A principios de septiembre se estima que el Museo de Bellas Artes de Asturias tendrá por fin director. El día 29 de julio está prevista … la reunión telemática de los integrantes de la comisión de expertos que habrán de evaluar los trabajos presentados por los cuatro finalistas entre los que saldrá el nombre del director. El director del Museo del Prado, Miguel Falomir; el jefe de conservación de pintura del siglo XIX de la gran pinacoteca nacional, Javier Barón; la historiadora del arte María Bolaños; la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo Soledad Álvarez y la presidenta del comité español del Consejo Internacional de Museos (ICOM), María Auxiliadora Llamas, forman ese comité, que posteriormente deberá finalizar el proceso con las entrevistas personales, que pueden ser de todos con todos los candidatos o solo con algunos. Puede incluso el comité dejar desierta la convocatoria, aunque parece poco probable. Hay también en ese órgano presencia del patronato del museo, con Leopoldo Tolivar Alas y Elisa Collado.

Finalizará así un proceso que arrancó tras la marcha de Alfonso Palacio, quien dirigió el destino de la pinacoteca asturiana durante doce años, al Museo del Prado, donde ejerce como director adjunto. Quien se encargue de liderar el proyecto lo hará en un momento histórico, en el tramo final de las obras de la última fase de la ampliación, que en la actualidad se desarrollan en el complejo cultural.

Pero, pese a esas obras en marcha, el museo no ha cesado ni un momento en su actividad ni ha cerrado sus puertas. Prueba de ello que en la mañana del jueves recibió una nueva pieza del programa la Obra Invitada: el ‘Busto-relicario de santa Inés’, procedente del Museo de la Colegiata del Colegio-Noviciado de San Luis de Villargarcía de Campos (Valladolid). De origen flamenco y de autoría anónima, es un busto femenino realizado en el segundo tercio del siglo XVI, con destino al relicario de doña Magdalena de Ulloa (1525-1598), benefactora del colegio noviciado de la Compañía de Jesús en Tierra de Campos. Hecho en bronce dorado fundido y repujado sobre un alma de madera policromada, representa a santa Inés vestida a la moda germano-flamenca quinientista y muestra en su pecho la teca para emplazar la reliquia, en su día protegida por un viril y hoy perdida.

Con la melena ondulada y suelta cayendo sobre la espalda, su frente está despejada por el uso de una tiara decorada con motivos punteados. Las orejas sobresalen y en ellas lució unos pendientes hoy desaparecidos. «Un tocado sobrepuesto; un prendedor que recoge el cabello en la parte trasera de la cabeza con dos enganches laterales que enlazan con un broche en forma de grutesco, sigue el modelo de las estampas flamencas de Frans Huys (1525-1562) y Hans Vredeman de Vries (1527-1604)», cuentan desde el museo asturiano.

Entronca la magnífica pieza con el clima contrarreformista español, donde el fomento del culto a los santos y sus reliquias dio lugar a un extraordinario mercado de objetos preciosos que circulaban por toda Europa.

Llega por primera vez al museo una pieza de esta tipología y lo hace cuando se cumplen 500 años del nacimiento de Ulloa, fundadora de los colegios jesuitas de Villagarcía de Campos, Oviedo y Santander.

Gabino Busto Hevia, conservador del Museo de Bellas Artes de Asturias), y Cristina Heredia, responsable del Departamento de Educación y Difusión del Museo de Bellas Artes, fueron los encargados de presentar esta obra de arte cuya presencia en Oviedo se complementará con diferentes actividades educativas y visitas guiadas. Habrá, además, una conferencia el 25 de septiembre en el Edificio Histórico de la Universidad. Hasta el 6 de octubre se podrá visitar en la sala 1 del Palacio de Velarde esta pequeña joya.