Es el signo de los tiempos. La reparación sustituye a la belleza. El arte y la literatura ya no buscan deslumbrar, sino aliviar. El público —fatigado, endeudado, extenuado, vulnerable— es objeto de consuelo. La búsqueda del bienestar, la épica emocional y la centralidad del que … sufre se manifiestan en los catálogos literarios. Desde ‘Reconquista tu tiempo’ (Ariel), de la californiana Jenny Odell, pasando por ‘Desmorir’ (Editorial Sexto Piso), un libro sobre la enfermedad escrito por la premio Pullitzer Anne Boyer; ‘Color puro’ (La Diligencia), un atlas emocional de la filósofa Sheila Heti, hasta ‘Frágiles’ (Anagrama), de Remedios Zafra, autora reconocida esta semana con el premio Nacional de Ensayo.
El editor alemán Juergen Boos, presidente y director ejecutivo de la Feria del Libro de Fráncfort, próxima a celebrarse en estos días, reconoce el auge terapéutico de la oferta editorial. El fenómeno no se limita a las ferias literarias. Los premios lo confirman. El canon se ha reescrito en clave compensatoria. De Annie Ernaux a Mohamed Mbougar Sarr, la virtud moral pesa tanto como el talento. La francesa fue celebrada por hacer del trauma femenino una herramienta política, el senegalés por redimir la herencia colonial. Hay que simbolizar una herida.
En el ámbito hispanoamericano, las escritoras prominentes de la escena —Marta Sanz, Sara Mesa, Piedad Bonnett, Selva Almada, Brenda Navarro, Cristina Rivera Garza o Dolores Reyes— son también cronistas del dolor. Hace apenas una semana, Reyes presentó la adaptación audiovisual de su novela ‘Cometierra’ (Alfaguara), que narra la historia de una adolescente de la periferia de Buenos Aires que tiene el don de encontrar a mujeres desaparecidas tan sólo con masticar la tierra donde fueron asesinadas.
El cuidado del enfermo, la luz sobre el daño, el enunciado de la invisibilidad o la precariedad han encontrado interpretaciones tan variadas como complementarias. «Algunas de estas aproximaciones vienen de la ecocrítica o de la crítica post colonial, pero, al mismo tiempo, la ética relacional existe desde hace mucho», comenta el filósofo y escritor Jorge Freire. «Es un tema que han trabajado autores como Charles Taylor, con el cuidado relacional, pero existen desde hace siglos. Eneas lleva a su padre en hombros, estamos hablando de ‘La Ilíada’, y en ‘La Eneida’ se reinterpreta. La piedad no tiene que ver con se piadoso, sino con los cuidados hacia la patria y hacia la familia».
Biblioteca del malestar
En su más reciente libro ‘Deseo y destino’ (Destino), el analista político David Rieff aborda la cancelación y la censura, la implantación de lo ‘woke’ en el mundo académico norteamericano, pero, sobre todo, el triunfo de lo traumático, una categoría que tiene no poco de «deseo de controlar a los demás esgrimiendo el sufrimiento individual como arma». Así lo interpreta en su lectura contemporánea de lo que ha sido el paso del trauma como categoría psiquiátrica a sociológica. Al ser preguntado por si existe en realidad un mapa de la literatura de los cuidados, el editor Miguel Aguilar, aporta claves para un perfil más claro: «Hay una línea o una manera de ver y reflejar la realidad que tiene que ver con la necesidad, de comunidad, una especie de respuesta al individualismo y a la agresividad de la sociedad tardocapitalista que se refleja tanto en la no ficción como la ficción», explica a ABC el responsable de los sellos Taurus, Debate y Literatura Random House.
Existen claves muy anteriores, según Aguilar. «Michael Sandel ya lo proponía en su crítica a la meritocracia y defensa de la comunidad. El libro más reciente de Joan Didion tiene que ver con la salud mental y sobre cómo ella cuida de su hija. La fragilidad está presente. Es un fenómeno global, Byung-Chul Han va en una línea parecida. En el reciente premio Formentor, la editora de Anagrama Silvia Sesé y yo hablábamos de la narrativa de los cuidados. Se ve también en Olga Tokarczuk y creo que en una nueva generación de escritores españoles: Remedios Zafra, Sara Mesa, Aroa Moreno y Elvira Navarro».
Fragilidad industrial
En los catálogos de novedades de Penguin Random House y Planeta, más de la mitad de los ensayos contienen en el subtítulo las palabras trauma, culpa o cuidado. Los agentes literarios lo llaman «literatura de supervivencia». Los scouts literarios aseguran que los libros sobre ansiedad, maternidad y violencia estructural ocupan el 60 % de las mesas de novedades en la Feria de Frankfurt de este año.
‘El invencible verano de Liliana’ (Literatura Random House), en cuyas páginas Cristina Rivera Garza reconstruye el feminicidio de su hermana, fue traducido a diez idiomas y adaptado para televisión. En España, Seix Barral y Lumen han diseñado catálogos donde lo confesional y la reparación se imponen. En 2026, Lumen publicará ‘Un himno a la vida’, las memorias de Gisèle Pelicot, víctima francesa de una década de violaciones organizadas por su esposo, que la drogaba y la ofrecía a más de 50 hombres.
Los ensayistas más traducidos van en esa línea: Byung-Chul Han y su ‘Sociedad del cansancio’ (Herder); Eva Illouz reedita ‘El fin del amor’; Remedios Zafra insiste en la precariedad digital; Judith Butler pregunta qué es un cuerpo o cuál es la capacidad performativa del lenguaje en el odio; y el sociólogo estadounidense Douglas S. Massey, premio Princesa de Asturias 2025, habla de la desigualdad como herida.
Las ciencias sociales, antaño terreno del análisis, adoptan ahora el tono confesional. El pensamiento se presenta como terapia y en ocasiones como reparación. La filósofa barcelonesa Marina Garcés así lo desarrolla en su libro ‘Humanidades en acción’. El público no busca argumentos, busca consuelo. El reflejo más claro de esta cultura del alivio está en los premios. La virtud ha desplazado al riesgo. El consuelo es industrial. La socióloga Eva Illouz lo advirtió hace años: la emoción se ha convertido en el lenguaje del poder. El viejo ideal de la libertad creadora ha sido reemplazado por el imperativo del consuelo. Quién quiere una buena herejía cuando puede consumir ansiolíticos.
Fráncfort y más allá
En un otoño marcado por las novedades, la editores y responsables de la industria afinan el ojo. La 77ª Feria del Libro de Fráncfort, que tendrá lugar del 15 al 19 de octubre de 2025, anticipa algunas otras tendencias. Desde 1949, esta feria es el epicentro del mercado editorial en el mundo. Tan sólo en la pasada edición contó con la participación de más de 4.000 empresas procedentes 95 países y con 215.000 visitantes registrados. Quien no va a Fráncfort no existe. El 80% de los contratos editoriales tienen lugar ahí. Su principal negocio consiste en la compraventa de los derechos de los libros en un ámbito global: derechos de publicación, de traducción a lenguas extranjeras, derechos para el cine, licencias y derechos de merchandising. Además, los asistentes se reúnen para negociar contratos comerciales, averiguar las últimas tendencias e iniciativas y lanzarse a la caza de un bombazo.
En ese concierto, la literatura de los cuidados está presente, aunque con la fuerza justa. «El trauma se usa para todo. Sin embargo, desde el punto de vista comercial no tendrá recorrido», explican los scouts de literatura en español. El thriller sigue en auge y, sobre todo, el thriller fundado en las ciudades como reclamo turístico. La novela histórica también mantiene su dominio. Sin embargo, a juicio de los cazadores de éxitos, España llega literariamente renovada a la feria a través de distintos sellos independientes. «Libros como ‘Comerás flores’ , de Lucía Solla Sobral, que acaba de publicar el sello Libros del Asteroide, es un libro horado. Hay una veta que se está abriendo, como en su momento hizo Sara Mesa, sobre las relaciones personales y familiares con una literatura actual».
Tendencia editorial
Al mismo tiempo que se consolidan unos perfiles, otros arrasan. Fráncfort reproduce algunos casos. Por ejemplo, el ‘young adult’, una categoría pensada para jóvenes entre 13 y 18 años. Estos libros engloban todo tipo de géneros, desde el romance hasta al thriller o incluso híbridos como el ‘romantasy’ (romance + fantasía). «Se trata de un fenómeno que engloba a una generación de lectoras y en la que confluyen dos tendencias: la ‘Fan Fiction’, cuya plataforma es Wattpad, una herramienta online donde cualquier persona puede leer y escribir historias de forma gratuita y que luego acaban convirtiéndose en autores para esos mismos lectores».
Justo ahí, las grandes casas editoriales han visto una oportunidad de negocio. «La estrategia de los editores es buscar a personas que están en las redes sociales, tipo Taylor Swift, y sobre la base de sus seguidores, publican un libro. Si consigues que 10% del millón de seguidores se convierta en ventas activas es un éxito. No tienes que hacer marketing». A ese fenómeno señalado por los scouts se suman algunos hábitos. La idea del coleccionismo ha vuelto a los libros. Un mismo libro se reedita sólo por el cambio de cubierta, y consigue ventas, o se hace cada vez más común el fenómeno de autores que emergen directamente de las redes. No todo son buenas noticias en lo que al diagnóstico de Fráncfort respeta. Saltan algunas alarmas con respecto al comportamiento orgánico de la industria. «La caída libre del ensayo es estrepitoso», aseguran distintas fuentes vinculadas al mercado. «La facturación se ha incrementado en los últimos dos años. Pero eso no se corresponde con la cantidad de ejemplares impresos. Se publican muchos más títulos, pero con menos ejemplares. El sector del libro en España está viviendo una artificiosidad económica. Habrá un despertar duro el año próximo».