reformas», ha señalado Alberto Alemanno, profesor de Derecho Europeo en la HEC Paris Business School. «Sus problemas políticos son autoinfligidos», añadía Alemanno.
A la falta de iniciativa de Von der Leyen se suma la ausencia de voces de peso en el seno de la Comisión. Durante su primer mandato, la alemana contaba, aunque casi siempre fuera a su pesar, con el empuje de socialistas como Frans Timmermans y Josep Borrell o liberales como Margrethe Vestager o Thierry Breton. El autoritarismo de la presidenta laminó buena parte de esos activos, pero no del todo. Ahora la Comisión es prácticamente un erial político en el que Von der Leyen impone su voluntad sin apenas dar explicaciones a ningún comisario.
En la primera legislatura también sirvió de acicate la competencia entre Von der Leyen y el presidente del Consejo Europeo, el liberal Charles Michel. Ambos pugnaban por asumir el liderazgo del club, hasta el punto de caer alguna vez en peleas absurdas por el protagonismo. El riesgo de cacofonía ha sido sustituido por el silencio y la indiferencia, con Von der Leyen al ralentí y el actual presidente del Consejo, el socialista António Costa, asistiendo impávido al deterioro de la imagen del club.
El vacío es tan patente que el italiano Mario Draghi se ha convertido en una suerte de presidente de la Comisión en la sombra. El expresidente del Banco Central Europeo es escuchado con atención reverencial cada vez que interviene en algún foro comunitario. En este escenario, parece ser la única voz con arrojo suficiente para señalar las flagrantes carencias de la UE y el camino a seguir para capear el vendaval geopolítico provocado por Donald Trump y por la lucha de gigantes entre EE. UU. y China. Sin embargo, el prestigio de Draghi no parece suficiente para compensar el desprestigio al que se expone la UE si Von der Leyen no corrige el rumbo durante el resto de legislatura.