Iba a llamarse simplemente ‘La hermanastra’, pero acabó siendo ‘La hermanastra fea’ (Oficial Fantàstic Competició; en salas comerciales desde el viernes, día 17), «porque por desgracia así es como la ve la sociedad», comenta la actriz Lea Myren, revelación del año en los últimos premios Amanda, los Oscar noruegos. En su aplaudido primer largo, Emilie Blichfeldt se inspira en el cuento popular de la Cenicienta para elaborar una comedia de época negra, negrísima, ‘gore’ y truculenta, sobre el impacto de los estándares de belleza en las mujeres jóvenes o no tan jóvenes.
Revelada con la desenfrenada serie ‘Kids in crime’, Myren debuta en el cine y sigue entregándose a su oficio con pasión como la torturada (sobre todo, por los demás) Elvira, quien compite con su hermanastra Agnes (Thea Sofie Loch Næss, de series como ‘The last kingdom’, ‘La Palma’ o ‘So long, Marianne’) por capturar la atención del príncipe Julian (Isac Calmroth), energúmeno que va de poeta sensible. «Yo misma siento a veces, como actriz, esa presión estética, pero trato de evitarla», nos dice Myren. «Es algo que puede amargarte. Y no puedes interpretar a alguien de forma auténtica si solo estás preocupada por tu imagen«.
A ella no le ha importado, en esta ocasión, ser sometida a las desagradables necesidades del subgénero del terror corporal. La madre de Elvira, Rebekka (Ane Dahl Torp, la entrenadora de fútbol masculino de ‘Home ground’), también sueña con que el príncipe se fije en la mayor de sus hijas, aunque tan solo por motivos financieros. Y para conseguirlo hace pasar a la joven por procesos de cirugía estética bastante primitivos. La propia Elvira decide perder peso tragándose un huevo de tenia. En busca de una cierta inconsciencia, Myren encontró inspiración, afirma, en su yo más joven, «en la ingenuidad y en un lenguaje corporal menos desarrollado».
Para Loch Næss, la Cenicienta de todo esto, el desafío era sobre todo interno: «Todo el mundo cree saber quién es mi personaje, pero queríamos romper prejuicios y convertirla en una persona de carne y hueso, con sus defectos y también con mucha fuerza. La vemos tratar de tomar el control de su propia vida. Es una persona segura de sí misma. De modo que tuve que aparcar las inseguridades de Thea para mostrar la seguridad de Agnes».
Problemas con la imagen corporal
La directora encontró su primera inspiración en la versión del cuento publicada a principios del siglo XIX por los hermanos Grimm, en la que las hermanastras de la heroína son capaces, animadas por su propia madre, de cortarse dedos o un trozo de talón para que el zapato encaje. «Me podía identificar, curiosamente, con algo así», explica Blichfeldt. «Uso el número 42 de calzado y en Noruega no hay muchas zapaterías de mujeres que lo vendan, aunque muchas mujeres lo usen. Es decir, también he lidiado con eso de hacer encajar un zapato. Podía identificarme con el anhelo de encajar en el ideal estético y la voluntad de hacer casi cualquier cosa para conseguirlo».
Igual que el sueño de la razón, la presión estética produce monstruos. «Contamos a nuestras hijas el cuento de la Cenicienta y crecen queriendo parecerse a ella. Pero en esa búsqueda, es posible que acaben siendo como nuestra hermanastra, que traten de cambiarse a sí mismas para encajar en el canon de belleza. Esta clase de objetificación de una misma no te hace una persona bonita. Cuando te obsesionas contigo misma, al encontrarte con otros, solo ves tu propio reflejo en sus ojos. Si te encuentras con una mujer, solo la ves como competencia o te comparas con ella. Por eso la hermanastra se convierte en un monstruo, tanto para los otros como para ella misma».
Reivindicando a Borowczyk
Blichtfeld tuvo una revelación cuando, con poco más de 20 años, vio ‘Crash’, de David Cronenberg. Así entró en una espiral de fascinación por el terror corporal que la llevó a explorar a fondo la obra del maestro canadiense o, más tarde, Lucio Fulci y Dario Argento; todos ellos presentes en ‘La hermanastra fea’, incluso con citas visuales directas. Pero todavía más se nota el influjo del menos jaleado Walerian Borowczyk, animador y cineasta surrealista que acabó cultivando un transgresor erotismo de época. «A mucha gente le puede resultar curioso que un director como él haya inspirado esta película», dice Blichtfeld en referencia al autor de ‘Cuentos inmorales’ o el estudio de la teratofilia (o atracción por los monstruos) ‘La bestia’. «Pero creo que el modo en que observa los cuerpos destila una gran humanidad. Se fija en cuerpos normales y sabe mostrar su belleza. Me dije a mí misma que si estaba haciendo una película sobre los cuerpos y sobre cómo se transforman, no podía dejar de mirarlos ni de buscar la belleza en ellos».
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