El 7 de septiembre se cumplió medio siglo de la victoria de Manuel Orantes (Granada, 1949) en el Open USA, un torneo en el que encadenó tres partidos con circunstancias notables, cuando no históricas: la victoria en tres sets en la final frente a Connors, entonces el número 1; una remontada imposible ante Vilas en semifinales, y un gesto caballeroso en cuartos ante Nastase, al que regaló un punto de set que el árbitro le negaba erróneamente. Hijo de la precariedad, llegó de Granada a los dos años. Su madre murió cuando él tenía seis meses. Vivió en una barraca de la calle de Francisco Alegre, cerca del Carmel, con su abuela, siete tías y sus dos hermanos mayores. Luego residió en L’Hospitalet. A los 76 años, discreto, tranquilo y con 76 kilos de peso (uno más que cuando competía), sigue cogiendo la raqueta casi cada día, aunque los viejos dolores no le permiten excesos.
La final del US Open fue un gran éxito, pero la remontada ante Guillermo Vilas en la semifinal es uno de los hitos más épicos de la historia del tenis.
Me ganaba 5-0 y 40-15 en el cuarto set. Tuvo cinco pelotas de partido.
Y acabó ganando usted. ¿Cómo se puede subir esa montaña?
A un jugador mediocre le puedes ganar cinco juegos seguidos, pero a uno de alto nivel, que tiene cabeza, difícilmente.
En 1975 usted era un jugador consolidado.
Sí, pero había tenido muchas lesiones. En 1974 me dijeron que tenía la espalda muy mal, que no podría jugar, que no podría ni coger el teléfono. Había empezado a jugar dobles con Vilas, y nos hicimos amigos. Yo entonces estaba por encima de él, le había ganado en Roland Garros. Cuando acababa el año, jugábamos en Suiza, los dos nos habíamos clasificado para el Masters en Australia. Vilas me dijo que me fuera a Buenos Aires, donde jugamos la final de individual, él me ganó, y ganamos juntos en dobles. Quedamos en entrenar juntos esa semana en Buenos Aires pero el lunes no me llama, el martes no me llama. El sábado nos encontrarnos en el aeropuerto. Le dije: ‘Me has dejado colgado, no he podido entrenar’. Me contestó que en ese momento ya no podía salir a la calle, que todo el mundo en Argentina le quería ver. Ya en Australia le ayudé mucho en la hierba y al final él ganó ese Masters, en diciembre de 1974.
Y entonces se distanciaron.
Sí, quedé dolido con él. De vuelta a Barcelona, en el vuelo, empecé a pensar en mi espalda. Y en la posibilidad de saber si otro médico me decía que era imposible seguir. Me recomendaron al doctor Bestit, médico del Barça. Me dijo que si paraba cuatro meses me podía solucionar la espalda haciendo que ganara musculatura. Hice lo que dijo. Bestit me explicó que la base de mi cuerpo estaba castigada por mis orígenes, por la mala alimentación de mi infancia.
«Vilas me ganaba 5-0 y 40-15 en el cuarto set. Tuvo cinco pelotas de partido. Me dije: ‘como te has portado así conmigo, me voy a machacar hasta que pierdas o hasta que llegues a la final cansado’»
¿Hasta que visitó a Bestit e hizo el parón, el dolor era constante?
En la final de Ronald Garros de junio de 1974, ganaba por dos sets a cero a Björn Borg y la espalda me empezó a molestar. Lo dominaba pero entonces tuve que tirar atrás, ser más lento y le dejé la iniciativa. Fue un desastre. No abandoné porque era la final. De ganarle bien los dos primeros sets, 6-2 y 7-6, pasé a perder los tres últimos por 6-0, 6-1 y 6-1.
Y por todo ello dejó de jugar unos meses.
Volví a jugar en abril de 1975. Como no jugaba torneos desde enero, había perdido puntos, y en Montecarlo tuve que empezar en la fase previa. Acabé ganando el torneo. Ese año gané cuatro veces seguidas a Vilas matándole, no me ganaba ni un set, jugué con una fuerza tremenda.
Y llegó esa semifinal en el US Open.
Ese día él empezó a jugar bien, yo peor, me ganó los dos primeros sets (6-4 y 6-1) y yo el tercero (6-2), y en el cuarto se puso 5-0 y 40-15. Me dije: ‘como te has portado así conmigo, me voy a machacar hasta que pierdas o hasta que llegues a la final cansado’. Porque con un 5-0 adverso normalmente no ganas.
«El doctor Bestit, médico del Barça, me dijo que si paraba cuatro meses me podía solucionar la espalda haciendo que ganara musculatura. También me explicó que la base de mi cuerpo estaba castigada por mis orígenes, por la mala alimentación de mi infancia»
Él dijo después que se había lesionado.
Si eso hubiese sido verdad, le hubiera pasado como a mí con Borg, una caída en picado. Y en el US Open los dos últimos sets acabaron 7-5 y 6-4, Vilas jugó el quinto set a tope.
¿Recuperaron esa amistad?
Bueno, sí, más o menos. Pero a partir de entonces le dije que cuando jugara con él le demostraría cada día que se había equivocado conmigo.
Orantes golpea una bola en una de las pistas del Bonasport. / Elisenda Pons
En 1976 tuvo otro de sus grandes éxitos, cuando ganó el Masters en Houston a Wojtek Fibak con otra gran remontada.
No fue tan grande como la del US Open, perdía 2 sets a 1. Tres filas detrás de mí estaban el actor Kirk Douglas y su esposa, Anne Buydens, y los entrevistaron en una pausa. Yo perdía y el actor en sus declaraciones dudó de mi victoria. Su mujer se le acercó y le dijo que estaba equivocado, que había visto mi remontada el año anterior en el US Open. A principios de 1976, me empezó a doler el codo. Tuve que inyectarme para jugar, defendía el US Open contra Borg. Perdí en cinco sets.
¿Entonces cambió la raqueta de madera por una de aluminio?
En una tienda de la calle Aragó en la que se dedicaban a esto me ofrecieron la de aluminio para la que probara, y cuando lo hice vi que el brazo ya no me molestaba. Me fui a Teherán con seis raquetas de madera y la de aluminio. Y solo jugué con la de aluminio. Gano Teherán, gano Barcelona y Madrid, llego a la final en Londres, me clasifico para el Masters y gano el Masters. Solo con la de aluminio.
Orantes, entre Àlex Corretja y Jordi Arrese con la réplica del trofeo del US Open, el 10 de septiembre en el Bonasport, donde le organizaron una comida sorpresa de homenaje. / Cedida
Después de ganar la final del US Open le entrevistaron, y usted explicaba que había acudido sin entrenador.
Entonces todos viajábamos sin entrenador. Vilas ya tenía. El primero en tener fue Borg, que era seis o siete años más joven.
Ahora un jugador lleva un equipo.
Depende del nivel. Lo que está claro es que tienes que tener la cabeza, se lo digo a un jugador al que entreno, Tomás. Alcaraz ha contado con un señor que ha sido muy bueno, Ferrero. Es importante que te digan cuál es el camino.
«Alcaraz es más completo que Federer o Nadal a su edad. Este año lleva 60 partidos ganados. Lo tiene todo: fuerza, ha mejorado muchísimo el saque, tiene una dejada increíble, una volea buena»
¿Es Alcaraz un prodigio? ¿Será mejor que Nadal?
Alcaraz es más completo que Federer o Nadal a su edad. Depende de él. Ahora es mejor que Nadal a su edad, pero Nadal fue aguantando y subiendo de nivel. A ver si él lo hace. Muchas veces la gente cuando empieza a ganar no quiere sufrir tanto y baja su nivel. Este año lleva 60 partidos ganados. Lo tiene todo: fuerza, ha mejorado muchísimo el saque, tiene una dejada increíble, una volea buena.
Volviendo a 1975, ¿cuándo llegó a la final se vio con opciones de ganar a Connors?
Sí, claro. En tierra (en 1975, el torneo estadounidense se jugó sobre Har-Tru, una tierra batida verde) me sentía muy fuerte. Ya le había ganado, y entonces las raquetas no despedían tanta fuerza, la técnica era muy importante. Cuando iba a jugar con Vilas la semifinal, Connors jugaba la suya con Borg. Les vi jugar: Connors empezó a atacar a Borg, que le buscaba arriba. Yo decidí pasarle bolas bajas y cortadas, y luego le dijeron que quizá yo le había causado un problema al descubrir esa vía para ganarle. Él contestó que a ver cuánta gente podría ser capaz de hacerlo perfecto como yo.
¿Cómo se vivió en España? ¿Cómo le recibieron?
Me llevaron a ver a Franco. Estaba fatal, la mía fue su última audiencia, pasó en septiembre y él murió en noviembre. También me vi con el rey Juan Carlos, que era príncipe, yo lo apreciaba, luego salió todo lo que ha salido. La gente que se aprovecha no me gusta. Como cuando una persona, un deportista, no paga impuestos aquí: ¿por qué tratarlo como a un fenómeno?
Hay un dato que quizá mucha gente no conoce: Manuel Orantes es el tenista español que más partidos ha ganado en tierra batida. Y el segundo de la historia, después de Vilas.
Me lo dijo hace tres o cuatro años Miguel Mora (hijo de Pedro Mora, mentor de Orantes). Me dijo: ‘Manolo, ha salido en internet que eres el segundo jugador de la historia que ha ganado más partidos en tierra batida’. Y le contesté: ‘Después de Nadal. Qué bien’. Y me contestó que no, que había ganado más que Nadal. Nadal, que ha ganado 14 veces Roland Garros, 12 veces el Godó, 11 veces Montecarlo. No me lo creí. Miguel me dijo que si quería jugarme una cena a que era verdad y contesté que claro que sí. Y la perdí. He ganado casi 100 partidos más que Nadal en tierra (569 contra 484).
Orantes, junto a trofeos guardados en el Bonasport y una imagen suya de cuando jugaba. / Elisenda Pons
Además es usted el segundo español con más torneos ganados, después del propio Nadal, con 34. También venció en 23 en dobles y llegó a ser segundo del mundo.
Jugué 115 finales entre individual y dobles.
«Cuando el tenis era amateur, nos dedicábamos a esto los recogepelotas que no teníamos otra salida. Yo vivía en una barraca con mi familia cerca del Carmel y en el Tennis La Salut me pagaban ocho pesetas la hora como recogepelotas»
¿Cómo de diferente es la vida de los tenistas de ahora y los de antes?
No tiene nada que ver. Cuando nosotros empezamos a jugar, el tenis era amateur. Nos dedicábamos a esto los recogepelotas que no teníamos otra salida. Si tienes una familia que te puede ayudar a estudiar y sabes que no ganarás nada en el tenis, ¿por qué te vas a dedicar al tenis?
Manolo Santana y usted, que eran recogepelotas, fueron los mejores.
Porque nos lo tomábamos más en serio. No teníamos alternativa. Yo vivía en una barraca con mi familia cerca del Carmel y en el Tennis La Salut me pagaban ocho pesetas la hora como recogepelotas. Yo tenía ocho años y allí empecé a jugar, con Pedro Mora. No te pagaban nada por jugar fuera, lo único es que si tenías un nivel alto la federación te ayudaba.
¿Cuándo empezó a ganar dinero?
En 1973, después de que empezara la Era Open (cuando los jugadores amateurs, que no cobraban, y los profesionales, que por cobrar estaban vetados en los principales torneos, empezaron a jugar una sola competición). Hasta entonces lo máximo es que no te costara dinero ir a un torneo.
Cuando se publicó su biografía (‘Orantes: De La Barraca Al Podio: la historia de superación del segundo tenista español más premiado’, de Félix Sentmenat), usted afirmó que su carrera deportiva no se valoró en su justa medida, que no obtuvo el reconocimiento que merecía.
¿Cuánta gente conocía mi historia?
Santana y Orantes fueron durante décadas las dos caras del tenis español, ¿no?
¿Me trataron igual a mí que a Santana? En España se tendría que haber tratado igual a todos los campeones. De Santana muchos destacaban que si había ganado Wimbledon, que si había ganado tal. Si ganó todo eso es porque los 10 o 15 mejores jugadores del mundo no jugaban contra él, porque los hacían profesionales ganando dinero y no podían jugar contra él (en la era del tenis amateur). Imagine que con la carrera que he tenido, la segunda más grande de España, me hubieran quitado de delante a los 10 o 15 mejores jugadores. ¿Cuánto hubiera ganado yo?
¿Se llevaba bien con Santana?
Deportivamente, sí. Pero él fue a la suya. Fue el que más veces fue capitán del equipo de España en la Copa Davis, cuando no se lo tomaba en serio. Fuera no es como aquí. Yo he ganado un US Open, y en EEUU me tratan como a un campeón, me meten en un palco. He jugado siete finales del Godó, nunca pedí un duro, y el primer año que no jugaba me dijeron que por ser socio me harían un 20% de descuento de las entradas, y que para mi mujer las tenía que comprar. Aquí cuando yo era capitán de la Davis no hubo ambiente de equipo, había entrenadores como Pato Álvarez, el de los dos hermanos Sánchez Vicario y Sergio Casal, presionando para colocar a sus jugadores y vetar a los demás.
«¿Me trataron igual a mí que a Santana? En España se tendría que haber tratado igual a todos los campeones. Si Santana ganó lo que ganó fue porque los 10 o 15 mejores no jugaban contra él, porque los hacían profesionales ganando dinero. ¿Cuánto hubiera ganado yo si me hubieran quitado a los 15 mejores de delante?»
Usted se retiró en 1984, y además de capitanear el equipo español de la Davis se centró en la formación de nuevos jugadores. ¿Fue complicado retirarse?
Me había operado tanto, me dolía tanto todo, que no podía aguantar. Me retiré por el físico. Había sido feliz, había ganado dinero. No tuve hijos hasta entonces, porque viajaba constantemente. Algunos jugadores, como Arantxa, quisieron que les hiciera de entrenador y viajara con ellos. Pero dije que no, quería dedicarme a mi familia. El tenis me gustaba y me decidí por ayudar a la gente. Primero empecé en La Salut, y les dije que quería dar clases en la escuela un año a ver si me gustaba. Y me gustó. Entonces tuve una idea. En un club normal no es fácil la convivencia con los socios. Había viajado, y vi que lo bueno era crear un club con asociados, pero que no sean los dueños. Porque de la otra manera estabas entrenando y venía un socio a jugar en la pista 1. Me metí en la federación y cambié la historia del tenis español.
El tenista, con una réplica del trofeo Godó, del que jugó siete finales y ganó tres. / Elisenda Pons
En el Club Bonasport dirigió una escuela que tuvo un gran éxito.
Durante 10 años seguidos con los niños ganamos el campeonato de España. Creé el grupo Bimbo, con siete chavales de 13 años con la idea de tenerlos hasta los 17. De esos siete, tres llegaron a la final de Roland Garros: Berasategui, Corretja y Costa. Arantxa Sánchez-Vicario y Conchita Martínez también estuvieron.
Tiene usted dos hijos.
El mayor, que se llama Manuel como yo, no jugaba mal, pero se llamaba igual que yo. La gente le decía: ‘Tú debes de jugar muy bien’. Un día me dijo que no quería decepcionarme, porque creía que no llegaría a jugar como yo. Y al final decidimos que estudiara. Ahora tiene 36 años, vive en Suiza. Es ingeniero industrial, fue el número 1 de su promoción. Mi otro hijo, que también jugó de pequeño, es economista. Hay padres que presionan a los hijos para que jueguen a tenis, pero tienen que estudiar, porque a veces no se llega. Mi esposa Rosa y yo nos dedicamos a mis dos hijos y no nos han dado ni cinco minutos malos en su vida.