Isabel Ibáñez

Lunes, 6 de octubre 2025, 12:55

| Actualizado 18:08h.

Ya lo hizo en 1963, poner patas arriba la sociedad alemana, cuando era un veinteañero insolente vapuleado de niño primero por el nazismo y luego por el comunismo. Evidentemente, también por la Segunda Guerra Mundial. Baselitz, que había nacido en 1938 como Hans-Georg Kern y tomó su seudónimo de su ciudad natal, Deutschbaselitz (Sajonia), pintó dos cuadros con un ser extraño sujetando su gran pene erecto. La Policía se presentó en la galería de Berlín occidental donde estaban expuestos para confiscarlos con una denuncia por inmoralidad en la mano –dos años después le fueron restituidas–.

Tras este incidente que lo catapultó a la fama, en 1969 volvió a epatar cuando decidió alterar las reglas y empezó a pintar sus figuras del revés. No del derecho para darlas luego la vuelta, sino directamente patas arriba, un rasgo de estilo que mantiene. Los visitantes del Bellas Artes podrán comprobarlo en el rehabilitado edificio de 1970, que ha elegido este referente del neoexpresionismo alemán para estrenar el espacio rehabilitado. Sin aquellas obras de juventud, eso sí, pues el medio centenar de lienzos de gran tamaño reunidos aquí han sido creados en esta última década.


Entre la 'Vista de Bilbao' en 1700, las planchas metálicas de Vicinay y la musa Euterpe tumbada


Heraldos expositivos

El museo reabre con el reputado artista esta zona de la pinacoteca que el público podrá admirar a partir del miércoles, tras el cierre semanal de los martes. La sensación es la de regresar a casa, la de haber recuperado un espacio que Bilbao perdió hace tres años, los que ha estado cerrado para acondicionarlo. Hay variaciones en la disposición de los muros, a la espera de tirar los que dan a la otra parte del parque, donde estaba el estanque. Ya así resulta un lugar muy luminoso, pero esa pared se tirará y el 25 de julio del año que viene, justo un mes después de la apertura de la ampliación, volverá a verse a través del ventanal a la musa Euterpe en medio de la fuente con agua.

El parque visto desde dentro.

El parque visto desde dentro.

Hasta ese momento se la puede ver en la planta baja, a la que se accede directamente por la puerta de antaño. Allí complementa a Baselitz en este estreno una exposición colectiva de artistas vascos con Bilbao y el museo como protagonistas y creadas entre 1973 y 2023. Se titula ‘Ataria’ y ha sido comisariada por Miriam Alzuri, conservadora de Arte Moderno y Contemporáneo del museo. Solo una salvedad, entre ellas está ‘Vista de Bilbao’, cuadro anónimo de hacia 1700, la imagen pictórica más antigua de la villa conocida hasta el momento, que se exhibe por primera vez. Antes de todo, da la imponente bienvenida el gigante ‘Elogio del hierro III’, la obra de 4 metros y 18 toneladas de Chillida inaugurada hace un par de semanas.

«Nos sentimos conmovidos por volver a mostrar arte en este edificio con artistas que cruzan su biografía con la del museo», manifestó Miguel Zugaza, el director. Se refería a que en el año de nacimiento de Baselitz se empezó a proyectar el edificio antiguo; cuando el artista presentaba sus obras ‘indecentes’, se ponía la primera piedra de este espacio de arte moderno, abierto al público siete años después, precisamente el momento en que el pintor se decidió a poner el mundo patas arriba en sus cuadros.

«Se empieza a ver la luz»

En la inauguración estuvo Elixabete Etxanobe, diputada general de Bizkaia y presidenta del Patronato del Bellas Artes: «Hoy marcamos un hito en la evolución del museo», celebró. A su lado, Gorka Martínez, director general de la Fundación Bancaria BBK, valoró las «maravillosas exposiciones organizadas hasta hoy en el edificio antiguo» durante las obras, aunque destacó: «Esto es otra cosa, se empieza a ver la luz».

El comisario de la exposición, Norman Rosenthal, ante la obra 'No puedo tener sexo'.

El comisario de la exposición, Norman Rosenthal, ante la obra ‘No puedo tener sexo’.

Jordi Alemany

El Bellas Artes persiste así en ese ocurrente eslogan de ‘Abierto por obras’ que resume la sana fijación de sus responsables: seguir ofreciendo cultura pese a los obvios inconvenientes que supone ampliar una institución de estas características. La actividad museística, frenética incluso en esta situación, se ha circunscrito durante 36 meses al edificio antiguo, y ahora éste toma el relevo. Bilbaínos y foráneos podrán pisar al fin el espacio construido en 1970 expresamente para albergar el arte más actual. Ya en julio se presentaron estos 6.000 metros cuadrados rehabilitados, en los que se ha respetado el diseño original, modificado en reformas parciales como la que cerró los porches en 1982 logrando ganar un 12% de espacio.

Los collages con medias.

Los collages con medias.

J. Alemany

‘George Baselitz. Pinturas 2014-2025. Algo en todo’, con obras procedentes de colecciones privadas, podrá disfrutarse hasta el 1 de marzo de 2026. Ha sido comisariada por Norman Rosenthal, experto en este autor, quien, a sus 87 años, pinta las telas colocadas en el suelo sentado ahora en una silla de oficina con ruedas, y ayudándose de un carrito donde lleva las pinturas. Rosenthal, entusiasmado con el espacio expositivo, no dudó en calificarlo como «el gran rival del museo que está al otro lado», en referencia al Guggenheim. «Si miramos a Palestina, Ucrania, EE UU e incluso mi país, Gran Bretaña, ves que el mundo está patas arriba, y lo increíble es que aprendamos a vivir de ese modo», esgrimió al explicar el rasgo estilístico de Baselitz, «quien consigue mantenerse en un equilibrio entre el arte abstracto y el figurativo».

Su cuerpo y el de su esposa

Los enormes lienzos (algunos de hasta casi cinco metros de alto por tres de ancho) abordan los temas que obsesionan al artista con imágenes impregnadas por la conciencia del cuerpo humano –casi siempre el suyo y el de su esposa, Elke–, su propia autobiografía y la historia del arte. «Figuras, manos, medias de nylon, piernas, pies y águilas imperiales condensan una nueva expresividad y la genial lucidez de su producción más reciente», explicó el director. Entre todas, una pintura de 2024 de cuatro metros y medio de ancho por tres de alto muestra un aguila imperial con medias y las alas abiertas cayendo (boca abajo), un símbolo de la heráldica alemana que ya usó en los 70; la titula con ironía ‘No puedo tener sexo’. «Pero básicamente –prosiguió Rosenthal–, se pinta a él y a su mujer. En los cuadros se les ve duplicados, allí está Elke pintada cinco veces con medias de nylon reales, que coloca a modo de collage, y que pueden resultar un poco sórdidas o simplemente parecer un recuerdo. ¡Mi propia madre las llevaba!».

La muestra ahonda en la idea de que «la fuerza creativa supera las más severas limitaciones físicas en este estilo final de Baselitz, que reclama formar parte de una genealogía artística de resiliencia en cuyo parnaso se hallan pintores de trayectoria longeva como Tiziano, Rembrandt, Goya o Picasso», explicó Zugaza. Añadió Rosenthal: «Baselitz me dijo el año pasado ‘No quiero pintar más’. Pero ahí sigue. Son creadores que no pueden parar. En este cuadro estrella, ‘Hay algo en todo’, se retrata a sí mismo. Te quedas mirando esos ojos, esas manos, los pies… Ves un hombre mayor, te habla de la fragilidad, de la vejez. Y lo cierto es que yo no puedo dejar de mirarlo».

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