11/10/2025
Actualizado a las 22:03h.
La estatua broncínea. El cielo panza de burra. La belleza cárdena. Antoñete, Madrid y Victorino, un mismo día en la catedral del toro, que pronto nos recordó la cruda verdad de la Fiesta. «¡Va muerto, va muerto!», se decía en el callejón mientras las cuadrillas … portaban a David Galván. Llevaba los ojos vueltos a otro mundo, el cuerpo desmadejado, la cabeza de trapo, el golpetazo en las costillas, la caída desde el precipicio de los pitones. Inerte quedó cuando el primer Victorino, Verdadero de nombre, lo prendió por la pierna y lo lanzó con violencia a la arena, con el cuerpo entre las dagas. Que no perdonaron y lo alzaron otra vez al ruedo de la inmortalidad en una durísima voltereta. La imagen del pitón en la espalda, dentro de la chaquetilla, no se borraba de las retinas, nubladas por la angustia. Se temía lo peor hasta que tranquilizaron las noticias de la enfermería: Galván, con un severo traumatismo craneoencefálico, había recuperado el conocimiento; el pitón dejó un puntazo en el hemitórax izquierdo, pero no había penetrado en ningún órgano vital. El milagro se había obrado, aunque tras la espeluznante paliza le costaba respirar y fue trasladado al Gregorio Marañón para realizarle un estudio radiológico. Ocurrió a derechas con un Verdadero que desarrolló mucho sentido en banderillas. Y eso que había prometido embestidas algo halagüeñas en los inicios, tan bien lidiado de salida por Galván. Pero aprendió pronto, muy pronto. Hasta dejar un herido.
Con el gaditano en el hule, la victorinada, de fuertes emociones, quedó en mano a mano entre Román y Ginés Marín. Qué tarde más apasionante de toros y toreros, de esas en las que no come pipas ni el sobrino del vendedor. En el umbral de la Puerta Grande se quedó el valenciano con un toro de bandera. ¡Cómo fue Esquinero! De excelsa bravura, humillador, con el hocico enterrado en la tierra que todo lo da y todo lo quita. Importante el Victorino e importante Román Collado, que brindó a Ponce. De valenciano a valenciano. Desde la apertura tomó por abajo las telas, con el morrillo a rastras, con un torero sincerísimo enfrente. Pura emotividad aquel capítulo, de gargantas desgañitadas en una faena intensa, a más, con mayor rotundidad a estribor que a babor, por donde incomodaban el viento y el toro. Crujió la Monumental en la última serie diestra, apretando a Esquinero, que respondía con bravísima entrega y mantenía boca cerrada. «¡Así se viene a Madrid!, gritaron. En pie los tendidos: desde el 7 hasta el 3. Buscaban ya los pañuelos cuando se marchó a por la espada y regaló unos ayudados genuflexos de torerísima listeza. Cosido, sin pausas. Hasta la estocada letal, de fulminante muerte para el gran Esquinero, que hubiese merecido la vuelta al ruedo. Orejón de ley para Román en un conjunto de premio mayor, de mirar frente a frente a Chenel antes de llegar a la calle de Alcalá. Pero parece ser que el acero se desprendió y el palco aguantó para sacar el primer moquero.
Sabía Collado que la gloria estaba cerca y expuso en el serísimo Japonés, con la mayoría de edad más que superada, cercano a los seis años. Se notaba en la mirada del victorino, tremendamente exigente, que derribó al caballo estrepitosamente. Se dolía Chocolate, que echaría luego el palo de manera soberbia. No se lo puso fácil con los palos a la cuadrilla y hasta pasó apuros un veterano como Escorial. Pero en Portentoso se encontraba la llave de la salida a hombros. Y Román lo sabía, por lo que le abrió caminos por abajo con inteligencia en una labor de toma y daca para dominar la casta. Se palpaba el runrún en el ambiente: Collado buscaba la colocación que gusta en la capital, haciendo un esfuerzo con un toro de apuesta. Pero la espada salió cruz al hacer guardia y borró la opción de otra oreja.
A Ginés Marín se le venía cantando su último tramo del verano. Y lo demostó en la primera plaza del mundo, fabulosamente centrado y toreando al ralentí a un victorino de dormida embestida, en la que había ahondado magistralmente a la verónica. Su buena imagen se mantuvo con los otros, más deslucidotes. Lástima de espada cuando se plantó con la montera calada. La misma que se quitó con los palos Iván García, enorme torero de plata.
-
Monumental de las Ventas.
Sábado, 11 de octubre de 2025. Lleno. Toros de Victorino Martín, serios, de juego variado; destacaron el extraordinario y bravo 3º y el encastado 5º; de dormida clase el 2º. -
David Galván,
de catafalco y oro: herido, mata al 1º Román de pinchazo y estocada (silencio). -
Román,
de azul pavo y oro: estocada desprendida fulminante (ore-ja); estocada trasera que hace guardia y descabello (saludos tras aviso). -
Ginés Marín,
de lila y azabache: pinchazo y estocada trasera tendida (saludos); pinchazo y estocada caída (silencio tras aviso); tres pinchazos, media y descabello (silencio tras aviso).
dfdff
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
Reportar un error