Faltaba más de media hora, y ya se encontraban los aledaños de la plaza hasta arriba de gente. Nadie se quería perder el acontecimiento de ver a Morante descubrir la estatua a Antoñete, frente a la puerta grande. El viernes ya estaba el monumento, … cubierto por unas sábanas, como un fantasma, y estaba disparada la curiosidad por ver lo que había debajo. «Es casi tan importante lo de hoy como lo de mañana en el ruedo», comentaban los aficionados que allí se amontonaban.
Se hablaba también la baja de última hora de Aparicio, y la consiguiente sustitución de Frascuelo, que ha caído bien para rematar -o abrir, mejor dicho- el cartel. Aunque sonaba Uceda, no terminaba de encajar en la idea de toreros retirados. Curro Vázquez iba a ser el matador de mayor edad que iba a pisar el ruedo de Las Ventas: 74 años cuenta el maestro, aunque con aspecto de chaval. Al meter a Frascuelo, se ha superado ese récord: 77 años tiene el madrileño, que ejercerá de director de lidia.
Algunos salían del aparatado de la corrida de Victorino, otros llevaban esperando un buen rato para coger buen sitio… Hasta turistas orientales sacaban su móvil, porque algo grande debía pasar si había tanta gente bajo la solanera un sábado al mediodía. Y a la hora prevista, apareció Morante, con un traje marrón, haciendo el paseíllo junto a Hermoso de Mendoza, Curro Vázquez y Olga Casado, con Carlos Novillo, Miguel Martín, Víctor Zabala, Rafael G. Garrido y la familia del maestro del mechón blanco a su vera.
Se quitó entonces la tela negra para ver la imagen de Antoñete, «del Chenel de principios de los 80», del escultor Martín Lagares, ante el aplauso general. «La afición de Madrid a Antoñete», era la inscripción.
Todos sabemos que esa «afición de Madrid» está capitaneada por Morante, que miraba contento la escultura. «Tenía el miedo de que no nos gustara», dijo el Genio a ABC. «Pero, al parecer, ha gustado mucho, y todo el mundo está muy contento».
Los asistentes esperaban su oportunidad de hacerse una foto o saludar al Genio, y demás protagonistas. Lograron meterse por la puerta grande muchos de los toreros, tras atender a la gente como buenamente se podía. «Hemos perdido a Curro», comentaban algunos al meterse, pero sin mirar atrás por la la masa de aficionados. Para que digan que no hay afición. Los restaurantes de la zona están llenos desde agosto, y no hay hoteles disponibles estos días.
Sobre el día de mañana, señalado desde hace mucho por los aficionados en letras de oro, esperaba el de La Puebla que, por la mañana, «puedan disfrutar mis compañeros, porque son toreros ya retirados. Sería una satisfacción para mí que no sea en vano todo este enredo en el que les he metido, y que se les recuerde como los toreros que han sido», decía sonriente.
Ya por la tarde, la historia cambia: «Ahí ya quiero disfrutar yo, y espero que sea una tarde especial». Lo será, ya que supone la retirada de Fernando Robleño, primer torero al que Morante dio la alternativa, hace un cuarto de siglo ya, y la confirmación de Sergio Rodríguez. Unos se van, otros vienen, pero Chenel ya tendrá para siempre el recuerdo que su plaza le debía.