Un año atrás, Agustín Ubal tomó, fichando por el Covirán, la decisión que cambio su carrera. Ahora se reencuentra, agradecido, como rival rojinegro.
–Jugaron … el miércoles partido de Eurocup, el jueves entrenaron a las 16.30 y salió casi a las 20.30. Va a ser verdad que Diego Ocampo –técnico del Baxi Manresa– es duro…
–¡Bueno, teniendo dos competiciones el calendario es un poco más ajetreado! No podemos regalar ningún día y hay que estar siempre pensando en el siguiente partido. Ganamos el miércoles, descansamos el jueves por la mañana y por la tarde ya nos tocaba preparar el siguiente, que es muy importante. Y Diego, sí, es un entrenador muy dedicado, con muchas ganas de mejorar siempre. Es algo que transmite muy bien a los jugadores.
–Siempre dijo que es un gran entrenador para jóvenes.
–Sí. La verdad es que estoy sintiendo mucho su presencia. Está intentando enseñarme cosas que quizá no tenía bien aprendidas, o que me faltan por pulir para ser mejor, así que estoy muy contento de tener a alguien como él al lado. Creo que me va a ser muy útil para mis próximos años.
–¿Ha habido alguna broma con el partido que le ganó al Baxi con el Covirán y que empezó a dejarles fuera del ‘play off’?
–¡La verdad es que no hemos hablando de eso! Pero bueno, los asistentes sí que me han soltado alguna… (risas). Ese fue uno de los partidos que demostró que yo estaba preparado para jugar contra equipos que luchan por algo más. Me sirvió un poco para que me ofrecieran este contrato… Nunca se sabe el futuro cuando uno juega un partido, y creo que ese día influyó bastante en el mío.
–Primera vez que juega dos competiciones. ¿Lo nota?
–Pues tengo que decir que está siendo más duro de lo que imaginaba. Por ejemplo, la semana pasada jugamos dos partidos a domicilio –Liubliana y Tenerife–, y la pasamos entera fuera de Manresa. Entre viajes, partidos, entrenamientos… se hace duro. Pero lo más lindo es jugar más. Para mí está siendo algo nuevo porque según juegas, uno ya estás preparando el otro. Y eso me está gustando mucho. No hay mucho tiempo para pensar. Es corregir y volver a jugar. Creo que era lo que necesitaba para mi carrera en este momento: sumar minutos y experiencias. Creo que dimos en el clavo. Ojalá siga sumando para hacerme un jugador más completo.
–¿Es de ‘comerse’ la cabeza?
–Sí, soy muy detallista. Cuando cometo un error… termina el partido y lo veo tres veces. Y no exagero. Mi familia se vuelve loca, termina el partido y ya lo estoy viendo, esa misma noche. Soy alguien muy perfeccionista, que piensa mucho y a veces me bloqueo un poco. Pero creo que eso también me ayuda para mejorar, corregir errores y llegar a la perfección… que es lo que quiero en un futuro más lejano.
–¿Qué le supuso Granada?
–Emocionalmente fue difícil, porque los resultados fueron duros. Me generaba mucha impotencia ver que el equipo trabajaba bien pero no ganábamos esos partidos que ayudarían a respirar. Por ahí fue difícil, pero fue una temporada que me enseñó mucho. La ciudad me recibió con los brazos abiertos, sentía calidez en cada partido, me sentía como en casa. Me encantaba jugar en el Palacio. Saqué muchas cosas positivas, aprendí mucho y quiero darle las gracias a Pablo Pin y al presidente, que apostaron por mí. A veces jugaba bien y a veces mal, pero al siguiente partido seguían apostando por mí. La verdad es que les estoy muy agradecido fue un año muy satisfactorio para mi carrera pese a no conseguir resultados.
–Fue el primer equipo en el que le pusieron a jugar ‘de verdad’.
–Sí. Las temporadas anteriores siempre empezaba sin jugar y al final, por alguna lesión o algo, demostraba que podía aportar, pero ya era tarde. Acababa la temporada y apenas tenía tiempo. Pero apareció el Covirán, que tuvo mucha paciencia conmigo hasta que pude, no sé si explotar, pero sí aportarle cosas buenas en defensa y ataque. Sí, fue la primera experiencia con minutos reales y ojalá este año en Manresa pueda seguir así. Me ayuda mucho tener dos partidos a la semana para tener más posibilidades de jugar. Hasta hoy vengo jugando mucho, se lo agradezco al ‘staff’. Es un empujón para seguir creciendo.
–Se notó una gran evolución desde aquel Ubal timorato del primer partido en casa…
–Así fue. Me acuerdo mucho de ese partido contra Unicaja, en el que tuve varios tiros a los que renuncié, pérdidas… Siendo joven es complicado tener confianza cuando vienes de años sin un rol definido. No empecé con la mejor confianza del mundo, pero en eso trabajó mucho Pablo Pin con su cuerpo técnico. Me dieron la confianza, me apoyaron, me pedían que ayudara en defensa y que en ataque castigara cuando pudiera. Acabé más mentalizado, sabiendo que en ataque tenía que ser más agresivo, arriesgar más y ser valiente. Era mi oportunidad de demostrar que podía jugar. Salió bien y ahora soy un jugador mucho más agresivo.
–También contra Unicaja, en Málaga, otro momento clave: su lesión cuando mejor estaba y en plena plaga de bajas.
–Fue muy duro. No voy a mentir, pensaba en lo peor, que me había roto el cruzado. Gracias a Dios fue el ligamento lateral y solo un mes afuera. Pero fue un batacazo emocional porque era la primera vez que jugaba bien de verdad, sintiéndome importante también en ataque. Fue un mal momento, pero me ayudó a prepararme mejor para lo que nos quedaba, porque sabía que, cuando volviera, tenía que hacerlo siendo el mismo. Ahí me ayudaron mucho Pecile, con la técnica individual; y ‘Pinzas’, con la rehabilitación. Pasamos muchas horas juntos y por suerte pude cerrar el curso físicamente bien y sintiéndome como antes.
–¿Cómo ha sido el verano? Firmó rápido en Manresa, pero había incertidumbre sobre el Covirán, con el que tenía contrato.
–Raro, con mucha incertidumbre. Quedé desvinculado con el descenso, pero seguía hablando con el club, no voy a mentir. Tenía ofertas de ACB pero no tenía claro qué hacer, aunque al final me senté con mi agente y pensamos en lo mejor para mi futuro. No sabíamos qué iba a pasar con el Covirán y, cuando decidimos, aún no se sabía que iban a jugar en ACB. Fue una decisión difícil, no lo niego, porque tengo un gran cariño por el club, mucho aprecio a su gente. Pero Manresa es un club histórico que me ofrecía jugar Eurocup y estabilidad con un contrato hasta 2028. Era difícil decir que no a pesar del cariño por el Covirán, que le transmití al presidente dándole las gracias y deseándole lo mejor. Por suerte, se pudieron quedar en ACB y nos vamos a volver a ver, que es lo más lindo.
–¿Cómo vivió la confirmación del Covirán en la ACB? Podría haber reclamado el contrato.
–Sí, podría, pero les había transmitido mi decisión y me habían dicho que no iban a poner trabas. Yo lo di todo por ellos, y me desearon lo mejor. Por eso, se me dobló el cariño por el club, porque quizá otro hubiera dicho: ‘oye, tú tienes contrato, vamos a juicio porque queremos ‘plata’…’. Pero no. Por eso les estoy tan agradecido y cuando vea al presidente se lo diré personalmente. Es una acción de buena persona, que es lo que caracteriza al Covirán: buenas personas en el club. Se merecen lo mejor durante años.
–¿Qué espera del partido?
–Va a ser dinámico, está claro (sonríe). Ellos juegan rápido, Ramón (Díaz) ha impuesto una manera de jugar muy americana. Nosotros también somos dinámicos, así que va a ser un partido de ida y vuelta. Toca estar preparados para rebotear, correr y castigarles cuando podamos. Ganará el que esté mejor físicamente porque será igualado. Ellos se han reforzado muy bien.