Estados Unidos volverá a recibir el próximo fin de semana una fecha de la temporada 2025 de la Fórmula 1, que ya corrió en Miami a inicios de mayo. Esta vez la cita será en el Circuito de Las Américas de Austin, Texas, por la decimonovena fecha del calendario.
Ricardo Juncos, un expiloto y mecánico argentino que se mudó a tierras estadounidenses en 2002 con solo 400 dólares, afectado por la crisis económica, y que terminó fundando años después el equipo de competición Juncos Hollinger IndyCar, ya palpitó el regreso de su compatriota Franco Colapinto a correr en un circuito en el que obtuvo la décima posición la pasada temporada, con Williams.
“Franco es muy especial para nosotros los argentinos, en primer lugar porque nos apasiona la Fórmula 1 desde los tiempos de Fangio. No hemos tenido un piloto por muchos años y lo merecemos por esa pasión. Gracias a Dios le tocó a él”, señaló en diálogo con GP Blog.
Más allá del sentimiento, reconoció de todos modos que la temporada con Alpine no está siendo nada sencilla para él y su equipo: “Creo que en las últimas carreras haber sido un poco más rápido que Gasly demuestra su talento y capacidad. El equipo tiene muchos problemas, todos lo saben. Creo que es claramente inferior al resto, lo que obviamente complica mucho las cosas para sus pilotos”.
Ricardo Juncos. (Foto de X).
Sus pronósticos para 2026
Juncos, que comenzó creando un equipo de karting en 2003 con el que ganó 19 títulos en Estados Unidos, se permitió pronosticar cómo podría desarrollarse la temporada 2026 para Franco Colapinto. “Le deseo lo mejor. Espero que pueda revertir la situación y continuar”, manifestó.
Y agregó: “Siempre se necesita hacer experiencia. Si continúa en 2026, creo que Franco tendrá mucha más seguridad mental y espero que pueda tener una larga carrera deportiva en la Fórmula 1”.
La llegada de Juncos a Estados Unidos
En una vieja entrevista concedida a Infobae, Juncos contó cómo fue su llegada a Estados Unidos con nada más que 400 dólares para subsistir. “2001 fue una locura porque en muy corto tiempo perdimos todo. Teníamos un taller mecánico con 50 clientes. Cuando nos quisimos acordar, todos los clientes que nos debían desaparecieron del mapa. Con el corralito volaron todos. Al no poder cobrar lo que me debían yo tampoco podía pagar lo que debía. Tuvimos que vender lo que teníamos para empezar a pagar las deudas”, recordó.
Y explicó: “Arrancaba 2002 y recuerdo que lo único que me quedaba era una camioneta, el auto de carrera que me había quedado y que aún lo tengo, una moto y 500 dólares que fue lo que usé para comprar el pasaje y llegué a Estados Unidos sin nada. Los 400 dólares famosos me los prestó mi abuela, que fueron para cruzar por migraciones y se los tuve que devolver“.