Sábado, 11 de octubre 2025, 19:19
| Actualizado 19:25h.
La vida ha cambiado de forma radical para Beatriz Montáñez, quien en 2006 fue co-presentadora del popular espacio ‘El Intermedio’, que todavía se emite en la actualidad en ‘La Sexta‘. Tal fue el éxito que en 2009 ganó un Ondas como mejor programa de actualidad.
Sin embargo, en diciembre de 2011 dijo adiós al Gran Wyoming para «descansar y acometer nuevos proyectos de formación personal». En este sentido, decidió dedicarse al cine y debutó con la película ’88’ y más tarde copresentó en Telecinco ‘El gran debate’ y ‘Hable con ellas’. Pero su mayor éxito fue lograr un Goya por ‘Muchos hijos, un mono y un castillo’, donde fue guionista.

Sin embargo, su movimiento más importante fue trasladarse a vivir lejos de la ciudad a una casa de pastores: «Por mucho dinero que ganara en televisión, prefiero la vida austera. No hay dinero en el mundo que te pueda comprar la paz. Por mucho dinero que ganara, por mucho futuro que me esperara, prefiero la vida que llevo. Lo volvería a hacer cien mil veces», señaló en la presentación de su libro ‘Niadela’, el cual escribió en su cabaña, donde admite que estuvo viviendo un año «con velas».

Beatriz Montáñez, en su época de presentadora en ‘El Intermedio’.
LASEXTA

Según explicó, estaba saturada: «Estaba perdidísima. Es muy difícil cuando no tienes un camino concreto, ves bifurcaciones y no sabes cuál tomar. Había mucho ruido en mi vida y eso me provocaba mucha inestabilidad. Sentía que en cualquier momento iba a explotar y necesitaba silencio y saber cuál era el camino».
Y desde entonces decidió apenas gastar dinero y un estilo de vida completamente diferente: «Todo lo que me rodea es muy austero. Me hice vegana, así que lo que como es barato. Verduras frescas, legumbres, semillas, raíces… no me gasto más de 150 euros en alimentación. No pago casa, instalé paneles fotovoltaicos y el agua viene de un pozo».
La expresentadora sale a comprar cada 25 días y también va a Madrid un par de veces al año para ver a sus amigos. Ahora, los alrededores de su hogar se han llenado de intrusos que revoloteaban su casa «para dejarle notas y observarla con prismáticos».
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