Nagore Alonso Becedas ha crecido rodeada de flores. La semilla la sembraron sus padres hace más de 50 años, cuando decidieron colocarse con un cubo … de claveles frente al cementerio de Derio. «Ahí nació el negocio. Todos los Becedas nos dedicamos a esto. Mi tío se mudó a Cáceres y allí se ha hecho un nombre». Su madre se quedó y fue una de las veteranas del mercado de las flores de El Arenal. Y Nagore con ella, desde los once años. «Yo nunca he salido de fiesta con mis amigas, pero no me importaba. Me encantaba ayudar los domingos a mis aitas, acompañada por mis hermanos y mis primos. Lo mío siempre ha sido vender, estar de cara al público», cuenta esta emprendedora de 41 años que quería haber sido médica, pero al final eligió las flores.

Hace menos de un mes abrió su propia floristería, Nagore Flores y Plantas, en la entrada a la plaza del Gas, frente al Ayuntamiento de Bilbao. «Estoy feliz, pero emprender cada vez es más difícil… no nos dan facilidades», admite, consciente de la presión que supone poner en marcha un negocio hoy en día. Y eso que ella siempre ha tenido vena emprendedora. Se formó como masajista y, con solo 20 años, abrió un spa en Galdakao, que cerró cuatro años después para dedicarse de lleno a las flores. También regentó dos floristerías en Amorebieta, pero apenas duraron tres meses abiertas. «La primera vez sufrí una sepsis después de una operación y estuve muy grave. Y la segunda tuve que cerrar por un problema familiar», lamenta.

Luis Ángel Gómez

Nagore nunca se desvinculó del mundo de las flores. Cada domingo acudía a su cita semanal en el mercado de El Arenal y seguía trabajando en su taller del polígono de Erletxe, donde produce los ramos de flores secas y preservadas. Pero hace justo un año, mientras se preparaba para montar su puesto, vivió un contratiempo que interpretó como una señal para abrir una nueva floristería. «Descargué diez carros de flores del camión y vino un viento huracanado que los tiró todos al suelo. Los ramos salieron volando y cayeron a la ría», recuerda. Ese mismo día vio un cartel de ‘Se alquila’ en el local que hoy ocupa su negocio: «Pensé que aquel incidente había pasado por algo y aquí estamos».

Nagore posa con dos de sus tres empleados, Edward y Luz.

Nagore posa con dos de sus tres empleados, Edward y Luz.

Luis Ángel Gómez

Nagore habla en plural porque no imagina su día a día sin su equipo. En esta aventura le acompaña Edward, un joven colombiano con el que lleva cuatro años trabajando y que se ha convertido en su mano derecha. También cuenta con Sidi, un joven de Mali de 21 años que ha encontrado su camino entre flores. «Tiene una técnica muy buena, es muy trabajador y limpio. Le queremos mucho», elogia Nagore. Y completa el equipo Luz, venezolana, una apasionada de las plantas que también trabaja en una tienda de gominolas del Casco Viejo.

Sidi y Nagore se entienden a la perfección.

Sidi y Nagore se entienden a la perfección.

Luis Ángel Gómez

En su atelier de floristería se puede encontrar una gran selección de plantas de interior y exterior, además de flores naturales cortadas, como hortensias, proteas, rosas… También se han especializado en flores secas y preservadas, que «decoran, aportan color y duran muchísimo». Además, Nagore y su equipo vuelcan su creatividad en las composiciones florales que realizan para diferentes eventos, ya que colaboran con varias ‘wedding planners’ vizcaínas.

«Siento mucha presión»

Sus creaciones han ganado visibilidad gracias a este céntrico escaparate frente al consistorio bilbaíno, con el que Nagore busca llevar el aroma y la belleza de las flores a nuevos hogares. «La acogida ha sido muy buena. Algunas personas solo entran para darme las gracias por abrir un espacio así. La gente necesita cada vez más tener verde cerca, esa luz y aroma de las plantas», explica mientras recoge las flores y plantas que decoran el exterior del local. «Ha venido un inspector amigo a decirme que las tengo que retirar de la calle, que en Bilbao no se pueden dejar fuera. Es una pena, porque embellecen la ciudad y la gente lo agradece».

Luis Ángel Gómez

Nagore ha conseguido, con esfuerzo y dedicación, dar continuidad al negocio familiar y convertirlo en un proyecto con nombre propio. Cada domingo sigue montando su puesto en el mercado de El Arenal, una tradición que compagina con su nueva floristería. «Ya me conoce mucha gente y estar entre flores es precioso, pero también es un trabajo duro y muy físico. Hay que levantar mucho peso y tener mucha dedicación y delicadeza con las plantas», cuenta. Le ilusiona esta nueva etapa, llena de flores, pero también de piedras en el camino. «Llevo emprendiendo toda la vida, pero nunca he encontrado tantas dificultades como ahora: burocracia, papeleo, cuota de autónomos, luz, agua, proveedores, impuestos, TicketBAI… siento mucha presión», lamenta.

Abre su local todos los días, de 10.00 a 15.30 horas, domingos incluidos (hasta las dos). «Trabajo los siete días. No desconecto, pero intento no coger el teléfono cuando estoy con mis dos hijos. Ellos son mi prioridad», asegura. ¿La floristería es tu tercera hija? «Antes sí lo sentía así, pero ya no. Si pudiese, me jubilaría mañana. Me encantaría retirarme pronto y que mis empleados continuasen con el proyecto».