Con cinco triunfos, Lombardía nunca ha fallado a Pogačar
Ya no es tema de estadística, que también es cuestión de sensación, historia y época, lo de Pogačar en Lombardía es la tiranía hecha ciclismo.
La clásica lombarda nunca ha faltado en el palmarés del esloveno.
Un simbiosis eterna.
Otra vez Tadej. Otra vez solo. Otra vez los demás mirando el dorsal 1 alejarse. En Il Lombardia, el esloveno volvió a hacer lo que ya parece cláusula de contrato: atacar en el Passo di Ganda, dejar a todos con cara de “¿y ahora qué?”, y presentarse en meta en solitario, brazos arriba, como si fuera domingo de paseo.
Cinco veces seguidas ganando la “Clásica de las hojas muertas”, igualando el récord de Fausto Coppi y dejando claro que esto ya no es una racha: es un régimen.
Remco Evenepoel, «su» eterno segundo, volvió a ser… pues eso, segundo.
El belga ya debe tener el número de Pogačar bloqueado en el móvil, porque cada vez que suena “final en cuesta”, acaba mirando de lejos cómo el otro levanta los brazos.
Esta vez, como en el Mundial de Ruanda y en el Europeo de Francia, repitió el papel de perseguidor resignado.
Tercero, Michael Storer, que hizo lo que pudo y bastante tuvo con mantener la dignidad.
El UAE jugó al ciclismo de lujo: Majka, Vine y compañía se encargaron de dejar el terreno preparado para que su jefe hiciera la obra maestra.
Del Toro estuvo por si acaso.
Y cuando Tadej apretó en el Ganda, se acabó la discusión.
Treinta y seis kilómetros de exhibición sin respuesta, una procesión detrás y un público entregado.
Pogačar ya no corre para ganar: corre para ver cuántas veces puede mejorar su propio récord. Dos mundiales, cinco Lombardías, diez Monumentos… y todavía tiene la frescura de decir que “esta ha sido mi mejor temporada”.
Ya ni sabe cómo superarse, pero lo hace igual.
Mientras tanto, el resto del pelotón sigue buscando el manual de “Cómo ganarle a Tadej” o quizá mejor «Cómo importunar a Tadej, aunque sea un poco».
Nadie lo encuentra, quizá porque no existe.
Así que, por ahora, el otoño sigue siendo suyo.
Las hojas caen, los demás se abriguen, y él… sigue volando.
Imagen: FB Il Lombardia